Usted sabe quiénes somos. No ignora nuestra historia. Usted y los vastos sectores del pueblo que lo apoyan, así como los académicos, intelectuales y personalidades que lo rodean, saben perfectamente que hemos enfrentado tres sexenios de horror y tragedias, desde el 22 de octubre de 2001, cuando Vicente Fox decretó el despojo de nuestras tierras para la construcción del Aeropuerto Internacional.

Lo sabe bien, porque desde entonces los pueblos afectados hemos tenido que ir con machete en mano hasta la capital, que en esos años usted gobernó, para manifestarnos y denunciar lo que hoy sigue siendo la violación más artera al derecho de vivir en paz en nuestros pueblos.

Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, el PRI, el PAN, el PRD y sus comparsas  ̶ lo que usted llama "la mafia del poder" ̶  nos han querido despojar de nuestras tierras. Durante largos diecisiete años, a sangre, fuego y billetazos, han intentado quitarnos nuestra historia, nuestra vida. Nos han golpeado con saña inaudita. Por negarnos al despojo, hemos padecido muerte, prisión, persecución y violaciones sexuales. Así pretendieron doblegarnos, humillarnos, deshacernos.  Lo único que han conseguido, lo decimos una vez más, es fortalecer nuestro amor por la tierra y nuestra convicción de defenderla. El precio que hemos tenido que pagar por ello, señor Andrés Manuel, es muy alto; usted lo sabe. 

A esta “mafia del poder”, se le suman otros insaciables, como el empresario Carlos Slim, quien ve en el nuevo aeropuerto una forma de multiplicar sus cuentas millonarias en un mundo y en un país de grotesca desigualdad. Slim ordenó mover todos los instrumentos para que nada ni nadie impida la construcción del aeropuerto de muerte. ¡Este magnate se cree gobierno y se siente con derecho a decidir sobre nuestras vidas!

De inmediato, “la mafia del poder” acató la orden y, en coro, exigió que se cumpliera la voluntad de su amo Slim. Esa “mafia del poder” es, para los pueblos que hemos luchado contra ella, la mafia del despojo. A ellos, con el machete de la dignidad en lo más alto, les decimos: ¡No vamos a entregar las tierras! Entiendan: ¡NUESTRAS TIERRAS NO TIENEN PRECIO! ¡SLIM NO ES GOBIERNO! 

Señor Andrés Manuel: 

Lo que está en juego es, ni más ni menos, que nuestra vida. Usted debe comprender que para nosotros no se trata de una obra aeroportuaria, sino de la vida y la historia de nuestros pueblos desde tiempos milenarios. Se trata de que no nos despojen de nuestras tierras. El fondo del conflicto es el lugar que han invadido para tratar imponer un gran negocio, sin importar los agravios y los daños a los pueblos, y sin importar la catástrofe ambiental y social que su ambición está provocando. Se trata de que el aeropuerto no se haga en Texcoco, por el bien de nuestros pueblos y para que no sea el dinero quien gobierne. ¡Ese es el punto!

Nuestro dilema no está en seleccionar quién o cómo habrán de despojarnos de la vida. Nuestro dilema no está en si se hace con dinero público o privado. No se trata de saber si los empresarios son “honestos” o "corruptos", o de si se hará con licitaciones transparentes, o con adjudicaciones directas. Nada de eso.

LO QUE NOSOTROS EXIGIMOS ES QUE RESPETEN NUESTRAS VIDAS, NUESTRAS TIERRAS, NUESTRA HISTORIA Y NUESTRO DERECHO COMO MEXICANOS AL BIEN COMÚN.

La pugna real, señor Andrés Manuel, es la de la madre tierra contra el dios dinero. En esa pugna, no nos cansaremos de repetirlo, nosotros optamos por la madre tierra. Para nosotros, el dios dinero –así tenga apellido nacional o de origen libanés– es sinónimo de muerte y despojo. No importa si se apellida “bueno”, “malo”, “transparente” o “corrupto”: la construcción del aeropuerto nos despoja de la vida.

El aeropuerto en Texcoco es improcedente porque los terrenos donde se construye son una zona de recarga en mantos acuíferos, con riesgos de hundimientos e inundaciones; porque su construcción acabaría con la vida de las plantas y animales de la zona causando una catástrofe ecológica, porque esa construcción es un delito ambiental que se extiende a los territorios de muchos otros pueblos donde están destruyendo cerros para sacar material o están arrojando desperdicios, matando la vida y reduciendo drásticamente la captación de agua; y porque esa construcción destruye una zona arqueológicaAsí lo ha demostrado la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad. Esta organización sabe que el capital “corrupto” o el “honesto”, el privado o el público, dañaría de igual manera el aire, la tierra y todas las especies que en la zona habitan.

Con firmeza reiteramos, sin ambigüedades ni lugar a dudas: ¡No al aeropuerto! Usted, señor Andrés Manuel, debe saber que lo único que tenemos es nuestra tierra. Para nosotros, campesinos pobres opuestos a la muerte, no hay alternativa. Usted ha dicho que, por el bien de todos, “primero los pobres”. Aquí estamos los pobres, resistiendo. ¡Defínase!. 

Señor Andrés Manuel: 

Usted se ha reunido con empresarios, con banqueros, con estudiantes de universidades privadas. ¡Qué bueno! Los ha escuchado y ha ido hasta donde ellos se encuentran.

¿Puede escuchar nuestra palabra? ¿Puede venir a nuestras tierras? ¿Puede venir a San Salvador Atenco? ¿Puede abrir sus ojos ante nosotros? ¿Puede abrir sus oídos y su corazón aunque sólo seamos campesinos pobres que se niegan al despojo y la muerte? ¿Puede escucharnos aunque no seamos banqueros ni empresarios? ¿Puede? Ojalá así sea. 

Aquí, de cualquier manera, seguiremos en pie, resistiendo.

Aquí, machete en mano, seguiremos peleando contra la mafia del despojo.

Aquí seguiremos, con el ejemplo de Zapata como manto.  

Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

¡ZAPATA VIVE, LA LUCHA SIGUE!


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