En los últimos años hemos sufrido el incremento de la violencia en el estado de Guanajuato. Hay una guerra sin cuartel entre grupos delictivos, grupos políticos y empresarios, siendo Salamanca el escenario de la impunidad para las desapariciones forzadas, las ejecuciones y balaceras a cualquier hora del día. Los medios de información sólo se mueven con el amarillismo y el morbo, nos exponen cómo Salamanca se ha convertido en el epicentro de la narcoviolencia en nuestro país, nos muestran las fotos explícitas de los muertos y cuentan como cifras a quienes han sido hijos, padres, vecinos y amigos.
No hay que quitar la responsabilidad individual de quienes han optado por el narcotráfico y todos sus negocios como modo de vida, que así como es una forma rápida de salir de la miseria también lo es hacia la tumba. Pero la responsabilidad principal es del Estado corrupto que ha hecho negocios millonarios con los cárteles, dejando trabajar las redes de narcomenudeo, extorsión, trata de personas y huachicoleo en todo el estado. Un muy jugoso negocio.
El narco es muerte. Muerte para el hijo, muerte para la madre, muerte para el inocente y nunca para los verdaderos responsables.
Denunciamos tajantemente a los ex gobiernos panistas que no han movido un sólo dedo en materia de educación, salud, cultura, medio ambiente (recordemos el robo millonario del Plan Salamanca), para asegurar una calidad de vida al pueblo trabajador. Hacemos responsables al panista Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, gobernador del estado, y a la expanista Beatriz Hernández Cruz, alcaldesa de Salamanca, quienes han guardado un silencio cómplice y hecho absolutamente nada con respecto a la violencia y claro, ellos con sus más de 10 escoltas, viviendo fuera de la ciudad y su cheque gordo cada mes, qué les van a importar la vida de los ciudadanos.
A nosotros no nos queda duda. Vivimos en la indefensión, tenemos la ciudad repleta de militares y policía federal que misteriosamente nunca llegan cuando se necesita, sólo cuando está comprometida la propiedad privada, como cuando “encontraron” una bolsa llena de explosivos a la salida de PEMEX.
El miedo sembrado cuando se mezcla con la falta de alternativas políticas y de organización y lucha provoca la normalización de la violencia. Podemos vivir años con rutinas que cada vez acortan nuestra libertad, de salir a la calle, de caminar en la noche, inclusive en el día.
Pero llegará la gota que derrame el vaso de la tolerancia. ¿Cuántos muertos más estamos dispuestos a poner?
Hacemos un llamado a la organización y la lucha, en cada barrio y colonia mediante asambleas, brigadas de seguridad y conformación de comités vecinales democráticos de autodefensa. Cuando hay un total abandono de las fuerzas de seguridad, nosotros nos convertimos en nuestras guardias; si el gobierno no es capaz de darnos seguridad ¡Que se vayan!
¡Organízate y lucha!