El pasado cuatro de febrero un acontecimiento insignificante, el comentario sobre la manifestación de diputados del PT en la cámara con una manta que rezaba “¿Tu dejarías que un borracho manejara tu auto? ¿Entonces por qué dejas que conduzca tu país?”, por parte de Carmen Aristegui sería la base para que en tan sólo horas fuera cesada de su empleo en MSV Radio por “violar el código de ética”.

La hipocresía de Calderón y de los medios de comunicación no puede ser mayor. Cuando en Venezuela, en mayo del 2007, el gobierno bolivariano decidió no renovarle la concesión a RCTV, significando ello que dicha televisora dejara de trasmitir, inmediatamente los portavoces de la burguesía mexicana (Televisa, TV Azteca, etcétera) salieron inmediatamente histéricos lanzando ataques rabiosos contra el presidente venezolano y contra la revolución bolivariana reclamando hipócritamente una supuesta defensa de la libertada de expresión. Dicha reacción sin considerar que dicho consorcio televisivo llamo reiteradamente al derrocamiento y asesinato de Hugo Chávez.

 Por otro lado tampoco ningún código de ética fue violado cuando gente armada al servicio de Salinas Pliego, propietario de Azteca TV, ocupó con guardias armadas las instalaciones del Canal Cuarenta en diciembre del 2002.

También cuando la reforma electoral aprobada en el 2007 definió la prohibición a particulares para comprar tiempo en radio y TV con fines políticos, la reacción fue histérica por parte de las cadenas televisivas y radiofónicas quienes veían afectado un jugoso negocio de millones y millones de pesos; desde entonces a la fecha los voceros de todos estos medios no han cejado de vilipendiar dicha reforma acusándola de que atenta contra la libertad de expresión.

Pues todos esos comunicadores y cadenas de radio y TV que en el caso de RTCV de Venezuela y de la reforma electoral del 2007 se llenaron la boca de frases en la supuesta defensa de la libertad de expresión, todos sin excepción callaron y no lanzaron ni siquiera la más tímida y velada protesta en defensa de la libertad de expresión ante el despido de Carmen Aristegui de MVS, promovido por la presidencia de la República.

Todo lo anterior solamente desenmascara la hipocresía y el oportunismos de la industria televisiva y de radio cada que se lanza en una supuesta defensa de la libertad de expresión.

Los medios de comunicación que dicen ser portadores del descontento de la sociedad, no son sino una columna más del régimen de explotación y miseria. Un ejemplo claro es la nueva Ley Electoral en donde los trabajadores y explotados somos excluidos de la posibilidad del uso del espacio radioeléctrico, pues ahora cualquier espacio tendrá que ser pagado y claro donde los empresarios tienen la primicia para su uso.

El ataque a Carmen Aristegui en el fondo refleja la enorme debilidad y, por consecuencia, el fuerte temor del gobierno ante la información e informantes que salen de su control; pero más aún, la reacción colérica de Calderón, derivando está en el despido de la periodista de MVS, sólo expresa el enorme pavor de gobierno ante una potencial reacción de las masas trabajadoras estimulada por la difusión de información que expresa el carácter decadente y podrido del actual régimen.

El pasado 15 de enero, la empresa MVS, confirmo el reingreso de Aristegui a su programa. Este elemento es de gran interés, pues ante todo demuestra la debilidad del régimen por llevar acabo cualquier medida que pretenda implementar. Cuál buen borracho, Calderón vuelve a tropezar una vez más al dar pasos vacilantes. Ello demuestra la posibilidad de derrocar el régimen y de revertir los ataques que éste ha implementado en contra de la clase trabajadora como la liquidación de LyFC, pero no sólo eso sino incluso arrebatar mejores condiciones de vida para la clase trabajadora.

El despido de Carmen Aristegui ha sido un ataque única y exclusivamente contra los derechos políticos de la clase trabajadora. Mientras la burguesía hace y deshace sin escrúpulos con el apoyo de los medios, los trabajadores somos excluidos y relegados al silencio. Por ello es indispensable que el PRD, AMLO, así como los sindicatos llamen a movilizarnos ante este tipo de ataques. Nuestras organizaciones deben ponerse en la primera línea en la defensa de nuestros intereses de clase y de la libertad de expresión. Pero no sólo eso, como hemos señalado el retorno de Aristegui a su empleo es muestra de la debilidad del régimen, el cual se cae a pedazos, un llamado serio a movilizarnos sería el principio para derrocar al gobierno espurio de Calderón. Los acontecimientos en Egipto muestran que los trabajadores por nuestro peso en la sociedad podemos derrocar a quienes implementan ataques en contra nuestra.

Los medios de comunicación no son más que los voceros de la clase dominante, es decir de la burguesía. Ante cada acontecimiento importante de la lucha de los trabajadores por la mejora de nuestras condiciones de vida, los medios masivos de información se posicionaran de lado del régimen. Los principales impulsores del fraude electoral en 2006, fueron justamente los medios quienes lanzaron chorros de veneno contra las masas que nos manifestamos ante la imposición del gobierno de Calderón. En ningún sentido estos responden a los intereses de los trabajadores, y en cambio son un serio pilar del régimen de explotación y de miseria. Por ello la única forma de evitar que este tipo de acontecimientos se sigan desarrollando es mediante la transformación socialista de la sociedad. La única forma de garantizar la apertura de los medios de comunicación a la clase trabajadora, y no sólo a los empresarios, es mediante su expropiación y su colocación en manos de toda la clase trabajadora mediante la apertura de radios y periódicos en las comunidades, las fábricas, las Universidades, etcétera.

El hecho de que haya todos los canales de televisión o estaciones de radio que sean técnicamente posibles, con absoluta libertad, sólo impidiendo que se concentren en unas cuantas manos resulta imposible dentro de los marcos del capitalismo, pues las leyes del mercado no permitirían a la población, ni siquiera a los medianos empresarios, y ya no digamos a los trabajadores que carecen de medios, competir en contra de las grandes corporaciones de comunicación. La única alternativa es el control obrero de los medios de comunicación, y la lucha por una sociedad donde la libertad de expresión sea una garantía al ser posible que la sociedad pueda hacer uso de estos, una sociedad socialista.


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