¿Cómo luchar por el control obrero en Venezuela?

Introducción.

Tras el golpe de Estado y  el paro patronal de 2002-2003,  una de las estrategias centrales de la burguesía venezolana y el imperialismo contra la revolución ha sido el sabotaje económico. Este sabotaje se ha materializado en el cierre masivo de empresas y  despido de trabajadores. El mismo es  la  expresión gráfica del carácter parasitario de la burguesía venezolana que, incapaz de desarrollar el país, destruye su aparato productivo.  Luchando contra  esta política de los capitalistas,  la clase trabajadora encabezó  innumerables conflictos  en todo el país. Generalmente los cierres patronales  iban precedidos de explotación y abusos patronales  que empujaban a los trabajadores a tomar la planta para protegerse. Así  los trabajadores ocupaban  las plantas para preservar tanto sus empleos como  sus derechos laborales y prestaciones. Invepal, Inveval, Sanitarios Maracay, Cementos andinos, Vivex, La Gaviota, entre otras  muchas empresas, son ejemplo de esta situación propiciada por la burguesía.

El presidente Chávez recogió este ambiente entre los trabajadores en 2005 cuando lanzó la consigna de “fábrica cerrada fábrica tomada”, que sirvió para impulsar este movimiento de ocupación de empresas, lucha  por su estatización y control obrero desde el paro patronal hasta nuestros días. En el éxito y extensión  del control obrero se juega  el futuro  de la revolución bolivariana.

Las nacionalizaciones de empresas básicas en Guayana y el impulso por el control obrero que ha dado el presidente Chávez ha puesto sobre la mesa el debate de  qué es el control obrero, cómo se organiza el control obrero en las empresas,  cómo fortalecer el control obrero con el fin de que sea  modelo para toda la industria nacional. Es importante  tener un conocimiento claro de qué es el control obrero y que fines busca, para no ser confundido por los  enemigos del mismo. Por un lado, la burguesía  pone el grito en el cielo cuando se habla de control obrero de la producción y quiere liquidarlo.  Por otro,  la burocracia reformista que anida en el seno del Estado burgués, habla a favor del control obrero, pero con sus actos lo sabotea continuamente. La burocracia juega con la confusión en el movimiento obrero acerca de qué es el control obrero para paralizar a los trabajadores y derrotarlos. Su fin es el mismo que el de la burguesía: siembra caos  y  confusión para  hacer fracasar las empresas ocupadas o nacionalizadas que tengan o se aproximen al control obrero.

Este folleto pretende aclarar qué es el control obrero de la producción para combatir la confusión burocrática y reformista. Esta confusión  ha producido graves daños, como se relata en el mismo. Un ejemplo fue el caso de la cogestión.  Ésta  buscaba mediante el cooperativismo y diversas formas de propiedad social entre el Estado, los trabajadores y, en algunos casos, los empresarios  levantar la producción nacional. ¿Alguien se acuerda de Fábrica Adentro? ¿Qué fue de los proyectos de los empresarios socialistas?   En su gran mayoría terminaron en fracaso, con dinero del Estado dilapidado. Para hacer avanzar la revolución es necesario saber reconocer  nuestros déficits y errores con honestidad y valentía  con el fin de solventarlos. Uno de ellos es pensar que existe un sector de los capitalistas que tiene intención de invertir en el país y desarrollarlo. Este folleto contesta a estas ideas reformistas. También desmonta el intento de los burócratas de enfrentar los consejos de trabajadores a los sindicatos. Buscan con ello  enfrentar y dividir a los trabajadores dentro de las empresas nacionalizadas.  El folleto demuestra que ambos son necesarios y complementarios.

El control obrero de la producción, en una o varias empresas, es una situación excepcional y temporal. Sólo se puede dar en medio de una situación revolucionaria, cuando la burguesía esta desorientada o  debilitada y el aparato del Estado burgués se descompone y es  incapaz de desarrollar sus funciones como instrumento de represión de los capitalistas contra los obreros y el pueblo. Sólo en esa situación es posible que los trabajadores puedan tomar fábricas y mantenerlas durante cierto tiempo.  De ello  se deduce que el control obrero en una o varias empresas, únicamente  puede ser la antesala de que la clase trabajadora tome el poder del conjunto de la industria (que todas o la mayor parte de las fábricas estén bajo el control de los trabajadores) así como el control político del país, creando un Estado revolucionario controlado por ella misma.  Lo contrario también es cierto. Si la clase trabajadora no aprovecha el impulso revolucionario para apoderarse del aparato productivo  y destruir el aparato estatal capitalista, las empresas que estén bajo control de sus  trabajadores quedarán aisladas.  A la par que este proceso, la burocracia estatal, que es el mecanismo de transmisión del poder capitalista, volverá a ganar confianza en sí misma. El resultado final es que  la burguesía volverá a recuperar tanto la iniciativa como sus fuerzas, recomponiendo el aparato represivo para lanzarlo contra los trabajadores. Evidentemente, la primera y más urgente de las arremetidas contra la clase obrera  será contra  el sector más avanzado de  las fábricas ocupadas, nacionalizadas.

La principal idea de este folleto es que el debate sobre el control obrero es muy importante aunque  insuficiente por sí mismo para lograr que el control obrero se imponga en nuestro país.

El control obrero se desarrollará  exitosamente  si desde los trabajadores de las  empresas que lo implementan, ayudadas por el resto de la clase obrera organizada, se consigue extender el control obrero de la producción al resto de la industria pública y privada  del país. Marx decía que un paso adelante del movimiento vale más que una tonelada de teoría. Concretamente, la toma  bajo control obrero y su posterior expropiación de un grupo de empresas amplio, (100, 200, 1.000 a nivel nacional) sería el auténtico impulso para el control obrero  y salto definitivo para la revolución  socialista.  Por ello, la conclusión  de este folleto es eminentemente práctica: la vanguardia de los trabajadores en el PSUV y la UNETE debe organizarse para que la clase trabajadora en su conjunto se ponga al frente de la revolución por la vía de los hechos, extendiendo el control obrero a lo largo y ancho de nuestro país mediante la extensión de la lucha, la toma y la nacionalización de empresas bajo control obrero, coordinándolas a nivel local, regional y nacional. Ésa es la tarea principal que impulsamos los camaradas de la CMR y el FRETECO.

El mismo se compone de tres partes y un anexo. La primera explica algunos conceptos básicos del funcionamiento del sistema capitalista de producción, necesarios para entender el desarrollo de la lucha de clases en el cual se genera el control obrero;  la segunda aborda el tema del socialismo y el papel que debe jugar la clase obrera en su construcción; y la tercera se refiere al control obrero, qué es, su origen y experiencias, y la forma de desarrollarlo y extenderlo. Siguen los anexos que ampliarán y detallarán más los conceptos abordados en este trabajo, a través de ejemplos y propuestas concretas.

Algunos conceptos previos para entender al capitalismo

1.1.- ¿Qué son las fuerzas productivas?

Las fuerzas productivas están conformadas por las materias (vegetales, minerales o animales) que van a ser transformadas por la fuerza del trabajo (trabajadores) utilizando los medios de producción (herramientas, máquinas, fábricas, etc.) en bienes de consumo (alimentos, vestidos, viviendas, utensilios, etc.).

1.2.- ¿Qué son las relaciones de producción?

Desde que los seres humanos se organizaron socialmente tuvieron que relacionarse entre sí para poder comenzar a producir sus medios de subsistencia. Estas relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad y han variado en el tiempo de acuerdo al grado de desarrollo que han tenido en ellas las fuerzas productivas. A cada sociedad que ha existido en la historia le ha correspondido un modo de producción determinado donde se pueden distinguir los dos elementos anteriores: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Los seres humanos entran en determinadas relaciones para poder llevar a cabo la producción de los bienes deseados, denominadas relaciones de producción. Estas relaciones pueden tener un carácter técnico o social. Las relaciones técnicas de producción derivan de la relación existente entre el trabajador y el control que posee sobre los medios de trabajo y sobre el proceso de trabajo en general. Las relaciones sociales de producción derivan de la clasificación que podemos establecer entre los agentes que participan en el proceso de producción en cuanto a la propiedad o no de los medios de producción, es decir, si son propietarios o no son propietarios de los medios de producción. En este sentido, se pueden establecer relaciones sociales de colaboración (si todos son propietarios de los medios de producción, en cuyo caso ningún sector de la sociedad vive de la explotación de otro), o relaciones de explotación, de exclusión, de dominación (si unos son propietarios de los medios de producción y otros no). En este último caso la relación de dominación es una relación explotador-explotado, en la medida en que los propietarios de los medios de producción viven del trabajo de los no propietarios. Para Marx, esta relación de explotación es la típica de las sociedades clasistas: la sociedad esclavista, la feudal y la capitalista. Resumiendo, la relación entre trabajadores y empresarios es una relación entre explotados y explotadores.

1.3.- ¿Cómo surgió esta relación de explotación entre trabajadores y capitalistas?

Su origen radica, en primer lugar, en la separación de los productores de sus medios de producción. Antes de que existiera el capitalismo los trabajadores (artesanos) eran los dueños de sus herramientas y con ellas trabajaban en sus pequeños talleres artesanales o en sus casas y fabricaban productos que cambiaban o vendían y así cubrían sus necesidades y las de sus familias. “No se trata aquí de gente condenada a morir de hambre si no vendían su fuerza de trabajo. En una sociedad tal no existía la obligación económica de ir a ofrecer los propios brazos, de ir a vender la propia fuerza de trabajo a un capitalista” (1). A raíz del desarrollo de los medios de producción, las máquinas y las herramientas se volvieron muy costosas y los trabajadores artesanales no las pudieron comprar, fueron los capitalistas con el dinero obtenido de sus actividades especulativas los que compraron y se hicieron dueños de los nuevos medios de producción. A continuación, constituyeron estos medios de producción en un monopolio en manos de una sola clase social, la clase burguesa. Es así como aparece otra clase social, el proletariado, compuesta por los antiguos trabajadores artesanales, los campesinos que habían sido despojados de la tierra y los numerosos pobres urbanos que, al quedar separada de sus medios de producción, no tiene más recursos para subsistir que la venta de su fuerza de trabajo a la clase que ha monopolizado los medios de producción. En Venezuela, el actual proletariado desciende de los miles de campesinos pobres que tuvieron que abandonar la tierra en una primera oleada durante la dictadura de Gómez, para ir a trabajar a lo campos petroleros o a las construcciones de carreteras, y luego, en una segunda oleada durante la dictadura de Pérez Jiménez, para trabajar en la construcción de obras públicas o en las nacientes industrias capitalistas.

 “El modo de producción capitalista es un régimen en el que los medios de producción se han convertido en un monopolio en manos de la burguesía, y en el que los trabajadores, separados de dichos medios de producción, son libres, pero están desprovistos de todo medio de subsistencia, y, por consiguiente, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los propietarios de los medios de producción para poder subsistir” (1).

1.4.- ¿Qué es la lucha de clases?

Las clases sociales derivan de la división social del trabajo impuesta por las relaciones de producción, en el capitalismo esas clases sociales son la burguesía, dueña de los medios de producción, la clase obrera o proletariado, que debe venderle su fuerza de trabajo a los burgueses capitalistas a cambio del salario, y la clase media o pequeña burguesía, profesionales universitarios, pequeños propietarios, etc, que, en la medida que el sistema capitalista ha colapsado y, deben vender su fuerza de trabajo cada día por menos dinero con lo cual también se han ido proletarizando. Los capitalistas explotan a los trabajadores pagándoles por su trabajo un salario que equivale a una pequeña parte de lo que ese trabajo vale, esa diferencia entre lo que vale el trabajo de los obreros y los que les paga el capitalista es la plusvalía.

 Con la plusvalía que les roba a los trabajadores el empresario sigue aumentando su capital mientras los condena a llevar una vida de miseria. Evidentemente, los intereses de trabajadores y capitalistas no son los mismos, son antagónicos, mientras el capitalista quiere que el trabajador trabaje cada día más por menos dinero, el trabajador quiere lo contrario: trabajar cada día menos por más salario, y ello los lleva a enfrentarse, en definitiva, ambos luchan por la plusvalía, por la riqueza, que producen los trabajadores y que los capitalistas se roban. La única forma que tienen los trabajadores de recuperar esta plusvalía, que hoy sirve para que los capitalistas vivan lujosamente sin trabajar mientras los trabajadores se mueren de hambre, sin vivienda y padeciendo miles de calamidades, es que la clase obrera acabe con el sistema capitalista, expropie a la burguesía y socialice los medios de producción, en pocas palabras, que realice la revolución socialista.

¿Por qué si los trabajadores somos muchos y los capitalistas apenas unos pocos, nos dominan y explotan?

“A esta pregunta no es fácil dar contestación, sin más. Pero generalmente existen dos razones: en primer lugar, porque la organización y el poder se encuentran en manos de la clase capitalista; en segundo lugar, porque la burguesía es dueña aun hasta de la mente de la clase obrera.

 El medio más seguro que emplea la clase burguesa para dominar a los trabajadores es la organización estatal, el Estado burgués. En todos los países capitalistas el Estado no es otra cosa sino una asociación de capitalistas. Tomemos cualquier país: Inglaterra o los Estados Unidos, Francia o el Japón, Brasil o Colombia. Los presidentes, los ministros, los altos funcionarios, los diputados, son los mismos capitalistas, latifundistas, emprendedores o banqueros, o sus fieles y bien remunerados servidores: abogados, directores de Banca, profesores, generales, arzobispos u obispos” (2). Así también era Venezuela antes de la revolución.

“El conjunto de todos estos servidores de la burguesía, que se extienden por todo el país y lo dominan, se llama Estado. Esta organización de la burguesía tiene dos fines: en primer lugar, y esto es lo principal, el de reprimir todos los movimientos  e insurrecciones de los obreros, de asegurar la explotación permanente de la clase obrera y el refuerzo del sistema de producción capitalista, y en segundo lugar, el de combatir otras organizaciones similares (es decir, otros Estados burgueses) para el reparto de la plusvalía sacada a la clase obrera. Por tanto, el Estado capitalista es una asociación de burgueses que garantizan la explotación. Sólo los intereses del capital guían la actividad de esta asociación de bandidaje.

El Estado burgués, además de ser la más poderosa y gran de organización de la burguesía, es también la más complicada, pues posee numerosas ramificaciones que extienden sus tentáculos en todas direcciones. Todo ello sirve a un fin primordial: la defensa, la consolidación y expansión de la explotación de la clase obrera. Contra la clase obrera dispone el Estado burgués de los medios de la coacción brutal y de los de la servidumbre mental; estos dos forman los órganos más importantes del Estado capitalista. Los medios de coacción brutal son, principalmente, el ejército, la policía, las cárceles y los Tribunales. Estas son las instituciones del Estado capitalista, que tienen por misión oprimir brutalmente a la clase obrera.

Entre los medios de servidumbre espiritual de la clase trabajadora de que dispone el Estado capitalista son dignos de mencionarse los tres más importantes: la educación, la Iglesia y los medios de comunicación” (2).

1.5.- ¿Qué es una revolución?

Las relaciones de producción favorecen inicialmente el desarrollo de las fuerzas productivas, pero a medida que las fuerzas productivas se van desarrollando, terminan por entrar en contradicción con las relaciones de producción existentes, convirtiéndose éstas en una traba para el desarrollo de aquéllas, lo que provoca una revolución social, que concluye en la sustitución de las viejas relaciones de producción por otras nuevas, adecuadas al grado de desarrollo de las fuerzas productivas. “En el capitalismo, estas contradicciones hacen que la miseria de la clase obrera aumente con el progreso de la técnica, la cual, en vez de ser útil a toda la sociedad, trae mayores ganancias al capitalista y la desocupación y ruina a muchos obreros. Pero esta miseria aumenta también por otras causas. Hemos visto anteriormente que la sociedad capitalista está bastante mal construida. Domina la propiedad privada, sin ningún plan general. Cada capitalista dirige su negocio con independencia de los demás y lucha con los otros por el mercado, por eso se dice que el capitalismo es anárquico, que le falta organización. El otro mal que sufre el capitalismo es que está constituido por dos clases adversas. Con el desarrollo del capitalismo la anarquía de la producción se acentúa constantemente y conduce al disgregamiento y a la destrucción. El proceso de disolución de la sociedad no disminuye, sino aumenta.

El abismo que divide la sociedad en dos clases se hace cada vez mas profundo. Por un lado, acumulan los capitalistas todas las riquezas del mundo, mientras reina en la clase oprimida la miseria y el hambre. Los desempleados representan la clase de los hambrientos, desmoralizados y embrutecidos. Pero aun los que trabajan están cada vez más distantes en su nivel de vida del de los capitalistas. La diferencia entre proletariado y burguesía se hace cada vez mayor. También es verdad que las condiciones de los obreros se han mejorado con el desarrollo del capitalismo, pero aumenta aún más rápidamente la ganancia del capitalista. En la actualidad la clase obrera está tan lejos de la capitalista como el cielo de la tierra. Cuanto más se desarrolla el capitalista tanto más enriquecen los grandes capitalistas y tanto más profundo se hace el abismo entre esta pequeña falange de reyes sin corona y la gran masa de proletarios esclavizados. Hemos dicho que los salarios crecen, pero que la ganancia aumenta con, mucha más rapidez, y que por esta razón el abismo entre las dos clases se hace cada vez más profundo.

 Es evidente que la creciente desigualdad tiene que conducir, tarde o temprano, al choque entre capitalistas y obre ros” (2). Llega un momento en que los explotados no soportan más su situación, esta desesperación les hace perder el miedo a la burguesía y a las fuerzas represivas del Estado burgués, y se alzan contra el orden establecido para cambiarlo por otro más justo. La revolución es el punto más alto de la lucha de clases en el cual los trabajadores y las masas toman su destino en sus propias manos y se lanzan al combate político para disputarles el poder a los capitalistas.

¿Por qué estalló la revolución en Venezuela?

En 1989 gobernaban los capitalistas en Venezuela a través de sus representantes, los adecos y los copeyanos, mientras ellos vivían muy bien en sus quintas y mansiones, robaban lo que producían los trabajadores y compartían el fruto de sus robos con los políticos corruptos, el pueblo y los trabajadores pasaban hambre y muchos debían alimentar a sus hijos con perrarina y kuley. Cuando el representante de los capitalistas en aquel momento, Carlos Andrés Pérez, quiso solucionar la crisis económica de los capitalistas metiendo una vez más la mano en el bolsillo de los trabajadores, el pueblo no lo soportó y estalló en el Caracazo del 27 de febrero. Fue el comienzo de la revolución venezolana. El gobierno adeco reprimió con las fuerzas represivas del Estado burgués: la policía y el ejército, al pueblo hambriento que luchaba en las calles contra su situación. Ese alzamiento popular fue derrotado como también fue derrotado el posterior alzamiento militar de Chávez del 4 de febrero de 1992, pero en 1998 ese mismo pueblo triunfó en las elecciones, derrotando al candidato de los capitalistas, Enrique Salas Römer, y llevando al comandante Chávez a la presidencia de la República.  

2) La revolución socialista

2.1.- ¿Cuál socialismo?

Desde que el presidente Chávez planteó a comienzos del año 2005 que la Revolución Bolivariana iba hacia el socialismo, se ha abierto una interminable discusión en todos los rincones del país sobre el tema. Todo el mundo opina y quiere dar su versión sobre lo que entiende por socialismo, desde los sectores más explotados y relegados de la sociedad y, quizás por ello los más comprometidos con el proceso revolucionario, que ven en el socialismo la clave para su liberación definitiva, pasando por la burocracia reformista que trata de disfrazar al socialismo de social-democracia, hasta los sectores de la derecha  más reaccionaria que buscan por todos los medios de vender la falsa idea de la superioridad del capitalismo sobre el socialismo al identificar a este último con los fracasados modelos burocrático-stalinistas que existían en Europa del Este. Para nosotros, los trabajadores, sólo existe un socialismo. Un socialismo que no se basa en la conciliación con los capitalistas ni en las buenas intenciones, y que por lo tanto no es utópico, sino que está sólidamente asentado en la realidad material y en la verdad científica.

 Basados en ese análisis científico de la sociedad y de su evolución a través de la historia que realizaran Marx y Engels, coincidimos con el presidente Chávez en que desde hace mucho tiempo el capitalismo, como sistema social, ha dejado de dar respuestas a la humanidad y ya no satisface las necesidades más elementales de la misma, llegando al extremo de poner en peligro la propia existencia de la vida en la Tierra con su forma anárquica y depredadora de producción. Las relaciones de producción capitalistas desde hace más de un siglo se han convertido en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas lo que ha provocado las numerosas revoluciones sociales que se han venido dando en el mundo desde entonces y de las cuales forma parte la Revolución Bolivariana. En ese sentido, estamos convencidos que ha llegado la hora, incluso por una  cuestión de supervivencia de la propia especie humana,  de dejar atrás el sistema capitalista, enterrarlo para siempre en lo más hondo de la historia y comenzar a construir la sociedad socialista, que no es otra cosa que esa sociedad de transición entre la sociedad capitalista y esa sociedad en la cual ya no existan ni la injusticia ni la desigualdad entre los seres humanos. La principal característica de esta sociedad socialista, y que por lo mismo es también la esencia de lo que nosotros entendemos por socialismo, es que la propiedad de los medios de producción ya no será propiedad privada de individuos aislados (principal característica del capitalismo) sino propiedad colectiva de toda la sociedad. Como dijera Lenin: “...El “derecho burgués” reconoce la propiedad privada de los individuos sobre los medios de producción. El socialismo los convierte en propiedad común.”

Sólo de esta forma: acabando con la propiedad privada sobre los medios de producción y convirtiéndola en propiedad común de toda la sociedad se acabará con la explotación del hombre por el hombre y se estará arrancado de raíz el origen de la explotación capitalista, pero para poder hacer esto realidad es necesario que los trabajadores primero acaben con el Estado burgués que aún existe en Venezuela y construyan un Estado obrero basado en los consejos de trabajadores, comunales y campesinos. Los trabajadores no pueden avanzar hacia el socialismo con la actual estructura capitalista del Estado que mantiene y reproduce una burocracia que no genera ninguna riqueza, que sólo consume la plusvalía creada por los trabajadores, que no está bajo el control de los trabajadores y los reprime, y que frena la revolución con su reformismo. Después que se destruya el Estado burgués, se expropie a los capitalistas y sean los trabajadores los que dirijan la sociedad con sus propias instituciones, sí podremos decir que estamos construyendo el socialismo. En ese mismo sentido, también se debe acabar con la propiedad privada de la banca y de la tierra. Una vez que los grandes medios de producción, la tierra y la banca sean propiedad de toda la sociedad, sólo entonces, se podrá planificar la economía en función de las necesidades de todos y no de un puñado de privilegiados. Será ése el comienzo del fin de todas las lacras capitalistas que hoy afligen a los trabajadores de Venezuela y del resto del mundo, como la inflación, el desempleo, la inseguridad, el hambre, la falta de vivienda, etc., y el inicio de una nueva vida de mejor calidad con un acceso masivo a la educación, a la salud, a la cultura, a la ciencia y al esparcimiento para toda la sociedad, sin excluidos. Ese es el socialismo que entendemos, que queremos y que necesitamos los trabajadores y el pueblo.

2.1.- ¿Ya estamos construyendo el socialismo en Venezuela?

Como acabamos de ver, para comenzar a construir el socialismo primero hay que derrumbar al Estado burgués y expropiar a los capitalistas, y nada de eso se ha hecho. La revolución bolivariana ha traído importantes avances a la población. La pobreza se ha reducido de un 50 a un 30% en estos años, la pobreza extrema de  42,5% a 9,5% y muchas personas han tenido acceso a la educación y la salud Pero aunque es verdad que la revolución ha masificado la educación y la asistencia médica, ello es apenas un paso en la dirección correcta, aún faltan muchos pasos más que no se podrán dar si no se destruye al Estado burgués y se expropia a los capitalistas. A pesar que se han expropiado algunas empresas, lo cual es muy bueno porque son medidas en el camino correcto, el grueso de la economía continúa en manos de los capitalistas, así como la banca y la mayoría de la tierra. Las relaciones de producción siguen siendo capitalistas, aun en las empresas que se han nacionalizado o que ha creado el Estado y que se denominan “socialistas”, ya que en ellas los trabajadores continúan trabajando por un salario que no les cubre sus necesidades, no tienen poder de decisión en la gestión de la empresa, que está en manos de funcionarios de la burocracia, y muchas veces hasta les niegan el derecho a la sindicalización.

El Estado, con sus instituciones legislativas, ejecutivas y judiciales, y su aparato represivo, básicamente, es el mismo que existía cuando estaban los adecos y los copeyanos, lo único que ha cambiado son las personas que están al frente de esas instituciones. El modelo de gobierno representativo, característico de la democracia burguesa, con su carnaval electoral, también es el mismo. Es por ello que los problemas de inflación, inseguridad, falta de vivienda, desempleo, etc., que sufre el pueblo también son los mismos que padecía cuando la IV República, porque, como decía el Che, no se puede construir el socialismo con las melladas armas del capitalismo, es decir, con el mismo Estado.

  

¿Cuál es el papel de la clase obrera en la revolución socialista?

Como hizo la burguesía en su juventud contra el feudalismo, corresponde ahora a la clase obrera dirigir la lucha contra el capitalismo y sus sostenedores. La burguesía no puede existir sin la clase obrera, pues su riqueza depende de la explotación de la fuerza de trabajo. Es en ese sentido que Marx planteó que la burguesía creó a sus propios sepultureros. Lejos de la fantasía de los académicos y plumas pagadas de la burguesía acerca de la supuesta “inexistencia” de la clase obrera, ésta está llamada a ser la sepulturera del sistema capitalista. Su papel en la producción capitalista y sus particulares condiciones de vida y trabajo hacen que ninguna otra clase o capa oprimida de la sociedad pueda sustituirla en esa tarea.

Los obreros, en cambio, ven la fuente de sus males en el capitalista, que es el que les baja el salario, el que les obliga a trabajar horas extras, el que les explota y el que les despide. Para defenderse necesitan de la máxima unión entre todos los compañeros de trabajo, de aquí su mentalidad solidaria, colectiva y anti individualista. Sus propias condiciones de trabajo refuerzan esta mentalidad. Todo proceso productivo necesita, para funcionar, la implicación de todos los obreros de la empresa. Cada uno de ellos es un eslabón necesario en el proceso productivo. Esa interdependencia mutua en el proceso de trabajo refuerza dicha mentalidad colectiva.

 La lucha de los trabajadores de cualquier empresa pone de manifiesto una ley muy importante de la dialéctica: el todo es mayor que la suma de las partes. La fuerza combinada de los obreros en una empresa luchando por los mismos intereses es muchísimo mayor que la presión aislada de cada uno de ellos, que es la situación en que se coloca el pequeño burgués de clase media.

El socialismo es la ideología natural de la clase obrera. Cuando la lucha de los obreros contra el capitalista de su empresa llega a su punto más agudo, se producen ocupaciones de empresas. En esos momentos es cuando se pone de manifiesto “quién manda aquí”. La idea de expropiar al patrón y el sentimiento de que la empresa debe ser de propiedad común entre los trabajadores nace, en un momento determinado, como un desarrollo natural de su conciencia.

La idea de la propiedad común nace de su condición obrera. Para que la empresa pueda seguir funcionando, no se puede dividir en trozos y repartir entre los trabajadores, sino que debe mantenerse unida trabajando todos en común. Las propias condiciones de vida que crea el capitalismo, establecen las bases para la futura sociedad socialista, hoy las familias obreras viven en común (ciudades, barrios y edificios comunes), con un sistema de electrificación, de conducción de aguas, de telefonía, de transporte público, y de adquisición de medios de consumo comunes. Todo esto refuerza aún más esa mentalidad anti-individualista y socialista en la conciencia de las familias obreras.

El papel de los trabajadores en la revolución es ponerse al frente de la misma y guiar al resto del pueblo a la toma del poder, acabar con el Estado burgués, expropiar a los capitalistas y construir la nueva sociedad socialista, algo que, por todo lo que acabamos de explicar, no lo puede hacer la burocracia, ni la clase media, ni los intelectuales, sólo lo puede hacer la clase obrera organizada y con un programa revolucionario


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