Las y los jóvenes no tenemos más que indignación, rabia, tristeza y miedo ante el accidente del metro –el cuarto más grave en los últimos dos años–, donde una compañera de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM falleció y poco más de cien trabajadoras y trabajadores resultaron lesionados.

Nuestra vida nos impulsa a luchar

Cientos de miles de nosotros, hijas e hijos de trabajadores no sólo de la ciudad sino también de la periferia, viajamos diariamente –ya sea para trasladarnos a nuestra escuela, trabajo o ambas actividades– viviendo en carne propia las deficiencias del transporte público causadas por diversas razones: desgaste natural y no atendido, corrupción, descuido, sabotaje por pugnas políticas, fallas humanas, etcétera.

Vemos con coraje cómo desde las esferas políticas se desprecia el transporte público del pueblo y no se atienden sus problemáticas, y únicamente se ve como una vía para hacer negocios y saquear dinero público. Un ejemplo de ello es la falta de limpieza en las instalaciones, a pesar del esfuerzo que realiza el personal, el cual, por cierto, se constituye en su mayoría por personas de tercera edad sometidas a un régimen de subcontratación y precariedad laboral extrema. 

Así es como se han ido gestando estos accidentes: menospreciando la atención, la vigilancia y la inversión en un transporte público que usamos 4.6 millones de trabajadores y sus hijas e hijos, y priorizando la corrupción y los intereses privados de unos cuantos; una vez más, la juventud y nuestras familias somos quienes ponemos los muertos. Ese es el origen de nuestra rabia y por eso queremos hacer algo, queremos luchar porque las cosas cambien.

Exigimos una investigación seria del accidente en la que no se encubra a nadie, exigimos juicio y castigo a los responsables. Dejamos en claro que aquí los que tenemos menos responsabilidad de lo ocurrido somos los usuarios y los trabajadores de base, quienes incluso día con día arriesgan su vida trabajando en las condiciones actuales del sistema.

Tragedias tan graves no pueden recaer en una sola persona ni a un sólo nivel de gobierno; en la actualidad sí se han implementado recortes en el presupuesto destinado al STC, lo que solamente agudizó el problema, haciendo oídos sordos a las necesidades que los trabajadores de base han denunciado.

También han sido responsables las políticas gubernamentales de subcontratación que han dejado en manos de empresas privadas, sin regulación, ni capacitación, tareas claves como el mantenimiento y revisión estructural.

Reclamamos llegar al fondo del asunto, pero no somos ingenuos: sabemos por nuestras generaciones pasadas que sólo a través de la organización del pueblo y su lucha se puede arrebatar justicia, transporte digno y asegurar que los recursos sean realmente utilizados para su propósito verdaderos (renovación y modernidad, mantenimiento, reparaciones, refacciones, etcétera).

¡El metro no es cuartel, fuera ejército de él!

Movilizar a más de 6 mil elementos de la Guardia Nacional no va resolver el problema, más aún si se cree que es para cuidarnos, cuando sabemos que somos la juventud quienes más hemos tenido problemas con el ejército y la policía; no sólo porque se nos criminaliza, sino porque también se nos desprecia y ningunea, además de que constantemente denunciamos sus abusos.

La presencia de la GN significa un riesgo para muchas comunidades. En el caso de los grupos sexodiversos, mujeres o migrantes, sabemos lo que es convivir de cerca con el ejército, que nos violenta sexualmente y ejerce diversas formas de autoritarismo sobre nuestros cuerpos y derechos.

Por eso, desde el Sindicato de Estudiantes exigimos su retiro de manera inmediata de todas las instalaciones del transporte público, sea metro, metrobús, etcétera. Para evitar el sabotaje tenemos que basarnos en los trabajadores honestos del sector, en su organización y administración, poner bajo control democrático de los mismos la administración para detectar y frenar los accidentes provocados, así como acabar con la corrupción, el desmantelamiento y el descuido.

Quién mejor para organizar el transporte que quienes laboran diariamente en él. Sabemos que hay charros sindicales, pero los mismos trabajadores de base les desprecian y conocen, por eso hay que apoyarse en los trabajadores y su organización para rescatar el metro de todos sus males.

Por un transporte digno y seguro para las familias trabajadoras 

Impulsamos la demanda de un transporte digno, seguro y público bajo control de las y los trabajadores. Para ello debemos luchar y movilizarnos, pero no un grupo reducido, sino un movimiento que incluya a la mayoría que usamos el transporte público. En estos momentos hay muchos trabajadores que están a la expectativa de lo que realmente está pasando y necesitamos actividades que, en vez que recriminar la falta de acción, expliquen que sólo mediante la organización y la movilización vamos a rescatar nuestro transporte.

Eso requiere un trabajo muy arduo porque requiere explicar, dialogar y organizarnos todos unidos, realmente persuadir al pueblo de unirse a la participación. Imponer acciones e incluso destruir infraestructura del metro no es la alternativa, pues esto sólo afecta el trayecto de aquellos por quienes luchamos.

Una de las tareas que tenemos como juventud es acercarnos con los trabajadores democráticos y combativos del Metro, como lo han sido las taquilleras, haciendo un llamado a la movilización en conjunto con los usuarios y demás trabajadores organizados. Debemos demandar mayor presupuesto y su democratización, y también denunciar y exigir la salida de las mafias enquistadas en los órganos directivos y en el Sindicato Nacional, saneando los recursos para que estos sean controlados democráticamente por las y los trabajadores del STC, y de esa forma sean destinados a las necesidades reales del Metro.

Los trabajadores democráticos también pueden convocar a las demás organizaciones sindicales independientes; ¿acaso no son los maestros, los electricistas, los telefonistas, quienes usan cotidianamente este transporte? El Metro lo podemos rescatar a través de la lucha organizada.

Demandamos:

  • Mayor presupuesto para el STCM, sin intermediarios y sin corrupción.
  • Retiro de la GN de manera inmediata.
  • Condiciones laborales dignas para todo el personal del transporte con salarios base, prestaciones, sindicalización y seguro de vida en caso de accidente. Basta de tercerización y precariedad laboral.
  • Demandamos la rehabilitación y mantenimiento de trenes, vías, andenes, estaciones y centros de control. En el caso del transporte terrestre, renovación y adquisición de unidades por modelos más limpios y amables con el medio ambiente.
  • Ampliar el personal de conductores, de monitores de seguridad, taquilleras, personal de mantenimiento y limpieza para dar un servicio más ágil y adecuado.

¡Ante su corrupción y negligencia, los muertos son de la juventud y clase obrera! ¡Castigo a los responsables!

¡Por una lucha unificada de usuarios y trabajadores del metro que impulse un plan de rescate del STC!

¡No son accidentes, son asesinatos!

    


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