A finales del año pasado en la UAM se trató de impulsar un reglamento interno, violatorio de los derechos democráticos más básicos como el de reunión y manifestación, que fue echado abajo con la movilización de decenas de estudiantes. En ese mismo periodo la supuesta acción de grupos anarquistas, como la toma de la Casa de Gobierno de Michoacán en la Ciudad de México, era la justificación que el Estado buscaba para endurecer su política represiva. Las movilizaciones de ese año, y las que desde entonces hemos protagonizado cientos de jóvenes, demostrando nuestra fortaleza y ánimo para defender nuestros derechos es fundamentalmente a lo que temen la burguesía y sus representantes. No a la acción de un puñado de valientes, sin ninguna clase de respaldo masivo, que por muy buenas intensiones no podrán transformar la situación.

Las movilizaciones contra la reforma educativa impulsadas por la CNTE, y el paro masivo impulsado en más de treinta escuelas de enseñanza media y suprior el 19 y 20 de septiembre de 2013, son ejemplos claros en ese sentido. La acción de miles de profesores y jóvenes que nos solidarizamos con el magisterio, fue no solo lo que impidió que la represión fuera más lejos sino también lo que puso en jaque al gobierno federal. La burguesía y Peña Nieto han tratado de presentar una situación oscura, argumentando entre líneas que el pueblo trabajador es apático y no se quiere movilizar. Pero los hechos dicen todo lo contrario: existen todas las condiciones para llevar nuestras luchas hasta sus últimas consecuencias y triunfar.

La acción descarada de provocadores es cada vez más evidente, y ese es un elemento que no podemos dejar de lado sino que tenemos que fortalecer nuestra organización para evitar que su acción sea la justificación que busca el Estado para reprimir a la juventud. Pero reiterar que no existe un ambiente de intimidación, sino todo lo contrario. La acción del grupo Los Murciélagos1, en la movilización del 2 de octubre del 2013 es ejemplo claro de ello. Como entonces señalábamos “La movilización ha demostrado de nueva cuenta el ánimo de la juventud para salir a las calles a luchar en defensa de sus derechos, vinculándose con otros sectores en lucha como el del magisterio democrático. Ese ha sido en el fondo la razón por la cual el Estado mexicano, que se encuentra en franca descomposición, ha requerido usar la provocación como un recurso para justificar el uso de la fuerza contra el movimiento e intentar intimidarlo para con ello tratar de bloquear el proceso de unificación que ya se desarrolla. Como nunca antes hoy cientos de jóvenes reconocemos que la lucha desarrollada por nuestros compañeros en 1968 es la misma que de la que ahora somos partícipes en contra de las reformas de Peña Nieto. Los asesinos de ayer son los mismos que hoy están planteando las contrarreformas que atentan a nuestras condiciones de vida y estudio.”2

Recientemente hemos sabido del reagrupamiento de los grupos porriles en escuelas como los CCH´s Vallejo y Oriente, e incluso el intento por deslegitimar a las organizaciones estudiantiles y activistas so pretexto del daño a instalaciones en la FES Acatlán incentivados por provocadores. Por supuesto esta clase de acontecimientos no pasan desapercibidos para las autoridades universitarias, componentes del aparato del Estado, sino que por el contrario son por ellas incentivadas sea con su silencio cómplice o con su abierto apoyo. Ello no es ninguna casualidad, las autoridades y el Estado se preparan para nuevas luchas para las que pretenden estar en mejores condiciones para enfrentar, aun sea a base de la intimidación y la fuerza. Pero no van a intimidarnos.

Las movilizaciones y luchas en las que hemos participado centenas de miles de jóvenes han sido una escuela de lucha política. Nuestra tarea es sacar el néctar de las mismas para prepararnos para las próximas batallas. La construcción de una organización nacional de estudiantes, democrática y de combate, es una de las tareas más apremiantes para estar en mejores condiciones para prepáranos. Esa organización no es solo un nombre, sino sobre todo debe ser un programa, ideas y métodos que permitan integrar a más compañeros a la lucha con tareas concretas a desarrollar. Una organización que sea capaz no solo de atraer la simpatía de miles de trabajadores, campesinos y estudiantes, sino incluso que sea capaz de organizar tareas como la seguridad de nuestras movilizaciones (un servicio de orden o comisión de seguridad que garantice la integridad de nuestros contingentes).

Esa es la organización que queremos construir en el CEDEP. Por eso invitamos a los jóvenes y trabajadores a organizarse con nosotros, para fortalecer a nuestra organización y asegurar de este modo estas en mejores condiciones no solo para dar la batalla, sino en especial para asegurar la victoria.

¡Unidos y organizados, venceremos!

¡Organízate y lucha con nosotros: afíliate al CEDEP!

1. Martínez, Sanjuana, “Murciélagos” del ejercito, el 2 de octubre de 2013, en http://www.sinembargo.mx/11-11-2013/807984
2. Ver Histórica movilización de la juventud en el 45 aniversario de 1968 en http://www.militante.org/node/2320


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