A pesar de los muchos ejemplos que tenemos sobre la venganza de la naturaleza, uno de ellos y el más emblemático es la agudización del cambio climático, se sigue abusando tanto de los recursos naturales como de las poblaciones que dependen directamente de ellos. Existen al menos dos niveles de sobre explotación de los recursos:

De bajo impacto, pero con consecuencias a largo plazo, como la explotación ejercida por las pequeñas comunidades que dependen enteramente de estos recursos y que al no existir otra alternativa por parte del Estado para sobrevivir se ven obligados a explotarlos en la medida de sus necesidades, debido en parte a la falta de apoyos al campo y a altos costos de insumos y servicios. Algunas implementan dinámicas de conservación, otras no, pero por la única razón de que la decisión está entre elegir cuidar el medio ambiente a corto plazo o la sobrevivencia de su familia (16.7 millones que viven en el campo se encuentran en condición de pobreza, es decir, 61% del total, de ellos 5.2 millones están en pobreza extrema).

De gran impacto, estas son las más preocupantes porque el efecto es inmediato sobre el medio y no permite el renuevo de las especies liquidadas, ni la adaptación de las sobrevivientes. Esta explotación suele ser efectuada por instituciones gubernamentales y empresas que priorizan sus ganancias sobre los efectos devastadores que puede tener su intervención en el medio, generalmente los plazos calculados para evitarse cualquier riesgo es el sexenio en curso, fuera de ello pueden sacudirse cualquier responsabilidad y dejar las soluciones a las “catástrofes naturales” al gobierno en turno. De manera que muchas de estas alteraciones profundamente agresivas al medio suelen tener intereses económicos de fondo, un respaldo gubernamental y en muchos casos seudocientífico, y con efectos inmediatos poco o muy visibles, pero esencialmente catastróficos a largo plazo.

En México tenemos muchos ejemplos actuales sobre la problemática de la apropiación y sobre explotación de los recursos. La construcción de la presa La Parota es un ejemplo de ello, las presas suelen cambiar la configuración hidrológica regional, desabastecer y sobre abastecer algunas regiones con las consecuentes implicaciones para los ecosistemas y la población, la construcción en si misma ha implicado en más de una ocasión el despojo de tierras de los poblados aledaños. En este caso afectaría a comuneros de Acapulco, Juan R. Escudero, San Marcos, y Tecoanapa, Guerrero. Provocaría la inundación de más de 14 mil hectáreas, migración de especies, liquidación de algunas y desaparición de mantos freáticos, entre otras consecuencias. Este proyecto ha quedado suspendido gracias a la lucha de la comunidad desde el Consejo de Ejidatarios y Comuneros Opositores a La Parota (CECOP).

Otro ejemplo es la reciente destrucción de 22 hectáreas de manglar de la laguna de Tajamar, aprobado por el gobierno federal, avalado por la SEMARNAT y la PROFEPA, para la construcción de un proyecto turístico. El valor en cuanto a servicios ambientales que ofrece el manglar es incalculable, provee de un nicho ecológico a miles de especies, desaliniza el agua marina, retiene el paso de los huracanes evitando grandes devastaciones a los poblados cercanos a la costa y retiene el suelo evitando su perdida por estos fenómenos, además de ser un gran captador de CO₂, principal causante del efecto invernadero, etc.

Gran parte de las grandes devastaciones de las zonas costeras se deben a la vulnerabilidad en que se tiene a esas regiones por la pérdida de esta unidad biofísica. Por un lado la perdida de elementos ambientales, especialmente florísticos y forestales provocan el constante almacenamiento y aumento de gases de efecto invernadero, provocando la agudización del calentamiento global e impidiendo a muchas especies adaptarse a este, por lo tanto poniéndolas en peligro de extinción, además este calentamiento provoca la generación de fenómenos de magnitudes extraordinarias, ante los cuales se eleva el riego para la población humana, la flora y fauna por la vulnerabilidad a la que se les somete.

Finalmente la lucha por el territorio es otro elemento delicado, recientemente el despojo de los pobladores de Xochicuautla para la construcción de la autopista Toluca-Naucalpan refleja la política cínica de este gobierno, una política de grandes obras del “progreso” que benefician a sus amigos de Atlacomulco pasando por encima de un pueblo Otomí, de la planificación urbana, vial y ambiental.

La explotación de los recursos naturales ha sido anárquica y la naturaleza lo está cobrando, para lograr un aprovechamiento planeado y armónico con la naturaleza habrá que asegurar la base material para que la base no sean los intereses en turno de los gobiernos y la burguesía sino el interés social a largo plazo.


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