Una mirada al pasado
La situación laboral de la mujer es un problema con muchos antecedentes, mismo que se ha visto invisibilizado, el trabajo de casa nunca ha sido considerado como tal sino ha sido visto como una obligación de los quehaceres propios de la mujer, de sus deberes, de lo que confirma si es o no una buena mujer. Aunado a esto, en décadas pasadas se precisaba al hombre como el único proveedor de las cuestiones económicas y haciendo memoria histórica vemos claramente que no ha sido así. Pues, con la precariedad de los sueldos de la clase trabajadora siempre ha sido necesario que las mujeres de manera formal o informal aporten a la casa, claro está el ejemplo con las mujeres que lavaban ajeno, planchaban o vendían algún tipo de alimento en la calle para poder completar los gastos de la casa.
¡La doble jornada laboral!
Es evidente, que tras la organización de muchas mujeres y su lucha se han conseguido varios derechos, algunos de ellos sólo se han tratado de cumplir sin llegar a hacerlo de una manera digna. Entre ellos encontramos la entrada de las mujeres al campo laboral, que en la mayoría de los casos sólo originó una doble jornada laboral, pues aparte de trabajar formalmente tienen también la responsabilidad de hacer las labores de la casa.
La precariedad laboral es una guerra de los empleadores y los gobiernos contra las condiciones de trabajo de la mayoría de la clase trabajadora. Sin embargo, es necesario precisar que las mujeres son las más golpeadas ante dichos ataques. Dicho esto, es evidente que la lucha por los derechos de las mujeres y los derechos de los trabajadores están íntimamente ligados.
También las mujeres viven aún más crudamente las malas condiciones del empleo, pues se enfrentan a diversas circunstancias que hacen que la opresión laboral sea aún más fuerte.
Desde tiempos más antiguos los puestos más importantes en los diferentes trabajos, así como los mejores remunerados eran dados a hombres, considerando a la mujer como ignorante, débil, incapaz; actualmente esto no es una generalidad en los trabajos, sin embargo dicha práctica aún se lleva a cabo en algunos lugares. Por otro lado y cercano a lo que se ha dicho, las mujeres realizan los mismos empleos que sus compañeros hombres, pagados a un sueldo menor con una brecha salarial del 18%.
Otra limitante que tienen las trabajadoras es en las horas extras, que muchas de las veces ayudan a poder percibir un sueldo mejor en ese momento, y que ellas no pueden tomarlas debido a que tienen que cumplir su otra jornada laboral en casa, estando al cuidado de los hijos, de los ancianos o personas con discapacidad, a las cuales el gobierno no ha dado atención médica y quedan en manos de las mujeres. Por otro lado, hay gran cantidad de madres solteras (una constante en la separación o divorcio de parejas es, que la mujer quede a cargo de los hijos). Esta cuestión del trabajo en el hogar no sólo genera un doble trabajo, sino que también demanda un tiempo, lo que obliga (muchas veces a las mujeres) a trabajar sólo media jornada o jornadas parciales, lo que hace que sea imposible crear independencia económica.
Son circunstanciales las razones por las cuales una mujer no alcanza una carrera completa, que van desde la idea de ¿para qué estudias si te van a mantener?, porque los padres no pueden pagar educación, por los embarazos adolescentes, porque las escuelas no son suficientes y desmotivan a seguir estudiando. Todas ellas son reflejo de la opresión del gobierno capitalista patriarcal en el que estamos inmersos. Esta parte de la profesionalización deja a las mujeres en desventaja, afectando directamente a sus puestos, su paga en el trabajo y a la mejora de las condiciones en sus prestaciones.
Algunas mujeres debido a la poca o nula escolaridad recurren a trabajos informales, domésticos o a quedarse con las labores de la casa, lo que da como resultado una desprotección total en prestaciones, atención médica y pensiones que no están presentes en ninguno de los ámbitos señalados. Por otro lado, la precarización de los puestos de trabajo y los constantes recortes al gasto público, lleva a la perdida de prestaciones como seguridad social y por lo tanto acceso a guarderías y servicios gíneco-obstétricos.
Es evidente que esta lucha es de clase, que la opresión y los golpes siempre van directo a los más desfavorecidos, pues no es la misma condición de una mujer burguesa al de una mujer trabajadora. Esta última tiene que enfrentarse a las problemáticas antes señaladas y la primera no, por el contrario, el poder en las mujeres y la condición de clase lo único que permite es oprimir al otro, al trabajador. Casos de mujeres burguesas que han tenido el poder y el dinero y que sólo lo han ocupado para su beneficio propio y perjudicar a la clase trabajadora, podemos verlos claramente con “La Gaviota”, La Gordillo, que sólo se han aprovechado de los recursos del pueblo mexicano para enriquecerse, favorecerse y que muy lejos de ser un reflejo de la equidad de oportunidades entre los y las trabajadoras, termina siendo una muestra clara de la hegemonía que ejerce la burguesía sobre la clase trabajadora.
Por lo tanto vemos que hoy en día la mujer trabajadora sufre una opresión doble, por ser trabajadora y por ser mujer.
¡Luchemos por la semana de 30 horas para combinar el trabajo con salarios decentes, vida familiar y ocio!
Esta propuesta se considera un medio de mejorar el trabajo no remunerado (trabajo doméstico, crianza de los hijos, cuidado de los ancianos,...) y estimular la igualdad de género. Con la semana de 30 horas como el nuevo estándar para todos, muchas mujeres trabajarían a tiempo completo y tendrían los mismos derechos que los hombres. A esta demanda, que apoyamos, agregamos el mantenimiento de los salarios y las contrataciones compensatorias, a fin de aumentar el poder adquisitivo y reducir la presión en el trabajo.
Es eminente toda la precariedad laboral por la que estamos pasando como clase trabajadora y que se agudiza en las mujeres, dejándolas, sin tiempo para la vida familiar, para el ocio, para la reflexión política, para ellas mismas. Por eso es que en Libres y Combativas queremos lograr un fortalecimiento de la presencia activa de las mujeres en las luchas sociales y sindicales, para que organizadas en los diferentes sectores podamos exigir la reivindicación en nuestro trabajo que sumemos a los sindicatos combativos para luchar contra los ataques de los patrones y gobiernos, para presionar a los líderes sindicales a que tengamos mejoras en el trabajo desde salarios dignos, trato justo y mejores prestaciones.