Se están cumpliendo 20 años de la huelga estudiantil en la UNAM del 1999. Marcando a generaciones de jóvenes y trabajadores, siendo referente de varias luchas por la educación pública, gratuita y digna. No se pueden ignorar los grandes sucesos y mucho menos si son parte de la memoria colectiva.

El estallido de la huelga fue la respuesta a la imposición de un nuevo Reglamento General de Pagos (RGP) por el entonces Rector Francisco Barnes, que incremento las cuotas por concepto de inscripción. Así como de las demandas del movimiento estudiantil como las reformas aplicadas en 1997, en las que la Universidad cedía su papel de evaluación e ingreso al CENEVAL.

Un día después de anunciada esta noticia, el 11 febrero de 1999, se realizó una reunión que se transformaría en la primera asamblea del movimiento, desde ahí se convocaron a asambleas en las distintas escuelas, dando como resultado un rechazo total al RGP. Para el 24 de febrero se emplaza a Rectoría a un debate público que nunca sucedió. Esta organización inicial se le conocería como Asamblea Estudiantil Universitaria (AEU) la cual realizaría movilizaciones el 25 de febrero y el 4 de marzo en contra de las cuotas. De esta serie de acciones le siguen los paros de labores el 11 de marzo, una convergencia el 18 que uniría la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas con la de los estudiantes, juntos repudiaron como el gobierno de la burguesía pretendía salir de la crisis acosta de la clase trabajadora y la juventud.  

El 16 de abril, Prepa 2 se iría a huelga tras un ataque porril. El 19 diversas escuelas de bachillerato se suman en solidaridad y el día siguiente, 20 de abril, se iniciaría la huelga total en la UNAM. Hacemos este rápido recorrido de los meses previos al estallido de la huelga indefinida porque queremos dejar de manifiesto que esta no fue el primer recurso del movimiento, sino una medida que la comunidad adopto ante la cerrazón de las autoridades y el ataque evidente al carácter público de la Universidad. 

Los medios han pretendido presentar la huelga como una medida adoptada por una ínfima minoría de activistas, lo cual es completamente falso pues la huelga fue votada por abrumadoras mayorías en las asambleas masivas que tuvieron lugar en las distintas escuelas de la máxima casa de estudios. Este conflicto evidenció la lucha de clases implícita, el enfrentamiento entre los dueños del dinero y los trabajadores y sus hijos, entre los que ven la educación como un negocio y los que vemos la educación como un derecho y una alternativa para mejorar nuestras condiciones de vida. De ahí que al movimiento se adhirieron organizaciones de trabajadores como el STUNAM, la CNTE, el SME, el SITUAM, el SITCB, trabajadores del INAH, el IPN, la UPN, las normales rurales, así como diversas Universidades de los Estados. 

A partir de estos momentos el movimiento se enfrentaría a retos como la embestida de la derecha a través de los medios de comunicación desprestigiando o silenciando las voces de sus protagonistas, y medidas como las clases extramuros o la represión en las manifestaciones. Paralelamente a ello se obtuvo un apoyo masivo de las comunidades de la cuidad: donando comida y dinero; apoyando en las guardias y en las manifestaciones; a los universitarios les llamaban los Niños Héroes de la UNAM.   

Balance y conclusiones

El movimiento tuvo avances y retrocesos, logrando la renuncia del entonces Rector el 12 de noviembre, para entonces enfrentarse a una táctica aún más feroz por parte del Estado y el nuevo Rector Juan Ramón de La Fuente. Éste convoco un plebiscito fraudulento a favor de acabar con la huelga y con ello justificar la represión haciendo uso de la Policía Federal Preventiva (PFP). El 1 de febrero del 2000 la Prepa 3 era tomada por la PFP y el 6 de febrero la misma medida seria usada para toda la Universidad, la entrada de los cuerpos militares a las escuelas marcaría el fin de la huelga que defendió la gratuidad en la máxima casa de estudios del país.  

Y aunque la huelga fue reprimida brutalmente, ésta logro frenar la aplicación de las cuotas y dio lecciones muy valiosas al movimiento estudiantil. Como la importancia del diálogo colectivo y asambleario, la oposición a las demagogias sectarias o la identificación de nuestros enemigos, esos quienes fingen hablar a favor de los trabajadores y defender la educación pero que son quienes nos rechazan de las Universidades.

A 20 años hay tareas pendientes como: la de reforzar la conciencia a través de conocer esta y otras experiencias de la lucha estudiantil, la disposición y decisión de participar y sostener la lucha hasta el final, organizar las fuerzas para trabajar de forma solidaria y no fraccionaria, construir una dirección que sea capaz de hacer realidad estrategias y tácticas acertadas que desarrollen la conciencia y organización que nos permita triunfar.  Desde entonces un grupo de huelguistas organizaban en el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) para realizar estas tareas y defender la educación pública. Hoy ese grupo es el Sindicato de Estudiantes, quienes seguimos defendiendo la huelga y su legado.

Hoy es más que evidente que esta batalla fue la escuela de muchos revolucionarios quienes ahora mismo defienden no sólo la educación pública y gratuita sino los derechos de todos, ahora, nuestra tarea es transmitir la experiencia adquirida a las generaciones que luchan por los intereses de los trabajadores y de sus hijos.


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