Parecía que después de que la oposición pelase una y otra vez y las masas demostrasen en la calle –y ahora también en las encuestas- sin ningún de género de dudas la firmeza de su apoyo al proceso revolucionario, aquel “grupo de amigos” tan inesperados que nos había salido, recuerden ustedes: nada más y nada menos que Aznar, Berlusconi, el propio Bush y en primera línea el jefe de la OEA, el ex presidente colombiano Gaviria (qué hacía Lula en medio de todos estos reaccionarios es materia de otro debate), se había olvidado un poco de nosotros. Quien más quien menos lo agradecía (con amigos así ¿quien necesita enemigos? ¡Que se lo digan sino al pueblo iraquí, el último amigo al que se han molestado en ayudar!).
Pero no, los panas son arrechos y no podían dejar olvidada a la revolución bolivariana tanto tiempo. Y, de repente, se han acordado todos juntitos y al mismo tiempo de nosotros. Y que preocupación oiga, se desvelan.
Aznar, ese presidente español en prejubilación que parece que a veces se dedica a trabajar por horas para el amo Bush –y que incluso sale de las reuniones con él hablando con acento texano (George, regálale una gorra de cowboy y se sentirá definitivamente John Wayne)- fue de los primeros en abrir el fuego: Venezuela, oiga, no debe mirar hacia un modelo económico obsoleto como el cubano. Se supone que debe mirar hacia el modelo que funciona: el de la España de Aznar, que recorta sistemáticamente los gastos sociales desde que llegó al poder, privatiza la educación y la sanidad y es el país europeo con más desempleo juvenil y más contratos temporales. O hacia EE.UU... donde el número de pobres se incrementó en 1.300.000 en un año.
El inefable secretario de la OEA también ha mostrado su preocupación por “la estabilidad de Venezuela” y parece francamente alarmado por el crecimiento de la tensión en el país y porque la retirada de los equipos ilegales de “Golpevisión” suponga un ataque a los derechos democráticos. Por supuesto, en Bolivia –sin ir más lejos- donde su amigo “Goni” se dedica a aplicar a sangre y fuego las recetas del FMI y asesina campesinos y mineros un día sí y otro también no hay tensión, ni violaciones de la democracia, ni nada que se le parezca. Al fin y al cabo es uno de los suyos y sólo está haciendo su trabajo: defender el orden capitalista y los beneficios de las multinacionales, con las armas si hace falta.
Distintos “Bushboys” también han mostrado su preocupación recientemente por Venezuela. ¿No es enternecedor?. Ha sido después de que la “periodista” Linda Robinson denunciase la existencia de bases de entrenamiento de “terroristas” en Venezuela –aquí se entrena todo el mundo, por lo visto: las FARC, el ELN, ETA y dicen que hasta terroristas islámicos. Pronto aparecerá un escuálido que ha visto a Osama Bin Laden paseando por la Plaza Bolívar (¿Estará organizando un círculo bolivariano en Afganistán? ¿O una célula de Al Qaeda en la “esquina caliente”? No se pierdan el próximo trabajo de Miss Robinson). Eso sí, la “periodista” decía luego que ella no los ha visto con sus propios ojos pero existir, existen. Como las armas de destrucción masiva iraquíes, recuerdan? (Palabra de la CIA. Amén)
Desde luego, sería para reirse si el objetivo de toda esta basura no fuese otro que intentar calumniar a la revolución venezolana y preparar el terreno para en un futuro poder intervenir contra ella. Hoy, pretenden evitar que sea un referente para otros pueblos, mañana –si pueden- intentarán otra vez tumbar este proceso. Pero de momento no pueden y se enfrentan cada vez a dificultades mayores: el sistema capitalista hace aguas en todo el mundo, el apoyo popular al proceso revolucionario venezolano resiste contra viento y marea, la movilización de las masas en toda Latinoamérica crece y los problemas del imperialismo en Afganistán y sobre todo Irak aumentan.
Sigan preocupados por la situación en Venezuela, señores, que estamos dispuestos a darles muchos más motivos de preocupación. Y gracias por su interés y amistad, nosotros también les queremos, de hecho nos encantaría tenerles cerca para poder apretarlos fuertemente entre nuestros brazos. Cualquier día de estos.

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