La derecha brasileña, por medio de un auténtico golpe de Estado parlamentario e institucional, ha logrado echar a Dilma Rousseff de la presidencia del país recuperado por completo el control del aparato estatal. Apenas asumir la nueva presidencia, Michel Temer ha anunciado un amplio programa de ataques contra la clase trabajadora.

¡Organizar la lucha contra los golpistas!

“Contra el comunismo, por nuestra libertad, contra el Foro de Sao Paulo, por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff, y por dios por encima de todo”.
Jair Bolsonaro, diputado

La derecha brasileña, por medio de un auténtico golpe de Estado parlamentario e institucional, ha logrado echar a Dilma Rousseff de la presidencia del país recuperado por completo el control del aparato estatal. Apenas asumir la nueva presidencia, Michel Temer ha anunciado un amplio programa de ataques contra la clase trabajadora. Todas las conquistas socialesobtenidas en los últimos 13 años, producto de la movilización y la presión hacia el gobierno del PT, se encuentran en serio peligro. ¡Ni un minuto de tregua a los golpistas! ¡Contra los ataques, no hay otro camino que la rebelión social!

La derecha envalentonada por los errores del PT

La sesión de la Cámara de Senadores que el 12 de mayo ratificó el inicio del proceso de destitución de Rousseff, fue el punto culminante de la guerra declarada por la derecha contra el gobierno del Partido de los Trabajadores en su cuarto periodo presidencial. Pero el triunfo de la reacción ha sido asfaltado por los errores del PT y de Dilma, que lejos de gobernar para satisfacer las necesidades de la mayoría de la población, se ha plegado a los dictados del FMI y los grandes capitalistas aplicando recortes, despidos y privatizaciones. Esto es lo que explica que el grueso de la clase trabajadora, la juventud, el campesinado pobre brasileño, aun con toda su fuerza, tradición combativa y su repudio histórico a la derecha, no estuvieron dispuestos a movilizarse decisivamente para salvarle el pellejo a un gobierno que, en la práctica, a gobernado en sintonía con los empresarios, banqueros y terratenientes.

Este factor ha sido decisivo y ha debilitado la movilización de masas contra la derecha, pero no es menos cierto que la presión de una población hastiada por la crisis económica y el hundimiento de sus condiciones de vida ha impedido que el PT aplicará los ataques sociales con la profundidad y ritmo que exigía la burguesía. El gobierno se reveló incapaz de contener la lucha social que cada día con más fuerza se oponía a su política.

Las masivas manifestaciones en 2013, en pleno Mundial de Futbol, y la oleada huelguística de ese mismo año (más de 2.050 huelgas en un solo año, un record bajo gobiernos del PT), afectó a sectores clave como el petrolero, automotriz y bancario; también las luchas radicalizadas de los estudiantes de secundaria que han logrado frenar toda una serie de ataques contra la educación pública, enfrentando una fuerte represión policial…son ejemplos de por qué la derecha se ha visto obligada a dar este golpe para tomar el control del gobierno y del Estado con más firmeza, y poner en marcha un plan devastador contra las conquistas de la clase obrera.

El espectáculo “democrático” de los golpistas

Durante la sesión del 17 de abril en la Cámara de Diputados, donde cada congresista tomó la tribuna para cantar su voto a favor o contra el impeachment, la derecha brasileña nos ha dejado un magnífico y elocuente retrato de sí misma. Una verdadera lección para las masas del carácter reaccionario de la clase dominante.

“Por mi tía que me cuidó de pequeño”. “Por mi hija que va a nacer y mi sobrina Helena”. Por los “vendedores de seguros de Brasil”. “Por dios por encima de todo”. Por los milicos torturadores de la dictadura…Fueron las dedicatorias que lanzaron los diputados homófobos, machistas, racistas, ultraderechistas a la hora de votar a favor del impeachment contra Rousseff. Muchos de ellos eran los antiguos “aliados” del gobierno del PT.

No es casual que la derecha haya ido a tientas en todo el proceso por la destitución de Rousseff, pues el 60% de la Cámara de Diputados que votó por su salida, con el argumento de que cometió “actos ilegales”, esta siendo investigada por todo tipo de delitos de corrupción, malversación, prevaricación, incluso de asesinato. Los medios de comunicación que han sido pieza clave del golpe, no han podido ocultar la gran hostilidad del pueblo brasileño hacia Michel Temer: las encuestas señalan un rechazo social que ronda el 60%. Si se presentara a una elección presidencial, apenas tendría una intención de voto del 2%. El miedo a que esta formula golpista provoque una auténtica explosión social, es lo que explica el cinismo de la prensa burguesa internacional e incluso organismos como la OEA, que han lanzado mensajes llenos de cautela. The New York Times señaló el 15 de abril: “Ella no robó nada, pero está siendo juzgada por una banda de ladrones”.

“Privatizar todo”

La gran burguesía, y el imperialismo norteamericano, están dictando la política del nuevo gobierno. “Privatizarlo todo” fue la directriz que trazó el Presidente del banco Credit Suisse en Brasil durante una reciente conferencia en Boston. El presidente de la Confederación Nacional de la Industria también fue categórico: arrasar con la legislación favorable a los trabajadores y las jubilaciones “onerosas para mejorar el ambiente de negocios”.

Fiel representante de los intereses norteamericanos en Brasil, Michel Temer ha dejado claro el programa de su gobierno en un documento titulado “Un puente hacia el futuro”, cuyos ejes rectores, además de mantener el pago de la deuda pública a los bancos y especuladores internacionales y unas elevadísimas tasas de interés que rondan el 14%., pretenden acometer un plan salvaje de privatizaciones, mayor carga fiscal a los trabajadores, reducción de los programas y el gasto social, congelación de salarios, eliminación de derechos laborales, etcétera. El “puente” es más bien un potro de tortura contra la clase obrera, una auténtica declaración de guerra contra los derechos sociales. El emblema petista de la ayuda social, la “Bolsa Familia”, aunque en principio no se eliminará, se ha planteado que se focalizará únicamente en el 5% de la población más pobre. Es decir, quedarán excluidos de esta ayuda social (que ya desde antes era insuficiente con sus 19 euros mensuales) 36 millones de personas.

Un botón de muestra de quienes serán los responsables de aplicar estas políticas, y que conforman el gabinete de Temer, es el Ministro de Agricultura, Blairo Maggi, uno de los mayores productores de soja de Brasil y el segundo hombre más rico del país, según Forbes.

Ni un minuto de tregua a este gobierno de los patrones, los banqueros y los latifundistas

Sí, la derecha ha dado un golpe, pero el futuro está lleno de incertidumbre para sus planes. Si quiere pasar de los dichos a los hechos se verá obligada a confrontar directamente con una clase obrera poderosa, un campesinado con una amplia experiencia combativa y un movimiento juvenil que está reencontrando sus métodos de lucha, lejos del corporativismo, el radicalismo discursivo o la tendencia al “pacto”, de los dirigentes oficialistas del petismo. La clase trabajadora debe reorganizarse en todos los frentes, recuperando sus mejores tradiciones revolucionarias, removiendo a todos los dirigentes que no estén dispuestos a organizar una ofensiva contundente contra la derecha. La izquierda que asume las ideas del marxismo revolucionario debe intervenir activamente en estos acontecimientos decisivos, levantar un programa de defensa de las conquistas sociales, estableciendo un frente único con el movimiento sindical y las bases del PT para actuar de manera unificada contra el gobierno. Frente a los ataques de la derecha no valdrán los llamados abstractos a “defender la democracia” -¡Vaya democracia!-, ni las ilusiones en que la “vía electoral” serán la solución a todos los males. Es preciso dar la “bienvenida” a Temer con una poderosa huelga general, en defensa de los derechos sociales. Es preciso recibir a los ministros latifundistas con ocupaciones de tierras. ¡Es preciso pasar a la ofensiva!


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