La gran depresión: entonces y ahora
Los años veinte fueron buenos años para la economía. Fueron años de boom, acompañado de especulación. En ese período de "exuberancia irracional" se extendió la ilusión en que los buenos tiempos durarían para siempre. ¿Suena familiar? En víspera del gran crack bursátil de 1929 un periodista preguntó a un especulador cómo se podía hacer tanto dinero en el mercado. La respuesta fue: "Un inversor compra General Motors a 100 dólares (hace referencia a una acción) y vende otra a 150 dólares, que vende a un tercero a 200 dólares. Todo el mundo hace dinero". Esto parece pura magia, pero durante un tiempo puede funcionar. En un "mercado alcista", como en 1925-1929, casi todas las acciones subían y subían. Durante estos años las acciones industriales norteamericanas triplicaron su precio. Todos sabemos qué ocurrió después.
Otra característica del boom de los años veinte fueron los masivos desequilibrios globales. El imperialismo anglo-francés había salido de la Primera Guerra Mundial con victorias militares, pero económicamente herido y obligado a pedir dinero prestado a EEUU para cubrir sus deudas de guerra. El único vencedor real fue EEUU, que había demostrado ser la potencia militar y económica más poderosa del mundo. Los banqueros norteamericanos, como acreedores de británicos y franceses, exigieron saldar sus cuentas. Estos gobiernos a cambio decidieron que la única manera de pagar a EEUU era exprimir al derrotado capitalismo alemán, exigiendo reparaciones de guerra a la maltrecha economía alemana.
Las reparaciones de Alemania fueron a parar después a Gran Bretaña, Francia y EEUU. Así el resultado fue que el pobre subvencionaba al rico.
La Gran Depresión de 1929-1933 provocó en Alemania un desempleo masculino superior al 30 por ciento y la economía alemana dependía totalmente de la salud de la economía mundial. ¿Si Alemania no hubiera pagado las reparaciones, cómo Gran Bretaña y Francia habrían pagado sus deudas a EEUU? La depresión acabó con este flujo loco de dinero y con él la delicada correlación de fuerzas de la economía global. El colapso del comercio mundial (pasó de un factor de 10 en 1929 a 3 en 1933) a su vez impactó más en las principales economías nacionales. Pero como siempre ocurre los que sufren son las naciones pequeñas y pobres. Esto, como veremos, es igual hoy en día.
Burbujas
Hay sorprendentes similitudes entre el boom de los años veinte y el inevitable colofón de 1929 a 1933, con la década actual. Como todos sabemos el boom en los países capitalistas desarrollados fue alimentado por la burbuja de los precios inmobiliarios, una situación donde los precios subían porque las personas compraban y la gente compraba porque los precios subían. Se crearon enormes cantidades de capital ficticio, riqueza de papel. Por ejemplo, la producción anual del mundo en el año 2007, al final del boom, era aproximadamente 64 billones de dólares. Al mismo tiempo, la cantidad de activos financieros en el mundo ascendía a 196 billones de dólares. La cantidad total del negocio ese año fue de 1.168 billones de dólares, diecisiete veces lo producido. Eso literalmente fue un tiovivo de papel.
Estos pedazos de papel recibían su "valor" de lo que probablemente rendirían en el futuro. Como todo el mundo sabe, lo que sube debe bajar, estas expectativas de riqueza interminable eran imposibles de conseguir porque esta riqueza, en última instancia, debía ser generada en la economía capitalista real generadora de beneficios. Así que cuando finalmente el inestable boom llegó a su final todo se desmoronó.
Que una parte importante del capital generado durante el boom era ficticio se puede ver en un dato impactante. El valor total estimado de las acciones en las bolsas globales en octubre de 2007 era de 63 billones de dólares. Un año después, en noviembre de 2008, era de 31 billones de dólares. Más de la mitad del valor de todas las bolsas del mundo ha desaparecido como si fuera humo. Aunque hemos visto un mercado "alcista" de acciones desde marzo de 2009 en la mayoría de las bolsas, este hecho ilustra la naturaleza fantasmal de esta riqueza. Lo mismo se aplicaba al precio de las viviendas. En los años anteriores a este milenio no veían ladrillos ni cemento, sino valores que aumentaban. Nada más. Todos los demás activos de papel, creados por la "innovación" financiera durante el boom, también han bajado.
Crisis financiera
Esto a su vez afectó a los bancos e instituciones crediticias. Su aportación se basaba en mantener activos que al mismo tiempo no eran en absoluto valores. Esto fue catastrófico, particularmente porque las instituciones financieras, para llenar sus arcas en tiempos de boom, se habían "apalancado" en treinta veces o más. Esta expresión técnica significa que habían prestado treinta veces más dinero del que tenían. En lugar de mantener los préstamos en sus libros de cuentas de los bancos oficiales, los empaquetaron y los pasaron a unos activos financieros fantásticamente complejos.
Pero estos valores de ninguna manera estaban "olvidados". Pasaron a manos del sector bancario secundario. Las instituciones centrales de este otro sombrío mundo de las finanzas son los fondos de alto riesgo o de cobertura (hedge funds) que se han desvanecido. Los que manejaban más de 1.000 millones de dólares cayeron el año pasado un 40 por ciento. Están desapareciendo porque están perdiendo dinero de las recónditas instituciones financieras que había comprando a los bancos principales. Y sus pérdidas significan que el sector bancario oficial ha pagado un duro precio. Lehman Brothers se derrumbó en 2008 porque se había expuesto a acuerdos arriesgados y tenía más vínculos con el sector bancario secundario que cualquier otro de los jugadores principales.
El préstamo interbancario, el combustible esencial del sistema monetario mundial, se paró en seco. Ningún banco presta a otro porque no saben cuánto valen sus bienes, si valen algo, son conscientes de los demás bancos están todos en la misma posición.
Martin Wolfs resume los desequilibrios actuales en la economía mundial (Financial Times. 8/3/09):
"Cómo llegó el mundo a esta situación? Una gran parte de la respuesta es que la era de la liberalización contenía las semillas de su propia caída: este también fue un período de masivo crecimiento en la escala y rentabilidad del sector financiero, de frenética innovación financiera, de crecimiento de los desequilibrios macroeconómicos globales, de un enorme préstamos hipotecario y de burbujas de los precios de las valores.
"En EEUU, el corazón de la economía de mercado global y centro de la tormenta actual, la deuda agregada del sector financiero pasó del 22 por ciento del producto interior bruto en 1981 al 117 por ciento en el tercer trimestre de 2008. En Gran Bretaña, con su gran dependencia de la actividad financiera, la deuda bruta del sector financiero alcanzó casi el 250 por ciento del PIB...
"Estos enormes flujos de capital, por encima de las plusvalías tradicionales de varios países con altos ingresos y del floreciente excedente de los países exportadores de petróleo, en gran parte terminó en un pequeño número de países con altos ingresos y particularmente en EEUU. En el punto álgido, EEUU absorbía aproximadamente el 70 por ciento del resto del excedente de ahorro mundial.
"Mientras tanto, dentro de EEUU la ratio de deuda familiar respecto al PIB aumentó desde el 66 por ciento en 1997 al 100 por cien una década después. Lo saltos del endeudamiento familiar fueron aún mayores en Gran Bretaña. Estos saltos de la deuda familiar estuvieron sustentados, a su vez, por sistemas financieros excesivamente elásticos e innovadores y, en EEUU, por los programas gubernamentales.
"En todo el sector financiero se innovaba incesantemente. Warren Buffett, el legendario inversor, describe los derivados como ‘armas financieras de destrucción masiva'. Demostró que en parte tenía razón. En los años 2000 emergió el ‘sistema bancario en la sombra' y la banca tradicional en gran medida fue sustituida por el modelo de titularización de crear-y-distribuir a través de construcciones como las obligaciones de deuda colateral. Este modelo estalló en 2007".
Las economías "emergentes" del Este en ruinas
¿Cómo ha impactado la recesión mundial sobre los países pobres? Examinemos en particular el destino de los antiguos países estalinistas. Estas economías de Europa del Este vieron un colapso económico sin precedentes con la caída de los regímenes estalinistas después de 1989. Rusia, por ejemplo, experimentó la mayor caída de la producción desde la invasión de los mongoles que dejó pirámides de calaveras a su estela. En los primeros años del milenio actual, estos países salieron del fondo y comenzaron a remontar. Resurgieron como estados clientes desventurados de las principales potencias capitalistas.
La mayoría de las economías de Europa central y oriental han crecido aproximadamente un 5 por ciento al año desde el boom de la posguerra, acelerando su velocidad en los primeros años de este siglo. Como resultado de esta situación, muchos de sus líderes políticos han desarrollado un buque de cargo de culto al capitalismo e intentan transmitírselo a la población. Han visto su futuro como economías capitalistas "emergentes". Han copiado los peores excesos de las economías capitalistas desarrolladas y la actual recesión les ha hundido.
Al aceptar que su destino está en el capitalismo, estas economías se han basado en el comercio con occidente. Su "ventaja comparativa" está en los diferenciales salariales con Norteamérica y las economías de Europa Occidental, del orden de 7 a 1. Los capitalistas de Europa Occidental cada vez localizaron más producción en el Este y como consecuencia mermó la manufactura en occidente.
Los procesos manufactureros básicos se están transfiriendo al Este. Ucrania, por ejemplo, es un exportador masivo de hierro y acero a Europa Occidental. Se podría pensar que los países del este disfrutan de una plusvalía exportadora con occidente, más bien ha sucedido lo contrario. Los países de Europa Central y del Este han acumulado déficits del orden de un 5-10 por ciento del PIB con occidente. Letonia tiene un 23 por ciento y Bulgaria un 27 por ciento. Esto significa que estos países están gastando 5 libras por cada 4 libras que ganan. ¡Esta situación no puede continuar! Estos déficits por cuenta corriente sólo se cubrían con entradas de capital procedentes del corazón imperialista. Las entradas de capital representaban como mucho un 5-8 por ciento del PIB y financiaban aproximadamente el 70 por ciento del déficit de Europa Central y del Este.
Al mismo tiempo que se producía una salida de producción industrial básica del Este había una gran entrada de capital. En realidad, los países del Este han estado tomando dinero prestado de occidente ¡para comprar productos a occidente! De repente, cuando más necesitaban el dinero, el grifo se cerró. Las entradas de capital han colapsado. Según The Financial Times (28/1/08): "El Institute for International Finance predice que la entrada de capital neto al sector privado para los mercados emergentes este años no superará los 165.000 millones de dólares, menos de la mitad de los 466.000 millones de dólares de 2008 y sólo una quinta parte de lo enviado en el punto máximo alcanzado en 1997". En el caso de las seis naciones de Europa Central y del Este, las entradas de dinero cayeron de 161.900 millones de dólares en 1008 a 59.500 millones este año.
Crecimiento dependiente
Ahora llega el colapso de este crecimiento dependiente. Tomemos sólo una estadística. La producción industrial de Rusia sólo en enero de 2009 cayó un 20 por ciento. Estas son cifras sólo comparables a la destrucción económica de 1929-1933.
Mientras tanto, naciones como EEUU y Gran Bretaña en la práctica han estado viviendo a costa del resto del mundo, acumulando déficits comerciales con otros países y pidiéndoles prestado dinero para mantener sus niveles de consumo. Por ejemplo, el déficit comercial norteamericano con China es casi similar a la entrada de dinero Chino a EEUU. Así que China ha estado prestando a EEUU el dinero necesario para comprar sus exportaciones, pero China es un país mucho más pobre que EEUU. Esta cadena de pagos es muy similar al modelo de flujos monetarios de los años veinte. La destrucción de estos movimientos de capital en la Gran Depresión hizo la recesión más profunda y arrastró consigo al comercio mundial. ¿Podría suceder esto de nuevo? Seguro que sí.
En estos últimos años, los déficits en el sector inmobiliario, gubernamental, financiero y con el resto del mundo de países como Gran Bretaña y EEUU, han conseguido generar un boom basado cada vez más en la especulación. En los países del este hemos visto unos déficits y una especulación similar. Se ha producido una burbuja inmobiliaria en los países bálticos. Los bancos, aprendiendo de occidente, han inventado instrumentos financieros tóxicos y los han vendido como acuerdos con hipotecas dominadas por el yen, porque los tipos de interés en Japón eran bajos. En Hungría prefirieron las hipotecas en moneda suiza.
Todo iba bien mientras el tipo de cambio permanecía estable. Pero la inestabilidad en el capitalismo significa inestabilidad en los tipos de cambio. Esta inestabilidad a su vez es un producto de una desigualdad que es una característica inevitable del desarrollo capitalista. Estos desequilibrios en última instancia son insostenibles. Su "resolución" está teniendo consecuencias catastróficas para la población de la región.
Desequilibrios
Todo esto es una repetición a una mayor escala de los desequilibrios del período entreguerras. Los chinos estaban contentos con prestar dinero a los norteamericanos, para que éstos pudieran comprar los productos chinos, en forma de adquisición de activos del gobierno estadounidense. Pero esta situación no podía durar eternamente, puede que persista hasta que el gobierno chino prevea una depreciación general del dólar. Mientras la economía norteamericana acumula estos enormes déficits, la contrapartida es estar obligado a una salida neta de dólares para comprar productos extranjeros. Y si los especuladores perciben que EEUU vive a costa del resto del mundo gracias a imprimir dólares, es inevitable una huida de la moneda norteamericana.
Los países de la ECE son pequeñas economías. Eso significa que son dependientes del destino de las principales potencias imperialistas. Lo mismo se aplica a sus monedas. Después de todo, ¿quién en Gran Bretaña ha escuchado hablar del hyrvania ucraniano? Habitualmente, estas naciones han fijado sus monedas con el dólar o el euro. El mecanismo de transmisión de la crisis de un país a otro funciona a través del comercio y del flujo monetario. Estas monedas son una fuente de tensiones y desequilibrios que se ponen al límite en la recesión.
Estos tipos fijos de cambio pueden convertirse en una ola gigante de dinero global, con efectos catastróficos en la economía. Mientras sus exportaciones son más baratas como resultado de la depreciación, cada mercancía vendida en el extranjero recibe menos divisas y sus deudas cada vez son más caras. Y esas hipotecas exóticas en yenes o francos suizos ya no parecen una idea brillante cuando el dinero local se deprecia frente a las principales monedas del mundo.
Los financieros en esencia son jugadores. Apuestan sobre las perspectivas de que un país colapse. Estas apuestas son denominadas ‘credit default swaps' (CDS). Desde este punto de vista, Ucrania parece como un ganador. El tipo de sus DCS es de 3.700 puntos base (los puntos de ventaja en las apuestas sobre su posible bancarrota) comparados con los 1.000 de Letonia o los 560 de Hungría, las otras dos economías con mayor riesgo. Estos jugadores apuestan a que toda una nación sea incapaz de pagar sus deudas. Y esperan complacidos un impago soberano, un país entero en bancarrota, para poder recoger sus beneficios.
Islandia ya ha entrado en bancarrota. El pasado mes de octubre se descubrió que los magos de las altas finanzas habían creado una situación en que los bancos islandeses debían seis veces lo que producía la población islandesa en un año. En los países occidentales cuando los bancos levantaron el dedo, los ministros de economía corrieron a salvarlos porque eran "demasiado grandes para caer". ¡Pero los bancos islandeses eran "demasiado grandes" para ser salvados! Naturalmente, la población de Islandia está pagando los crímenes y las estupideces de sus banqueros.
Los efectos de la crisis ya han afectado a Hungría, Lituania y Letonia. Otros países de la región también están en peligro. Los gobiernos están cayendo como bolos. Para este caos económico y político no hay final a la vista. En Islandia la izquierda ha llegado al poder, pero le toca hacer el trabajo de limpiar todas las cenizas provocadas por el fuego del capitalismo y hacer los recortes exigidos por el Fondo Monetario Internacional.
El FMI
El FMI es el policía financiero. Estabiliza las economías capitalistas a costa de la población. Por ejemplo, el déficit de Estonia con occidente ha caído al 15 por ciento del PIB. Para recortar este déficit, el PIB debe caer un 15 por ciento. Esa es la receta del FMI.
Como el fantasma del banquete, el FMI siempre ayuda a empeorar las cosas. ¿Qué proponen? Exigen que los países a su merced recorten el gasto público. Letonia ha reducido 913 millones de dólares (5 por ciento del PIB), una gran suma de dinero para un país con sólo 2 millones de habitantes.
Los lectores observarán que a países bajo el signo de la recesión como Gran Bretaña y EEUU les permiten seguir aumentando sus déficits. Son reticentes a recortar el gasto público porque saben que eso empeorará la recesión. El FMI insiste exactamente en eso. El FMI está deliberadamente empeorando el desempleo y el sufrimiento de los pobres. ¿Qué tipo de medicina es esa? Representa los intereses de la clase capitalista en los países imperialistas dominantes.
El periódico The Observer (26/4/09) decía lo siguiente: "Un análisis de la nueva oleada de préstamos [del FMI], realizado por Mark Weisbrot y sus colegas del Centre for Economic Policy Research (CEPR) de Washington, encuentra que cada uno contiene una política pro-cíclica" (es decir, empeora la recesión). "MIentras el FMI ha encabezado el argumento del estímulo fiscal a gran escala en el mundo rico para arrancar el crecimiento económico, al mismo tiempo, el CEPR señala cómo los países que recurren a préstamos de emergencia tienen que reducir el gasto y sus déficits presupuestarios.
"Por ejemplo, Pakistán ha prometido reducir su déficit del 7,4 al 4,2 por ciento del PIB este año. ‘Puede que sea un objetivo deseable, pero es cuestionable si esta reducción se debería hacer toda este año, cuando la economía está sufriendo varios golpes externos que están reduciendo la demanda privada'. Es lo que dicen Weisbrot y sus coautores...". Pero ¿a quién le importan los pobres pakistaníes? Por supuesto no al FMI.
En el G20 a principios de abril, las grandes naciones capitalistas hicieron sonar las fanfarrias para aumentar el fondo de "ayuda" del FMI para las naciones pobres que están sufriendo una crisis profunda. En medio de una recriminación silenciosa, las naciones ricas han sido incapaces de acordar cómo aflojar el dinero en efectivo. Es una medida de la profundidad de la crisis que el FMI, y los países ricos a los que representa, ha perdido el control de la situación.
Repercusiones políticas
Todo parece malo para las "economías emergentes". Esta situación ya está teniendo repercusiones políticos predecibles. Según Jason Burke (The Observer. 18/1/09): "Europa del Este está dirigiéndose a un ‘descontento primaveral' violento", según dicen los expertos en la región, temen que la crisis económica global genere una explosión popular violenta en las calles.
"La crisis financiera está golpeando duro a países como Bulgaria, Rumania y los estados bálticos que se enfrentan a una profunda desestabilización política y agitación social, además de un aumento de las tensiones raciales...
"Según las estimaciones más recientes, las economías de algunos países europeos del este, después de tener un crecimiento de doble dígito casi durante una década, se contraerán más de un 5 por ciento este año, con una inflación superior al 13 por ciento. Hay mucho miedo en Rumania que junto con Bulgaria entraron en la UE en 2007, y podría ser el siguiente en sufrir grandes desordenes públicos.
"'En unos cuantos meses habrá gente en las calles, eso es seguro', dice Luca Niculescu, un ejecutivo medio de Bucarest. ‘Cada día sabemos de otra fábrica cerrada o trasladada al exterior. Hay un nuevo gobierno que no ha demostrado ser demasiado eficaz. Estamos habituados a tasas de crecimiento altas. Es un cóctel explosivo...'
"Marius Oprea, asesor de seguridad para el último gobierno rumano, dijo que la crisis económica significaría problemas serios para la clase media". (¡Y no sólo para ellos!). "Y añadió: ‘Habría una caída del ingresos por impuestos que llevará a problemas económicos importantes para los presupuestos del estado. El número de trabajadores públicos se reducirá y sus salarios cada vez valdrán menos...'".
"Jonathan Eyal, un especialista regional del Royal United Services Institute de Londres, dijo que los países de Europa del Este estaban mal equipados para tratar el impacto de la crisis global y con riesgo de una ‘explosión social'.
"'Son economías frágiles... con estructuras políticas quebradizas, partidos políticos no bien formados e instituciones débiles. Están mal preparadas para lo que les espera'". Eyal decía que "El año pasado fueron el corazón de los países occidentales los que estaban en una situación delicada, ahora es la periferia más débil la que sufrirá la embestida de la crisis'".