El patriarcado ha sobrevivido a muchos sistemas económicos y políticos, a través de los cuales ha logrado controlar y enajenar a todes les seres humanos que no fueran hombre cis hetero. Y si lo ha hecho, es porque ha logrado obtener fuerza de los nuevos sistemas y de los procesos históricos que los han acompañado.

El paso del feudalismo al capitalismo fue protagonizado por hombres que sustituyen a otros hombres que decían tener poder de origen divino, que los hacía dueños de tierras y vidas, para imponer un mercado de explotación del trabajo humano y de la naturaleza. Para asegurar su continuidad, transmitió el machismo de los campesinos feudales a los nuevos trabajadores. Este machismo fue detectado por Wilhelm Reich alrededor de 1930 y aún hoy lo observamos entre los obreros y en muchos grupos de izquierda.

El surgimiento del feminismo de clase arrojó una luz de esperanza para romper, desde la izquierda, con esta herencia milenaria de machismo. Incluso muchos movimientos se han nutrido de ideas provenientes del feminismo. Por ejemplo, el zapatismo: “dar voz a quienes no tienen voz” y “un mundo donde quepan muchos mundos” son enunciados de ideologías fuertemente influenciadas por el feminismo. También gracias al feminismo, y a partir de los 70s, las mujeres militantes de izquierda dejaron de estar “junto al trabajador”[1] y de “parir … guerrilleros”[2], para convertirse en protagonistas y líderes de la lucha revolucionaria.

Con esta influencia y la de los movimientos de los 60s (jóvenes, negros, guerrillas), la población homosexual inicia su lucha en esa década y se fortalece en los 70s. Nuevamente, el patriarcado y el capitalismo buscaron controlar este movimiento, aburguesándolo con el círculo de discotecas gay y excluyendo de él a las lesbianas y gays no masculinos o pobres. Pasada la irrupción de la epidemia del SIDA, se empezó a conformar una comunidad informal, identificada por siglas a las que continuamente se le agregaban letras para integrar a más expresiones no binarias: de LG (Lésbico Gay) se llegó a LGBT (Lésbico Gay Bisexual Transexual) y más letras para incluir a travestis, transgénero, intersexuales y un revolucionario et al.

Esa sucesiva y continua adición de siglas llevó a que se propusiera simplemente colocar un símbolo de más (“+”) al final, para quedar en LGBT+, asumiendo la realidad concreta, que la diversidad de expresiones sexo genéricas no cabía en siglas. No cabía en categorías de la epistemología patriarcal.

En las matemáticas discretas, que han permitido el avance de la computación y de las telecomunicaciones, se tiene un número limitado de estados de los componentes electrónicos fundamentales, los transistores. Sólo dos: encendido y apagado, cero y uno; tiene energía o no. De ahí, el amplio uso de la palabra “binario” en esa industria. Y si se usan sólo dos estados, es simplemente porque es más fácil controlar un par de estados que el número infinito de niveles de energía que realmente puede tener un componente eléctrico. En los tiempos de los discos de vinil y de las cintas de cassette, usábamos matemáticas analógicas, con dispositivos electrónicos que no se limitaban a un número limitado de estados, lo que los hacía más complejos. Por eso, la industria musical prefiere los discos compactos, el MP3 o los servicios de streaming digital, porque son más fáciles de controlar. Aunque muchos músicos y melómanos expertos sigan afirmando que, al reducir el número de posibilidades, estamos perdiendo la riqueza original de las obras.

Así el patriarcado. Buscará reducir las expresiones de la vida humana a un número limitado de posibilidades, para facilitar el control, tanto en las cuestiones sexuales y de género, como en la cultura y la ciencia. El control de quienes están del lado oprimido, de esta binariedad, por supuesto: pobres, mujeres, indígenas, y cualquier expresión diversa y oprimida.

Y así como se ha utilizado a los gays aburguesados para detener el movimiento LGBT+, para reforzar sus posiciones machistas en el espectro político, ahora el patriarcado ha empezado a utilizar a ciertos sectores que se identifican o se autodenominan feministas como ariete contra esa ampliación del espectro humano, contra esa ruptura de su categorización que le permite controlar a les seres humanes. Contra las mujeres y hombres trans.

Políticos de derecha, como el mirón lascivo y acosador sexual Gabriel Quadri, ahora dicen defender a las mujeres (a las que les asignaron ese sexo al nacer) contra el apropiamiento de sus posiciones por hombres vestidos de mujer, como ellos les llaman a las mujeres trans. Tramposamente, los políticos de derecha también se oponen a que las escasas conquistas de la población menstruante incluyan a los hombres trans. Según las pobres argumentaciones de la derecha, una mujer trans no es mujer, pero un hombre trans no puede menstruar.

Este discurso también es manejado por grupos pseudofeministas, que fácilmente se unen a grupos conservadores como la Unión de Padres de Familia. Pueden incluso atraer o influenciar a compañeras profeministas, bien intencionadas que, a falta de formación política sólida, y de una efectiva difusión de los conceptos socialistas, feministas y transfeministas, recrean este juego de la derecha patriarcal.

También tenemos académicas identificadas como feministas que se quejan de que la comunidad LGBT+ ha acaparado la agenda de la lucha contra el patriarcado. No extraña que la derecha mexicana esté en contra la lucha de mujeres y hombres trans. Sorprendía un poco que algunas académicas, identificadas como feministas, estén molestas por el activismo trans e incluso propongan hacer a un lado el concepto de género y regresar a la binariedad sexual del siglo pasado. Pero no sorprende tanto cuando revisamos su origen burgués o su aburguesamiento gracias a sus ingresos como investigadoras, financiados y aprobados por hombres cis hetero, por el capitalismo y por el patriarcado.

Un recorrido por la historia del patriarcado y del capitalismo nos permite ver con claridad como el mismo sistema es el que oprime lo mismo a la clase trabajadora que a negros e indígenas, que a mujeres a las que se les asignó ese sexo al nacer, que a gays, lesbianas y transexuales. Es un sistema que incluso ha oprimido a las mujeres de la misma clase dominante aunque estas tienen a su favor que se sirven de la opresión a los otros para obtener privilegios. La lucha es una sola, contra ese sistema de opresión llamado patriarcado y su expresión actual, en el capitalismo depredador. Reconocer la diversidad de expresiones sexo genéricas es ya un paso revolucionario. Luchar juntes contra el patriarcado y el capitalismo, es la única manera de vencerlos.

Para terminar, compartimos una minificción, llamada, “DIALÉCTICA DE LO NO BINARIO”, con perdón de Hegel y de los que sí saben de filosofía:

“Tesis: Debido a que no encajaba en la clasificación sexual binaria del milenario patriarcado, estuvo por años en un closet. En tanto, vivía una correspondencia exacta entre el sexo que le habían asignado al nacer y el género que debía ejercer toda su vida.

Antítesis: Hoy se viste de mujer o de hombre. Es la señora de las plantas, el ejecutivo de traje, el señor de botas y sombrero, y la cincuentona sexy. Tiene novia o novio; o está sola o solo, según le agrade.

Síntesis: Descubrió que la humanidad no era una caja con divisiones bien definidas, sino un espectro más difuso que las categorías binarias impuestas por el patriarcado; diverso por cualquier aspecto que se le mire. En la ciencia, en la cultura y en la expresión sexo-genérica, es imposible encontrar dos o tres categorías que puedan contener todas las posibilidades de la vida humana”.

 

[1] Inti Illimani; “El pueblo unido jamás será vencido”.

[2] José de Molina; “Madres latinas”.


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