"…no caigan en la trampa de este paro, que lo único que busca es poder defender los privilegios de unos cuantos líderes, privilegios que son injustos e ilegales… ".

Aurelio Nuño, Secretario de Educación

No importa la cuantía del salario de un trabajador, para el gobierno de Peña Nieto y los empresarios, los trabajadores siempre seremos una bola de ¡privilegiados! Ya sea que formemos parte del 62% de empleados del país que ganan apenas tres salarios mínimos al mes ($6, 403) y más aún si formamos parte de esa franja en peligro de extinción que tiene los derechos más elementales: empleo de base, pensión y jubilación, en cualquier caso somos unos ¡privilegiados! Pero, ¿quiénes son aquellos que con toda seguridad y hasta con indignación nos llaman así?

Los “lujitos” del presidente

Para muestra, el presidente. El pasado 18 de julio, en el marco de la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción, Peña Nieto, aprovechando la ocasión pidió “perdón” por el escándalo en torno a la Casa Blanca “que adquirió” su esposa –con el sudor de su frene, claro-. Con ese gesto hipócrita pretendía pasar por alto no sólo la dudosa adquisición sino también el costo de más de 54 millones de pesos del dichoso jacal.

Ya entrados en materia, también podemos señalar la adquisición del nuevo avión presidencial, un Boeing 787-8 Dreamliner, con un costo de 219 millones de ¡dólares!, eso sí: para darle “mayor seguridad” a las giras internacionales del presidente…que mucha falta nos hacen y en mucho nos sirven (sic).

Pero ahí no termina la “austeridad” del copetudo, pues de acuerdo al Presupuesto de Egresos de la Federación 2016, Enrique Peña Nieto ganará un salario anual neto de “apenas” 2 millones 989 mil 128 “míseros” pesos. ¿Y ellos nos llaman privilegiados? De una lista de 10 gobiernos latinoamericanos, el salario de Peña es el más oneroso, por encima de los presidentes de las economías más importantes del subcontinente: Brasil, Argentina y Chile.

Recordemos que no será por su inteligencia que Peña Nieto ostenta una vida tan llena de manjares. Tampoco serán por años de extenuante trabajo y dedicación, ni en el campo, ni en la industria, ni como profesor, enfermero, albañil, minero o en el empleo doméstico.

Finalmente, los empresarios están tan “ocupados”, “trabajando arduamente” que necesitan de toda una casta burocrática que represente y defienda sus intereses desde el aparato del Estado. Peña y el resto de políticos de la derecha son los empleados y de paso los cómplices de la burguesía -¡otros humildes señores!- que tienen la labor de hacer funcionar todo tipo de mecanismos de explotación para exprimir las energías de millones de desposeídos.

Para empresarios y banqueros la crisis económica mundial alimenta su necesidad de golpear más aún las condiciones de vida de la mayoría de la población. El significado de la crisis para ellos es, por ejemplo, pasar del primero al cuarto puesto en el ranking de los hombres más ricos del mundo, como ocurre con Carlos Slim. Para un trabajador la crisis es la muerte en vida: desempleo, desintegración familiar, hambre, enfermedad y una frustración permanente… ¡Vaya privilegiados que somos!

Los “privilegios” de los trabajadores

El salario mínimo en nuestro país es el antepenúltimo más bajo de todos los países de América Latina, a pesar de que el PIB mexicano es el segundo más grande de la región, únicamente por debajo del brasileño. Todo esto pareciera no importar, pues de tanto en tanto escuchamos auténticas estupideces como las del ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, el cual llegó a afirmar que “los trabajadores (mexicanos) podrían pagar casa, coche y escuela privada”. Más que un mal chiste, con estas pifias los políticos del régimen demuestran cuán ajena e imposible de interiorizar les resulta la vida de la mayoría de la población.

¡No podemos seguir viviendo así! Debemos hacer de nuestra indignación un aliciente para organizarnos, para rebelarnos contra este sistema que al mismo tiempo que nos oprime, enrolándonos en una lucha embrutecedora por la supervivencia, trata de asimilarnos ideológicamente para que aceptemos su sistema. A qué nivel de cinismo llegan que encima de todo ¡nos llaman privilegiados! Lo que sí es verdad, es que la clase trabajadora tiene la posibilidad de revolucionar la sociedad, haciendo del horror del capitalismo, una sociedad igualitaria, solidaria y auténticamente humana, socialista. ¡Ese sí es nuestro más grande privilegio histórico y los jóvenes y trabajadores vamos a ejercerlo!

¡Únete a Izquierda Revolucionaria y al CEDEP, luchemos juntos


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