Frente a la catástrofe económica y social, ¡levantar una alternativa revolucionaria que luche por el socialismo!

Hace cuatro años, el 5 de julio, el pueblo griego se movilizaba masivamente para votar en un referéndum contra los nuevos planes de austeridad impuestos en un tercer rescate por la dictadura de la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI). A pesar de la brutal campaña internacional de miedo y chantaje, casi un 62% de los electores votaron OXI (NO) a los nuevos planes de ajuste. Días después, Tsipras y el Gobierno de Syriza cedían completamente ante la Troika, acordando un tercer rescate en condiciones aún peores a las fijadas en el plan sometido a referéndum.

El pasado 7 de julio, tras cuatro años de políticas de austeridad por parte del gobierno de Syiriza, se celebraban nuevas elecciones generales, venciendo el partido tradicional de la derecha Nueva Democracia, los abanderados del SÍ en aquel referéndum. El conservador Kyriakos Mitsotakis, con 158 escaños y el 39,53% de los votos, podrá gobernar con mayoría absoluta, gracias a los 50 escaños extra que obtiene el partido más votado en el sistema electoral griego. La burguesía europea ha celebrado por todo lo alto el triunfo de la derecha, planteado estos resultados como un ejemplo de la vuelta a la estabilidad y la moderación. Sin embargo, este análisis superficial no se corresponde con la realidad.

Nueva Democracia, una victoria no tan contundente con una abstención histórica

En primer lugar, la victoria de Nueva Democracia, con 2.251.411 votos, queda muy lejos de los 3.000.000 de votos que obtenía antes del estallido de la crisis económica, recogiendo el grueso de esos 750.000 votos más de otras formaciones de derechas ahora desaparecidas (To Potami, Anel y EK), que obtuvieron en las anteriores elecciones más de 600.000 votos conjuntamente. Realmente nos encontramos ante un reagrupamiento del voto de la derecha en torno a ND.

Por otro lado, la participación electoral ha sido la segunda más baja de la historia, solo por detrás de las elecciones de septiembre de 2015 tras el referéndum, quedándose en un 57,92%, poco más de la mitad del censo, a pesar de haberse ampliado la edad para votar por primera vez hasta los 17 años. Desde el estallido de la crisis económica la participación electoral no ha dejado de disminuir, desde porcentajes en torno al 75%, demostrando la tremenda desconfianza que siente la población griega hacia la democracia parlamentaria y las instituciones burguesas.

Otro dato significativo, a pesar de la derrota de Syriza, es que la izquierda globalmente (Syriza; Kinal; KKE y MeRA25) obtiene más votos, 2.732.517 votos frente a los 2.625.925 de las formaciones de la derecha. El KKE se mantiene en torno a los 300.000 votos, siendo incapaz de atraer a nuevos sectores de la juventud y la clase trabajadora descontentos con Syriza. Por otro lado, irrumpe en el Parlamento, con 9 escaños y casi 200.000 votos, el nuevo partido de izquierdas del ex ministro de economía Yanis Varufakis, que dimitió tras el referéndum una vez que Tsipras acepto los planes de ajuste del tercer rescate.

El partido fascista Amanecer Dorado queda fuera del parlamento, pasando de 379.581 votos a 165.709, quedando por debajo de la franja del 3% y perdiendo sus 18 escaños. El grueso de sus votantes pasa a las filas de sus nuevos competidores de extrema derecha Solución Griega, que entran por primera vez en el parlamento con 208.805 votos y 10 escaños. Un nuevo partido creado al calor del conflicto macedonio, que comparte grupo parlamentario con Vox en Europa, y que ha adoptado el discurso de nacionalismo económico de Trump o Le Pen.

La austeridad derrota a Syriza

El partido de Tsipras ha perdido 464.890 votos respecto a las elecciones de enero de 2015 y 144.730 votos respecto a las elecciones de septiembre de ese mismo año. Consigue el segundo puesto con un 31,53% de los votos y 86 escaños. Como vemos, ya perdieron el grueso de sus votos tras la traición al resultado del referéndum y tras aceptar las draconianas condiciones del tercer rescate.

Aunque Syriza haya podido evitar su hundimiento, aglutinando el voto útil de la izquierda frente a la derecha, este retroceso tiene un significado profundo. El gobierno de Tsipras ha golpeado al pueblo griego aplicando durísimos ajustes (más de 88 medidas exigidas por la troika por el “rescate” de 86.000 millones de euros), continuando las políticas de sus predecesores de ND y el PASOK, fruto de aceptar la lógica capitalista. Los propios dirigentes de la UE y de la Troika lo han elogiado públicamente, señalándolo como un alumno aventajado que ha cumplido sus deberes: nuevo recorte de las pensiones del 30% (por 20ª vez), nuevas privatizaciones continuando el desmantelamiento y venta a saldo del sector público (como el Puerto del Pireo a una compañía China), aumento del IVA y de otros impuestos directos, una nueva ley de ejecuciones hipotecarias con subastas online de propiedades de cara a embargar rápidamente a trabajadores que no puede pagar sus deudas con los bancos, etc.

Entre los tres planes de rescate Grecia ha recibido más de 286.000 millones de euros, quedando definitivamente hipotecado su futuro. En el verano de 2018 la Troika estableció el fin de su tutelaje, pero la pesadilla está lejos de haber terminado. Hoy la deuda pública alcanza un 180% del PIB griego, el paro supera el 20%, entre la juventud el 40%, y se ha destruido el 25% de PIB desde que comenzó la crisis. Según los datos del Banco de Grecia, 427.000 personas abandonaron el país desde 2008.

Tras el referéndum, el discurso de Syriza viró bruscamente cada vez más hacia la derecha. Una deriva que ha supuesto aplicar en muchos casos una política represiva y reaccionaria, tal y como ha ocurrido con los refugiados, hacinados en auténticas campos de concentración y viviendo a la intemperie. A petición de la troika, también endureció las condiciones de cara a poder convocar huelgas locales, restringiendo este derecho fundamental de las y los trabajadores. Dicha política ha implicado mantener intacto el poder económico y político de la archireaccionaria Iglesia Ortodoxa o del aparato militar. El Gobierno de Syriza, a la vez que aplicaba nuevos recortes, se negaba a recortar el abultado gasto militar, el 3º más alto de la OTAN, garantizando los negocios de los capitalistas griegos y europeos.

Lecciones de una lucha ejemplar.

La clase obrera griega, tras más de 50 huelgas generales, centenares de movilizaciones masivas en la plaza de Sygtanma, movimientos como “yo no pago” contra las eléctricas y la pobreza energética, o tras protagonizar centenares de ocupaciones de fábricas, institutos u hospitales contra los despidos y los recortes, dio una victoria histórica a Syriza con un mandato muy claro: ¡No a la austeridad y no a la Troika! Un mandato reconfirmado por el posterior resultado del Referéndum.

La clase dominante europea pretendía dar una lección a las y los trabajadores griegos y europeos, aplastando una lucha que se había convertido en un ejemplo y una inspiración para millones en todo el continente. A pesar de todo, la clase obrera griega estuvo a la altura de las circunstancias, dando la victoria a Syriza y posteriormente al OXI en el referéndum.

Ahora, dirigentes como Pablo Iglesias tratan de reescribir la historia de cara a justificar la traición de Tsipras y su Gobierno. Alegan que no había alternativa, señalando incluso, tras la derrota electoral, que tuvieron la valentía de enfrentarse a los poderosos. ¡Pero no, no fue así! Fue la clase obrera griega la que se enfrentó a los mismos, desafiando las amenazas de la Troika y del gran capital nacional e internacional. Tsipras y los dirigentes de Syriza cedieron, se arrodillaron ante los mismos, y traicionaron las aspiraciones de un pueblo dispuesto a luchar y resistir.

Un nuevo Gobierno de los ricos y para los ricos.

El nuevo presidente, Kyriakos Mitsotakis, es miembro de una de las familias más ricas de toda Grecia. Tras estudiar en los colegios y universidades más elitistas, hizo carrera profesional en el mundo de las finanzas, en la consultora McKinsey en Londres, después en una filial de AlphaBank y más tarde como director gerente de NBG Venture Capital en el Banco Nacional de Grecia. El nombre de su esposa aparece en los papeles de Panamá y él mismo fue acusado de recibir 137 mil euros en el escándalo de sobornos de Siemens. El gabinete con el que pretende gobernar supone toda una declaración de intenciones, compuesto de anteriores ministros derechistas de ND, de ultraliberales y de ex miembros de partidos de extrema derecha como LAOS o EPEN.

Entre sus medidas, bajadas de impuestos, empezando por el impuesto de sociedades y por las cotizaciones empresariales a la seguridad social, con el objetivo de atraer la inversión extranjera, y continuar reduciendo el gasto público, es decir, el gasto social, reduciendo aún más el número de funcionarios. También ha dejado clara su oposición a los convenios colectivos y sectoriales, su aversión a los sindicatos y su intención de flexibilizar aún más el ya muy precario “mercado laboral”. Ha puesto encima de la mesa la creación de universidades privadas, prohibidas ahora por la constitución, y aumentar la participación de las empresas privadas en el ámbito universitario. Las mismas recetas por tanto que han llevado a Grecia hasta la actual catástrofe social y económica, lo que implicará sin duda nuevas convulsiones. Un nuevo periodo en el que la clase obrera y la juventud, a pesar de las dificultades, se abrirá de nuevo paso a través de la lucha en las calles contra la austeridad, la miseria y todas las lacras consecuencia del sistema capitalista.


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