La lucha por los derechos de las mujeres ha vuelto a la agenda, como lo demuestran los movimientos de masas contra la violencia sexual, contra las mujeres en India, Turquía y Argentina; el paro nacional contra la desigualdad salarial en Islandia con posible seguimiento en otros países; acciones masivas por el derecho al aborto en España, Polonia e Irlanda, marchas masivas en contra de los feminicidios en toda América Latina, como el movimiento #NiUnaMenos en Argentina o los diferentes movimientos en México y, en todo el mundo, campañas cada vez más frecuentes como #MiPrimerAcoso, #MeToo en las redes sociales y las multitudinarias marchas de mujeres contra Trump; contra el sexismo, el acoso y la violencia sexual en la vida cotidiana. Esta vuelta del movimiento feminista a la agenda de la lucha social, sólo puede ser explicada a partir del reciente recrudecimiento de la opresión de la mujer en un contexto de podredumbre mayor del sistema capitalista, crisis y recortes sociales.

No es sorprendente que la lucha por los derechos de las mujeres haya regresado. Desde la década de 1980, las políticas de recortes y reformas estructurales, han estado chocando con los logros sociales y políticos conseguidos en la década de 1950 a través de las luchas masivas de los trabajadores, incluidos los logros de las mujeres y la comunidad sexodiversa. En la actualidad, algunos de estos logros se mantienen en la ley, en México, por ejemplo, el derecho al voto de las mujeres (que empezó en Yucatán en los 20’s), la despenalización del aborto en el 2007 (16 estados solamente y con restricciones) y la legalidad del matrimonio homosexual (2016). Pero, las condiciones en el mercado laboral se están deteriorando. El trabajo a tiempo parcial, temporal e informal está creciendo. Aunque proporciona ingresos, apenas es una base para la independencia financiera. De la mano de los retrocesos en las conquistas sociales que hemos observado por todo el mundo, las lacras del capitalismo se fortalecen y como parte de ellas el machismo institucional, convirtiéndose en el enemigo número uno para conseguir la liberación de la mujer.

La igualdad y la emancipación no pueden construirse sobre la base de un campo social en el que la creciente desigualdad se ha extendido en las últimas décadas. Las políticas neoliberales, que se han fortalecido aún más desde la crisis financiera de 2007-2008, continúan aumentando los bolsillos del 1% más rico con una parte cada vez mayor de la riqueza producida, mientras que el resto de la población debe continuar apretándose el cinturón. Si la lucha no se lleva a cabo masiva y colectivamente, las luchas desesperadas de la mayoría de la población serán solamente para compartir las migajas restantes de la mala distribución de la riqueza en manos de gobiernos y empresarios capitalistas. Sexismo, racismo, homofobia, nacionalismo, etc., son las herramientas usadas para dividir las luchas de la mayoría de la población al designar a los culpables falsos, haciendo creer que el enemigo del homosexual es el heterosexual; el del negro y el indígena, el blanco o el mestizo; el de la mujer, el hombre; y el del nativo, el migrante.

Pero es sólo porque la clase trabajadora no resiste unificadamente los ataques contra sus derechos económicos y sociales, especialmente los de las mujeres, que han podido desarrollarse estos ataques, seguido por un aumento en el comportamiento abiertamente machista. Sólo luchando podemos ganar. No es sólo por el apoyo social ante la disminución de nuestras condiciones de vida y trabajo que mantendremos nuestros logros y obtendremos nuevos derechos. Ésta es la actitud adoptada por las direcciones sindicales y las direcciones de las principales organizaciones y partidos “de izquierda” en México, que no se movilizan con las masas, sino que buscan reformas que apacigüen la lucha para que así, sus privilegios no se vean comprometidos.

Entendemos el sexismo como la ideología violenta imperante que discrimina y estereotipa dos roles sociales, el femenino y el masculino; y al machismo como las prácticas violentas que sobreponen el rol masculino del femenino.

Hoy, las luchas contra los recortes y para defender los derechos de las mujeres se están desarrollando nuevamente. Se están tomando diversas iniciativas para denunciar el machismo diario, incluso en México. El desarrollo de estos movimientos lleva a la investigación sobre los métodos que se utilizarán y el programa a defender: ¿quiénes son nuestros aliados? ¿Contra qué o contra quién luchar? ¿Qué propuestas presentar? Es para participar plenamente en este debate que Izquierda Revolucionaria lanza la plataforma de Libres y Combativas, para liberarnos de la opresión heteropatriarcal que nos somete y combatir el sistema capitalista que lo promueve.

Queremos destacar las lecciones de las victorias y luchas del pasado al defender la necesidad de construir una lucha unificada de las y los trabajadores y jóvenes contra el sexismo y el machismo, pero también contra el capitalismo que yace en su base y alimenta la discriminación. También defendemos la necesidad de una sociedad basada en las necesidades y capacidades de cada uno, una sociedad socialista que ofrezca las bases materiales necesarias para la emancipación de las mujeres. El desarrollo de las ideas socialistas en los movimientos y las ideas feministas en las luchas de los trabajadores es nuestra ambición. Esto es tanto más necesario porque una vez más hay "líderes" mujeres de las clases dominantes que no ofrecen ninguna solución para la mayoría de nosotras.

Un ejemplo reciente bien conocido es, por supuesto, la campaña en torno a la candidatura de Hillary Clinton para las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2016, respaldada por el liderazgo de las organizaciones de mujeres. Se ejerció presión moral sobre las mujeres para que votaran a su favor en lugar de su rival Bernie Sanders durante la campaña primaria demócrata. Este ejemplo lo podemos poner un poco más al sur, con las candidatas de partidos conservadores y de derecha como el PAN, ya sea el caso Josefina Vázquez Mota o ahora su supuesta candidata independiente a la presidencia, Margarita Zavala, “la Calderona”; que no tienen una política que realmente defienda los intereses de la mayoría de las mujeres. Por el contrario, ¿En dónde estaba el apoyo de Margarita Zavala en la lucha de las mujeres de Atenco? El problema es que la violencia es institucionalizada, el sometimiento de la mujer es bien aprovechado para justificar socialmente la desigualdad salarial, la discriminación, la falta de prestaciones y servicios de calidad.

El ascenso individual de las mujeres con formación profesional y la política de cuotas de género en las empresas o en las listas electorales no son soluciones en sí mismas. Libres y Combativas no es una plataforma condescendiente con la idea de cuotas o "discriminación positiva", ni con el mito de que las mujeres dirigen negocios o política "de manera diferente" o "mejor" que los hombres. Queremos luchar contra la doble jornada laboral que tienen la mayoría de las mujeres en esta sociedad. Queremos impulsar la lucha en diferentes áreas: contra el sexismo diario, contra la intimidación y la violencia machista en las escuelas, en los negocios y en las calles, contra la violencia doméstica, contra los salarios bajos y las malas condiciones de trabajo que nos permitan una independencia real.

Nuestros aliados en la lucha contra el sexismo y la opresión hacia la mujer, son nuestros compañeros que van a luchar junto con nosotras contra las políticas de recortes que atentan contra la vida y el trabajo de la mayoría de las mujeres (y hombres para el caso), así como contra este sistema capitalista que mantiene las condiciones que impiden nuestra emancipación y la de todos los grupos desfavorecidos y oprimidos de la

sociedad. Es construyendo la unidad de los trabajadores, hombres o mujeres, jóvenes o viejos, con o sin trabajo, de origen indígena o inmigrante, LGBT o heterosexual, etc. - que podemos lograr victorias manteniendo nuestros logros y conquistando nuevos derechos. Juntos, podemos ayudar a evitar que el liderazgo del movimiento de mujeres caiga en manos de Marta Lamas o Margarita Zavala, vinculadas al machismo y las políticas neoliberales que amenazan a las mujeres.


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