La guerra en Iraq ha vuelto a poner en primera página el problema kurdo y una vez más ha demostrado cómo el problema de las minorías nacionales puede ser explotado en beneficio del imperialismo.La guerra en Iraq ha vuelto a poner en primera página el problema kurdo y una vez más ha demostrado cómo el problema de las minorías nacionales puede ser explotado en beneficio del imperialismo.

En el Kurdistán viven entre 24 y 27 millones de kurdos. El territorio está dividido principalmente entre cuatro países: Turquía, Irán, Iraq y Siria. Las fronteras son totalmente artificiales, dibujadas de acuerdo con los intereses del imperialismo y dividen ciudades, pueblos e incluso familias enteras. Las primeras luchas del pueblo kurdo para conseguir su independencia y unidad se remontan al principio del siglo XIX. Desde entonces, el problema kurdo ha resurgido periódicamente con mayor o menor intensidad.

El imperialismo estadounidense ha utilizado durante los últimos años de forma cínica la lucha del pueblo kurdo contra el régimen de Sadam Husein. Por ejemplo, después de la Guerra del Golfo de 1991 los trabajadores kurdos que se rebelaron contra Sadam en las ciudades industriales del norte de Iraq fueron aplastados por el ejército iraquí; en aquel momento EEUU miró hacia otro lado porque prefería apoyar a Sadam que tener una revolución en el norte de Iraq. Hoy también podemos ver claramente que su intención no es permitir la independencia del pueblo kurdo, sino la creación de un “protectorado” en el norte de Iraq para controlar los pozos petrolíferos de Kirkuk y Mosul.

El programa de la burguesía nacionalista no sirve

La política de las dos principales formaciones políticas de los kurdos iraquíes —la UPK (Unión Patriótica del Kurdistán dirigida por Talabani) y el PDK (Partido Democrático de Kurdistan dirigido por Barzani)— está dominada por una perspectiva nacionalista y se han convertido en títeres del imperialismo estadounidense en la zona. Como hemos visto en muchas otras ocasiones (Albania, Kosovo...), es realmente estúpido confiar en el imperialismo.

En Turquía los kurdos sufren una brutal represión y carecen de los derechos democráticos más elementales. Por ejemplo, no pueden hablar su lengua y está prohibido pronunciar palabras como “kurdo” o “Kurdistán”. Irán también ha aplicado una política represiva contra los kurdos muy similar a la de Turquía.

El imperialismo, hipócritamente, derrama lágrimas de cocodrilo por los kurdos iraquíes, olvidándose al mismo tiempo de los kurdos turcos y de las incursiones turcas para masacrar a las guerrillas del PKK. Presenta a los nacionalistas kurdos iraquíes como “luchadores por la libertad” mientras que en Turquía los califica de “terroristas”. Es verdad que el régimen de Sadam oprimió brutalmente a los kurdos ¿pero qué ha hecho el ejército turco durante los últimos treinta años?

El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) es el partido kurdo más importante del Kurdistán turco y es una fuerza de masas, pero durante años recurrieron a las tácticas del terrorismo individual, fracasando en la movilización del proletariado turco para que apoyase sus demandas de liberación nacional.

El objetivo de los trabajadores y campesinos kurdos en Turquía debe ser conseguir la unidad con la clase obrera turca para luchar contra el enemigo común, de la misma forma que el objetivo de los trabajadores kurdos iraquíes debe ser conseguir la unidad con los trabajadores iraquíes para expulsar de su país al invasor extranjero: el imperialismo estadounidense y británico. De esta manera se establecerían las bases para una Federación Socialista en la zona, el único marco en el que el pueblo kurdo haría efectivas sus aspiraciones de autodeterminación.


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