Hasta la primera mitad del siglo XX la UNAM seguía siendo el centro de formación de los cuadros profesionales de la clase dominante. Fue con las luchas estudiantiles de los sesentas que el Estado se vio obligado a abrirla a los jóvenes provenientes de familias obreras y campesinas, incrementando de manera sustancial sus recursos materiales y humanos.

Tras el fin del movimiento de 1968 cientos de estudiantes aún organizados se orientaron a luchar por la democratización de la enseñanza y la inclusión de contenidos críticos, ésta fue la esencia de los Colegios de Ciencias y Humanidades, proyecto de bachillerato encaminado a proveer de educación a los sectores de la población menos favorecidos. Los 4 turnos de los CCH permitían a hijos de trabajadores, y a trabajadores mismos, obtener una educación de calidad y autodidacta.

Con el movimiento estudiantil de 86-87 se vio una de las mayores expresiones organizadas en la historia de la UNAM, el movimiento estudiantil aglutinó a cientos de miles de estudiantes que, bajo la bandera de la defensa de la educación pública, emprendieron una lucha que haría cimbrar la vieja estructura priísta gobernante en el país y la Universidad.

La derrota sufrida por las autoridades universitarias entonces, obligaría a la rectoría de la UNAM a retroceder en sus intentos hasta el año de 1997, año en el que el gobierno asestó un duro golpe a los estudiantes con la eliminación de los cuatro turnos de los CCH y con ello el recorte de miles de lugares para los estudiantes así como plazas para académicos.

Desmoralizado por la derrota, y ante la ausencia de una organización seria, permanente, combativa y democrática, el movimiento estudiantil entró en una etapa de reflujo. Pero esta no duraría más allá de dos años.

En diciembre de 1998 el gobierno federal hizo visible su intento de privatizar a la Universidad más importante de América Latina. El llamado plan Barnés, impulsado por el rector Francisco Barnés de Castro, planteaba severas modificaciones al Reglamento General de Pagos. El bajo presupuesto destinado a la UNAM por el gobierno federal fue la principal excusa de las autoridades para que, a inicios de 1999, se anunciara un incremento sustancial en las cuotas para ingreso.

Pero detrás de este argumento existía en realidad un claro intento de la burguesía por finiquitar el proyecto de universidad pública en nuestro país. La apuesta era arriesgada pero traería grandes beneficios. Desmembrando a la principal institución educativa no sería difícil atacar al resto de escuelas y universidades del país.

Sin embargo, no lo lograron. El movimiento estudiantil de 1999 consiguió aglutinar a decenas de miles de estudiantes que se organizaron y dieron una batalla inédita en la universidad. Organizaron asambleas por escuelas, discutieron sobre la necesidad y obligación de defender la educación pública y eligieron delegados que les representarían en el órgano creado por ellos mismos: el Consejo General de Huelga (CGH).

Mienten cínicamente quienes dicen que la huelga del 99 fue inútil y que los estudiantes desprestigiaron a la UNAM. Olvidan convenientemente que el gobierno federal intentó destruir su esencia pública y convertirla en una institución elitista como sucede en muchas universidades norteamericanas. De no haber sido por el movimiento estudiantil, la UNAM estaría hoy dividida y atomizada, la habrían despedazado  separándola de su bachillerato y de sus institutos de investigación. En 1999 todos los que hoy ocupan cargos en la rectoría, incluido José Narro, tenían un punto de vista muy distinto sobre la gratuidad de la educación. A muchos de estos personajes se les recuerda aprobando el alza de cuotas de Barnés o dirigiendo la entrada de la policía a la UNAM.

La burguesía y el gobierno federal han sido derrotados en dos ocasiones. La UNAM de hoy, nuestra Universidad Nacional, es una conquista del movimiento estudiantil y la clase trabajadora.  Esto les resulta intolerable a Calderón y a los empresarios. Abominan que la mejor universidad de Iberoamérica, la más grande por sus recursos humanos y económicos, la que produce 80% de la investigación científica, permanezca pública, autónoma y gratuita.

Los dueños de las universidades privadas se frotan las manos ante la perspectiva del desmembramiento de la UNAM. Sus espantajos de universidades están muy por debajo del nivel de la Universidad Nacional y esto les llena de cólera. Sus universidades son por analogía un mal remedo de las universidades norteamericanas, pero sin ningún prestigio internacional y sin infraestructura necesaria para la investigación científica.

¡Esto es lo que en verdad está en juego!, ¡A esto se deben los furiosos ataques contra la UNAM!

  • ¿Defenderá Narro a la UNAM?

La confrontación entre el gobierno federal y la rectoría de la UNAM nunca había sido tan fuerte como hoy. En ningún momento sus relaciones políticas habían sido tan distantes y habían manifestado tan abiertamente el desprecio que el Estado siente hacia la principal institución de educación superior de del país.

En realidad Narro representa al sector de los viejos burócratas priístas que durante los últimos 20 años han compartido la visión neoliberal de una universidad “eficientista”, que evalúa con criterios cuantitativos y que desprecia la formación crítica. Si Narro no ha podido implementar un ataque serio contra la UNAM ha sido porque un ataque en medio del explosivo panorama nacional en que vivimos y de las multitudinarias luchas de los trabajadores podrían generar un movimiento estudiantil que rebasara los muros de la universidad inmediatamente.

A Narro le asusta esta perspectiva, y por eso se ha visto obligado a utilizar, muy a su pesar, un discurso “democrático” e “izquierdista”. Con la aprobación unilateral del Sistema Nacional del Bachillerato (SNB) y la Reforma Integral para la Educación Media Superior (RIEMS), se vio orillado a sacar desplegados en diarios de circulación nacional en donde se deslindaba de dicha reforma, decía que la universidad no se privatizaría y que el pase automático seguiría siendo “derecho irrenunciable de los universitarios”.

Pero con la crisis del capitalismo, la burguesía no está dispuesta a que el Estado siga gastando recursos en la  universidad por más tiempo. La derecha ha estado planeando recortar el presupuesto de la UNAM de manera sustancial. Las declaraciones del diputado Padilla Orozco donde se regocijaba de beneplácito ante el recorte del presupuesto de la UNAM para el año 2007, así como los ataques del panista Federico Döring, no son opiniones aisladas, representan el sentir de la derecha y sus planes inmediatos. A esto se añade los planes para recortar los contenidos críticos en la enseñanza del bachillerato como la filosofía, la teoría política y el conjunto de las ciencias sociales y humanísticas.

Presupuesto destinado a la UNAM e inflación acumulada por año

AÑO

PRESUPUESTO*

INFLACIÓN**

2000

10,686,631,573

8.96

2001

12,826,040,031

4.40

2002

14,106,594,841

5.70

2003

15,374,067,639

4.98

2004

16,456,140,562

5.19

2005

18,031,947,178

3.33

2006

19,190,124,992

4.05

2007

19,961,808,003

3.76

2008

22,223,490,070

6.53

2009

24,337,073,934

5.82***

* Fuente: Agenda Estadística de la UNAM. En millones de pesos / **Fuente: Banco México / ***Inflación estimada.
Una visión superficial arrojaría la conclusión que el presupuesto de la UNAM  se ha incrementado en 10 años. Sin embargo en el mismo lapso de tiempo la inflación acumulada ha hecho que en términos reales este haya disminuido. En 2009 se aprobó un incremento de más de 15 mil 400 millones de pesos adicionales a educación pública, la inversión en el sector universitario y posgrado representó sólo un aumento de dos centésimas porcentuales del producto interno bruto (PIB), al pasar del ridículo 0.59 a 0.61%, cuando debería ser del 8% del PIB. Un  0.2% del incremento en el PIB en contraste con la inflación del 5.8% representa un deterioro real en el presupuesto de la UNAM. Este hecho es ya de por si escandaloso.

Desde finales de los años 70, la UNAM se ha estancado, quedando muy por debajo de la satisfacción de las necesidades sociales.

Los diversos rectorados y el gobierno federal justificaron dichas medidas argumentando que la UNAM ya era muy grande e ingobernable. Esta posición hipócrita se dio justo en el momento que el Estado reformaba el artículo 3 de la Constitución  y permitía a la burguesía brindar educación privada.

Cada año los empresarios lucran con las necesidades de decenas de miles de estudiantes hijos de trabajadores que al ser rechazados de la UNAM se ven orillados a asistir a universidades patito, que no cuentan con infraestructura, ni planta académica, ni los estándares de calidad necesarios. El otro grupo de universidades, son las instituciones particulares de élite en las que se han formado los cuadros tecnócratas del gobierno federal: ITAM, Tec de Monterrey, Universidad del Valle, La Salle, etcétera.

Simplemente en 2006 la educación privada significaba el 66% de las escuelas, atendiendo al 34% de los estudiantes. Mientras el sector público representaba al 34% restante de escuelas atendiendo al 66% de la población estudiantil. Una gran cantidad de ellas se autodenominan como universidades, cuando en su mayoría sólo imparten un área del conocimiento o son las llamadas “Universidades Tecnológicas”.

¿Está justificado el crecimiento de la UNAM? ¡¡Por supuesto!!. La UNAM sigue siendo vital para el desarrollo nacional. Miles de jóvenes requieren de ella, requieren de las ciencias, las humanidades y la cultura. Sin educación y empleo el único futuro que nos depara la sociedad capitalista es la barbarie, el narcotráfico, la delincuencia.

¿Qué propone Narro? Narro no se opone al modelo neoliberal de universidad planteado durante las últimas décadas. Las diferencias con Calderón son más de forma que de fondo. Recientemente Narro anunció la creación de 10 mil lugares ¡¡VIRTUALES!! , en la UNAM. Esto es una burla, los hijos de los trabajadores no necesitan una universidad virtual sino real. Necesitan una universidad con mayor presupuesto, con más instalaciones y con mayor matrícula.

El proyecto inicial de los CCH tenía contemplado la creación de 10 planteles, ello para un México de inicios de los ¡¡70!! Cada año desde entonces la demanda de educación media superior y superior se ha incrementado exponencialmente. En medio de la crisis miles de estudiantes de escuelas privadas realizarán su examen a la UNAM con lo que incrementara la cifra de rechazados, dejando fuera principalmente a los estudiantes de escasos recursos.

Cifras de estudiantes rechazados de la UNAM

Concurso Febrero

Oferta

Demanda

No aceptados

Sistema Escolarizado

7,304

103,759

96,455

SUA

1,600

7,141

5,541

Concurso Junio

Oferta

Demanda

No aceptados

 

5,940

63,272

57,332

Total

14,844

174,172

159,328

Fuente: Agenda Estadística UNAM

Cerca de 160 mil estudiantes serán rechazados éste año de la UNAM dejándolos a su suerte y a expensas del desempleo y la violencia. Pero las perspectivas para los egresados de la UNAM no son mejores. El desempleo en 2009 se ha incrementado a casi 8% en lo que va del año. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) el 38% de desempleados son jóvenes de entre 20 y 29 años, solo en el primer trimestre del año. Y lo más escandaloso: cerca del 45% de los egresados no encuentra empleo en áreas relacionadas con su formación profesional.

Sólo el movimiento estudiantil y de los trabajadores puede defender a la UNAM de los ataques de la derecha. La política de Narro sólo entregará a nuestra Universidad a brazos del proyecto privatizador de la burguesía. En medio de la crisis y de la situación revolucionaria que vivimos se ha hecho necesario  que el movimiento estudiantil se ponga de pie y contribuya transformar la sociedad al lado de los trabajadores.

  • ¿Qué política necesita el movimiento estudiantil?

Contra el sectarismo y el reformismo.

De cara al convulsivo panorama nacional que se vive, resulta fundamental la unidad de los estudiantes y los trabajadores para derrocar al gobierno ilegítimo de Felipe Calderón, así como la reorganización del movimiento estudiantil desde las bases. Esto sólo se puede lograr con la discusión franca del programa y los métodos que los estudiantes debemos adoptar para frenar los ataques contra la UNAM.

En fechas recientes el sectarismo, ultraizquierdismo y reformismo de algunas organizaciones de activistas ha sido el freno para que los estudiantes se organicen y salgan a la lucha de manera decidida. De forma recurrente, del lenguaje maniqueo y simplista que predomina en su análisis político de la situación nacional y de la Universidad, únicamente se desprenden  acciones cortoplacistas y sectarias. En muchas ocasiones  este lenguaje y análisis ha derivado en que aquellos focos de insurrección estudiantil, que podrían significar la chispa que encendiera la pradera, se convirtieran únicamente en focos aislados de lucha sin mayor trascendencia, siendo esto la limitante constante en la defensa de la Universidad.

Durante muchos años el movimiento estudiantil de la UNAM ha tenido que remar contra grupos de activistas que se han alejado completamente de las condiciones que vivimos los estudiantes; muchos de estos se encuentran en un proceso abierto de degeneración y lumpenización y, como consecuencia, no luchan por reivindicaciones estudiantiles, pues ni entienden los problemas de los estudiantes, ni les interesan. Por si no fuera suficiente, no toleran la crítica de los estudiantes y justifican su proceder de manera mesiánica, por tener muchos años en el plantel y tener -según ellos- “experiencia” en el movimiento estudiantil. Ellos se presentan ante el movimiento como si fueran los maestros del movimiento, y a los trabajadores  y estudiantes los tratan como simples pupilos que tienen mucho que aprender.

La bancarrota de los grupos sectarios no les permite clarificar absolutamente nada. Pese a ello, los estudiantes los han soportado y tienen disposición de luchar por mejores condiciones de estudio, reflejando de esta manera el descontento que guardan con la situación nacional y la opresión cotidiana de la sociedad capitalista.

Estamos contra el sectarismo promovido por grupos que se adjudican como “el movimiento estudiantil” y actúan antidemocráticamente anteponiendo sus intereses particulares frente a los del conjunto de los estudiantes. Estamos contra el ultraizquierdismo que llama erróneamente al movimiento a dar una batalla, sin organización, planificación, alianzas con el movimiento obrero o táctica alguna. No oponemos también  al reformismo que detiene el impulso del movimiento mediante llamados dar la lucha por la vía “pacífica”, mediante los acuerdos por debajo de la mesa y abandonando los principios.

En el CEDEP – CLEP creemos que la mejor forma de empujar al movimiento estudiantil es recuperando las tradiciones combativas del movimiento estudiantil, la unidad con el movimiento obrero y la construcción de una organización nacional de estudiantes.

Como decía Marx: “La emancipación del pueblo sólo puede ser obra del pueblo mismo”. En este caso los estudiantes mismos deben ser los impulsores de una nueva organización estudiantil que rebase el infantilismo sectario y ponga al movimiento estudiantil universitario a la altura de las necesidades de lucha nacional.

Por supuesto esta es una tarea difícil. No basta con proclamarse como la organización dirigente del movimiento estudiantil ni con creerse el movimiento estudiantil como la mayoría de los grupos de activistas se autodenominan. Una organización estudiantil democrática, permanente y con carácter de clase es más que eso.

  • Defendamos un programa de lucha estudiantil

Como explicábamos más arriba, durante años el movimiento estudiantil no ha podido quitarse el ropaje de la lucha defensiva. En los últimos dos años hemos visto cómo el naciente movimiento estudiantil se ha quedado en la lucha por las demandas inmediatas. Mal aconsejados por los grupos sectarios los estudiantes han reducido sus pliegos petitorios, cuyas demandas iban más allá de lo meramente estudiantil,  a solo pequeños pliegos con demandas en contra de la represión.

El empuje del movimiento, el ímpetu y fuerza que ha adquirido, ha puesto en jaque a las autoridades universitarias una y otra vez obligándolas a solucionar de “pe a pa” todas las demandas de los pliegos sin oponer casi resistencia. Esto ha dejado a los estudiantes con un extraño sabor de boca a pesar de haber conseguido el triunfo en sus demandas, como aconteció en los hechos de 2008 con los estudiantes de las Preparatorias y los CCH. 

Todo ello ha derivado en que, una vez terminado el movimiento, no se vea la necesidad de construir una organización permanente, lo cual es un completo error resultado de las tendencias sectarias y ultra izquierdistas que no son capaces de ver el panorama mas allá de lo que tienen en las narices.

Esto mismo ha sido la base para que, tanto el Gobierno Federal como la Rectoría, una vez pasado algún tiempo, vuelvan a intentar implementar las medidas que fueron echadas abajo por los estudiantes anteriormente. Lamentablemente ha sido una táctica que les ha funcionado bastante bien, pues ante la falta de un programa ofensivo y una organización permanente que sea capaz de llevarlo a cabo, las autoridades han podido implementar una serie de contrarreformas con relativa facilidad.

Hoy mismo el Sistema Nacional del Bachillerato es un medio más por el cual Calderón, guiado por la burguesía ansiosa por poseer a la Universidad, intenta la eliminación del pase reglamentado al eliminar las diferencias entre los Colegios de Ciencias y Humanidades, Prepas, CETIS, Vocacionales, Bachilleres y demás instituciones de educación media superior sin que esto signifique una mejora en dichas instituciones sino bajar los niveles de los CCH, Prepas o Vocacionales a los de otras instituciones que han sido abandonadas conscientemente a su suerte por representar un gasto inútil para la burguesía.

Lo anterior muestra la necesidad de un programa claro que este encaminado hacia la transformación de la universidad y la sociedad. La lucha por las demandas inmediatas debe estar acompañada por una batalla ofensiva, por arrebatar a las autoridades lo que años atrás han quitado a los estudiantes.

A su vez es necesario romper con el espíritu localista, que en más de una ocasión se ve reflejado en el programa de las organizaciones estudiantiles que pugnan únicamente por la satisfacción de las demandas de una escuela o facultad específica. Desde el CLEP-CEDEP creemos necesario un programa que sea capaz de aglutinar a todas las escuelas y facultades, pues reconocemos en la unidad nuestra mayor fuerza. Es necesario vincular las demandas locales con las demandas generales de los estudiantes y estas a su vez con las de los trabajadores y demás clases explotadas, lo cual permita desarrollar una batalla frontal contra los ataques a la educación pública y gratuita.

  • Una organización permanente


Para los marxistas una organización no es sólo una estructura orgánica sino principalmente un programa, métodos e ideas correctas. Es decir, es la experiencia acumulada por las generaciones anteriores que son transmitidas a las nuevas capas de activistas, en este caso de activistas estudiantiles. Lamentablemente esto no ha sucedido en el movimiento estudiantil, teniendo este que construir de nueva cuenta una organización por medio de la cual se pueda desarrollar la batalla. Esto ha surgido como consecuencia del alejamiento de la capa más avanzada de estudiantes de las condiciones que vive un estudiante común y corriente.

Por otro lado la tendencia localista ha derivado en una desvinculación de las escuelas y facultades y que ha sido utilizado por las autoridades universitarias como por el gobierno federal para dividir al movimiento y atacar de forma separada a cada escuela. Bien decía Maquiavelo, divide y vencerás,  y eso es justamente lo que han hecho las autoridades ante la poca agilidad de las organizaciones estudiantiles de agruparse en un solo frente, fuera de todos los prejuicios, contra los ataques embestidos a la educación pública.

La historia del movimiento estudiantil, sus fracasos y sus victorias, demuestran la necesidad de una organización nacional de estudiantes que sea capaz de aglutinar a los estudiantes de diversas instituciones públicas. Una organización permanente permitiría dar una batalla frontal no solo contra los ataques que actualmente se perpetúan contra la educación pública, sino también una batalla por aquellos derechos que se han aniquilado a lo largo de los últimos años por parte de rectoría y el gobierno federal.

La formación de una organización con estas características no puede ser cosa de un decreto, sino producto mismo de la organización de los sectores más avanzados del estudiantado a nivel nacional bajo un programa claro. El programa no es una cuestión aislada de la organización, sino la medula de la misma. Este constituye las bases por las cuales la organización se guiará por la defensa de la educación pública. Por ello este debe contener las demandas de los estudiantes para mejorar las condiciones de estudio.

Los estudiantes no constituimos un sector aparte de la sociedad, ni somos una clase social. Por ello es indispensable que la organización estudiantil tenga vínculos con el movimiento obrero, pues son los trabajadores el único sector capaz de transformar la sociedad a favor de la mayoría explotada y oprimida por el capitalismo. Una organización nacional de estudiantes debe pues pugnar por la unidad entre trabajadores y estudiantes, y dar la batalla junto a ellos, que son el sujeto revolucionario bajo el capitalismo.

Compañero estudiante, compañero trabajador, los jóvenes organizados en torno al Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública- Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico te hacemos la invitación para que nos conozcas más de cerca. Intégrate y lucha con nosotros por una educación publica, gratuita, científica y de calidad para los hijos de los trabajadores. Contáctanos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

Unidos y organizados…Venceremos

 


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