La Ciudad de México ha sido primordialmente de izquierda, las luchas del 68, la primavera magisterial, la huelga electricista de 1916, la mayor huelga estudiantil la de la UNAM de 1999, las enormes manifestaciones magisteriales, los mítines zapatistas de 2001 durante la marcha del color de la tierra, las marchas y el plantón contra el desafuero en 2005 y el fraude electoral de 2006 a López Obrador, así como, las recientes marchas feministas y de la diversidad, son un ejemplo de cómo esta Ciudad ha sido el epicentro de muchos movimientos sociales históricos y desde 1989 ha votado en su mayoría por partidos de la izquierda parlamentaria.

 

Para que Morena gane las elecciones este 2024 y no se desplome, tendrá que demostrar estar a la altura de la combatividad de la gente más consciente y de izquierda que habita esta ciudad, sin descafeinar la lucha, sin demagogia para tener nuevamente la misma política de siempre. El camino no es abrir la puerta de par en par a la derecha o a elementos degenerados para puestos populares, como se ha hecho hasta ahora. 

 

La alternativa no es moderar el discurso, blanquear, ni conciliar a todos los sectores y ponerse en un punto medio para tener “contentos a todos”, la alternativa es luchar de manera determinada contra la vieja política que beneficia a unos cuantos, del partido que sea y arrebatar el poder a esos privilegiados para gobernar con y para el pueblo trabajador. 

 

Elecciones del 2021

 

En las elecciones intermedias del 2021, vimos de manera alarmante un avance electoral de la derecha. La explicación que dió la dirección de Morena fue que se debía a un giro a la derecha de la población, o que los habitantes de la CDMX habían sido influenciados por la propaganda internacional golpista. La realidad, es que los anteriores gobiernos supuestamente progresistas no habían generado un cambio de fondo para las condiciones de la población, al contrario, su degeneración y mimetización con la derecha era cada vez más palpable, pese a que la población seguía votando contra la derecha oficial, así llegaron Ebrard y Mancera. 

 

Son a estos gobiernos conciliadores y derechistas a los que la población de la CDMX dedicó su voto de castigo de 2021, así cómo a la tibieza del actual gobierno para abordar demandas políticas muy sentidas para la población, como la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. No es de extrañar que la juventud haya sido la más difícil de ganar para el voto a la izquierda con una deuda tan grande como esta, además de otras carencias como la falta de resultados para eliminar la violencia machista y el acceso a una salud mental digna, etc.

 

Otro elemento que favoreció el avance de la derecha fue el descontento de la base morenista por la imposición de candidatos sin vínculo ni reconocimiento de la base militante y activa. Mientras la derecha logró cohesionar y movilizar a su base como nunca, con discursos de miedo y de odio, la dirección morenista solo lograba desmoralizar a su propia base. Aún así, un sector importante salió a pedir el voto a Morena, pero no en las mejores condiciones. La dirección no fue capaz de dotarlos de volantes, lonas o infraestructura necesaria oportunamente, aún así nuevamente un sector de la base se esforzó una y otra vez, mientras en otro el desencanto se profundizó.

 

Otro argumento de la dirección de Morena para justificar el retroceso en la vía electoral, fue la pandemia en sí misma, pero nunca se reconocieron los errores de no actuar sobre las causas de fondo como actuar seriamente contra las empresas que no pararon pese al riesgo de contagio y muerte que supuso, el gobierno federal sólo se limitó a apelaciones. Tampoco se corrigió el costo que tuvo para las capas medias y los sectores más vulnerables que laboraban en la informalidad o en negocios pequeños, ni se actuó contra el posterior empuje que la pandemia dió a la gentrificación. Menos aún les pasa por la cabeza que de haber expropiado la industria farmacéutica se habrían evitado muchas muertes.

 

En realidad son los partidos que se dicen progresistas pero en los hechos no transforman de fondo al sistema, los que han empedrado el camino para el avance de la derecha. En las elecciones intermedias de 2009 el PAN avanzó con una alcaldía, pasando de 2 a 3 gobernadas por este partido con relación a 2006, el mismo número que perdía la coalición PRD-PT. Para el 2012, la derecha cae, producto del impacto de las elecciones federales y el lanzamiento de AMLO para la presidencia, entre el PRI y el PAN, no lograron más que conservar dos alcaldías, mientras el PRD (partido de AMLO en ese momento), PT y MC consiguen 14. En 2015, ya con la existencia de Morena, el PRI, Partido Verde y PAN avanzan a 5 alcaldías, mientras Morena, en sus primeras elecciones intermedias, obtiene 5 también, el resto se reparten entre el PRD y sus diferentes alianzas. 

 

En 2018, la crisis y bancarrota del PRD como partido de izquierda se oficializa en la pérdida de popularidad, el ascenso de Morena y su alianza con el PAN y MC, con quién gana solo 4 alcaldías y el PRI una. La derecha logra mantenerse con ayuda de lo que queda del PRD, mientras que Morena con el empuje del triunfo electoral de AMLO consigue en alianza con PT y el PES 11 alcaldías, por primera vez, la izquierda remonta la tendencia ascendente de la derecha. Para 2021, la izquierda sufre un revés, obtiene tan sólo 7 alcaldías y la derecha ya en alianza PAN, PRI y PRD logra 9.

 

En 2006, 2012 y 2018, el efecto AMLO empujó a los partidos de la izquierda parlamentaria, pero en las elecciones intermedias se ve con claridad la tendencia a la pérdida de confianza localmente. El PRD se mantuvo como partido dominante durante décadas, mientras que a Morena le han bastado tres años para ser puesta a prueba para desencantar a la población capitalina. La clase obrera, en especial, hemos desarrollado el olfato político para identificar la tendencia a la perredización del partido. Es decir, contrario a las conclusiones de la dirección morenista, lo que hemos visto es una derechización del partido, no del pueblo, eso desanima el voto, desmoraliza a la base y prepara las condiciones para el avance de la derecha.

 

¿La utopía hecha realidad?

 

Sin duda la llegada de Clara Brugada como candidata a la CDMX es un triunfo de la base de izquierda del partido, lo que genera esperanza, además se trata de una mujer que viene de la lucha de abajo, barrial y feminista, por ello es atacada con tanto desprecio por la derecha que no puede ocultar su clasismo.

 

Pero esto no es suficiente, los individuos juegan un papel, por supuesto no es lo mismo Clara que Harfuch, pero la clave es el programa político que defienden. 

 

El programa de Clara tiene un fuerte componente social y progresista, sin duda genera ilusión entre un sector de la población que hable de atacar las causas de la violencia machista, que se abran espacios para la juventud y se considere más la opinión de la comunidad, que se promueva la participación de la población en la gestión de sus territorios y que se brinden espacios para los adultos mayores y las famosas utopias para contrarrestar la esclavitud doméstica, con lavanderias, comedores y atención médica y la extensión de estancias infantiles.

 

Pero la pregunta clave, es ¿Cómo lograremos esto? y las candidatas tanto Sheinbaum como Clara, responden que es posible con la austeridad republicana y la lucha contra la corrupción, principalmente, aunque también dejan abierta la puerta a la inversión privada, como los viejos gobiernos. Ni una palabra de expropiación y nacionalización de los principales sectores económicos del país. 

 

Clara dice que ella hace realidad la utopía, sin embargo, las utopías en Iztapalapa están lejos de ser la realidad de toda la población, por su insuficiencia. No significa que no sean un avance, sino que es fundamental extenderlas y convertir al conjunto del gobierno en una gestión bajo control social que tenga como prioridad asegurar estos servicios. Para lograrlo, se requieren recursos económicos que sean suficientes y  públicos porque se trata de dar servicios a la población para asegurar sus derechos, no de hacer negocio con ellos. Entonces, ¿de dónde saldrán todos esos recursos requeridos?, si no es del control absoluto de la economía nacional por parte del Estado, sino es mediante la expropiación de terrenos como ya lo hizo la misma Clara en algún momento.

 

El problema con el programa electoral en la CDMX es que busca, como lo dice Clara: “una ciudad de clases medias” en dónde “no haya tantas desigualdades” y asegura que para lograrlo “ella se reúne con empresarios”... es la misma fórmula que han usado los gobiernos anteriores, intentar conciliar intereses contrarios. Clara dice luchar por la utopía, pero se queda nuevamente en el “posibilismo” (lo que es posible ahora). Las revoluciones en la historia se distinguen por luchar por más de lo que era posible dentro de un statu quo determinado, sin esa lucha no hay una verdadera transformación, sino la vuelta una y otra vez a lo mismo pero con diferente rostro.

 

En las próximas elecciones tendremos de nuevo una gran movilización de la derecha y sus bases, en especial en la CDMX, para evitar que el abstencionismo favorezca a Morena. Pero no podemos esperar la misma movilización de la militancia morenista si los candidatos no se sienten como parte del movimiento, si no hay identificación con ellos y sus propuestas, porque no han venido del pueblo, son meros arribistas buscando un hueso. La lucha contra la derecha comenzaba desde el momento en que se abrieron las puertas a los chapulines, desde que se designaron a los contendientes y se eligieron a los “continuadores de la 4t”, la lucha contra la derecha, comienza en casa, en la lucha contra la dirección derechista que ha copado al partido.

 

Clara es un soplo fresco para la esperanza de lxs capitalinxs, por eso aventaja en las encuestas hasta hoy y tiene amplias posibilidades de ganar, sin embargo, las tendencias de fondo siguen presentes y de seguir cometiendo los mismo errores tarde o temprano la paciencia del pueblo se romperá y pasará factura. 

 

Además, la gubernatura de Clara y todo el empuje de izquierda desde la base que está generando y que generará es muy peligroso para la derecha del partido, boicotearan su gobierno desde la cámara local así como desde el partido, por eso si Clara se dice de izquierda y consecuente necesita basarse en el pueblo, en la militancia de base de izquierda, necesita llamar a la movilización, y claro que si, a la rebelión contra la dirección, y no plegarse a los designios mafiosos de la burocracia, necesita romper con ella, claro, esto no es sencillo, requiere de valentía y determinación, y esto se obtiene luchando codo a codo con la clase trabajadora y la juventud, no hay otro camino. 

 

La única posibilidad de conseguir cerrarle el paso a la derecha y evitar su avance en el ámbito electoral y político en general, es construyendo una verdadera izquierda revolucionaria, de combate y socialista que plantee un programa de transformación profunda del sistema para poner la gestión de los recursos en manos de los trabajadores y para beneficio del conjunto de la población y que además lo defienda con la movilización en las calles y la creación de comités de base y una estructura realmente democrática.


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