Desde Libres y Combativas enviamos toda nuestra solidaridad a la autora de esta denuncia pública y a todas las víctimas de la violencia machista solapada por las autoridades y pertenecientes a la 4ta transformación, llamamos a dar una batalla en este ámbito pues no se puede ser congruente con una auténtica transformación sí al interior se tolera la violencia machista. ¡No están solas!

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Erradicar las violencias contra las mujeres ha sido una tarea con múltiples obstáculos. Para todas aquellas que han experimentado algún tipo de violencia, enfrentar esa realidad puede implicar una dura lucha interna; primero, para aceptarlas; después, para acudir a denunciar y que sea tomada con seriedad por las autoridades, pues, a pesar de los cambios que algunas instituciones han hecho para facilitar el acceso a la justicia, las cifras son desalentadoras: en el caso de la Ciudad de México, un 76.2% de las mujeres mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia, según datos del INEGI (2021).

Las compañeras que pertenecemos al movimiento de la 4ta. Transformación, no nos libramos de ser vulneradas, incluso dentro del mismo movimiento. Recordemos que históricamente los movimientos de izquierda no han escapado de reproducir misoginia y machismo. Un ejemplo de esto, es mi experiencia. Soy trabajadora de la alcaldía Iztapalapa, en enero de este año inicié un proceso de denuncia (que sigue en curso) ante el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar (CAVI), adscrito a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, en contra de mi pareja en ese momento, quien pertenece al personal de estructura en Territorial Cabeza de Juárez de la Alcaldía Iztapalapa. De marzo a la fecha, al seguir siendo intimidada por esta persona, ahora dentro de mi espacio laboral, decidí exponer mi situación de manera formal a las autoridades de la alcaldía Iztapalapa. Sin embargo, la respuesta ha sido insuficiente. El Director Territorial, quien se encuentra enterado del tema, nunca actuó en consecuencia. El agresor continúa laborando dentro de la Alcaldía, a pesar de que durante todo este tiempo continúo ejerciendo acciones intimidatorias y que en CAVI se determinó el daño psicoemocional, resultado de las violencias que esta persona ejerció sobre mí. Él continua en la misma área, en su posición de poder, avalado por su director y pasando por alto esta situación. Además, he sido convocada a los mismos eventos a los que mi agresor acude, generando en mí episodios de estrés, ansiedad, miedo y angustia generalizada.

Mi caso como muchos otros, evidencia la falta de un protocolo de actuación en contra de la violencia hacia las mujeres en las instituciones de gobierno, cuestión que contribuye a vulnerar la seguridad y el desenvolvimiento laboral de las mujeres; tiene como riesgo principal experimentar nuevas violencias, ya sea por parte del agresor ó de la institución, esto último se ejemplifica en el accionar de las diferentes áreas que han atendido mi situación, ya que han minimizado el caso ó simplemente han pasado la responsabilidad a otra área. ¿Qué se hace cuando una tiene que seguir trabajando frente a su agresor?, ¿Qué medidas deberían contemplar las instituciones para que durante un proceso de denuncia estos sujetos no sigan ejerciendo violencia?, ¿A caso otra vez la acción de protegernos recae solamente sobre nosotras?, ¿Qué necesitamos para ser escuchadas?

Funcionarios de distintos niveles en la estructura de la alcaldía Iztapalapa han pasado por alto que la Ley 3 de 3, impulsada últimamente en CDMX y que busca evitar que los agresores de las mujeres ocupen espacios como funcionarios públicos, se promueve, precisamente, por este tipo de casos. Mantener a los agresores en un estado de impunidad solo provoca que haya más víctimas. Avalar los dobles discursos, mancha el movimiento. No he solicitado ningún trato especial, solamente que se tomen las acciones que correspondan a un gobierno progresista, impulsor y consecuente al hecho histórico que significa la 4T.

El silencio solo beneficia a los agresores. Ignorar la situación solo hace que los espacios laborales libres, seguros, plenos, empáticos y de sororidad para las mujeres, se reduzcan, y que los violentadores perpetúen sus agresiones. Barrer la casa de dentro para fuera, como se dice; ser congruente con uno de los ejes principales de lucha: Combatir las violencias hacia las mujeres, como práctica, no solo en el discurso.

¡Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio!




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