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La respuesta del pueblo de Catalunya a la sentencia del Supremo no se hizo esperar. En la misma jornada en que los presos políticos eran condenados a durísimas penas de cárcel, cientos de miles de jóvenes, trabajadores y ciudadanos abarrotamos ciudades y pueblos clamando contra la represión y mostrando nuestra determinación de llevar la lucha por la república hasta el final. La imagen del Aeropuerto de El Prat en Barcelona, que acompaña este artículo, bloqueado pacíficamente por más de 10.000 manifestantes durante horas, da una idea de la furia y la voluntad de resistir al Estado neofranquista y sus ataques a los derechos democráticos.

Al mismo tiempo que El Prat era el foco de la atención mediática por la acción de miles de manifestantes, otros cientos de miles llenábamos las plazas en protestas multitudinarias. Sant Jaume estaba colapsada y en las calles colindantes no cabía un alfiler. La misma escena se repetía en Girona, Tarragona, Lleida y en los rincones de toda Catalunya. ¡Presos polítics llibertat! ¡Els carrers seran sempre nostres! se rugía con una fuerza atronadora en todas ellas. Así responde el pueblo catalán a un aparato del Estado heredado de la dictadura. Es una auténtica rebelión.

Ayer 14 de octubre, protagonizamos una jornada histórica dando una respuesta ejemplar a quienes pretenden aplastar nuestro derecho democrático a decidir y a un cambio social profundo. Es un pueblo que hoy ha sido insultado por una sentencia infame. También ha sido insultado por Pedro Sánchez que proclamaba el “naufragio” del independentismo, desdeñando así la voluntad de millones de personas en Catalunya. Pero es él quien ha naufragado. Hoy los hechos hablan por sí solos. Y la respuesta del pueblo catalán a los insultos y porrazos de la policía y los Mossos es clara: no reconocer a ese régimen podrido que pretende aplastarnos.

No reconocen ni su “legalidad” injusta, ni sus imposiciones. La huelga no es oficial pero bloqueamos el aeropuerto, la ciudad de Barcelona se paraliza, paran metros, trenes, universidades y escuelas, se cortan todas las calles del centro… Todo patas arriba. ¡No aceptamos que un puñado de franquistas con toga nos niegue nuestros derechos! ¡No podrán encarcelar a todo un pueblo!

 “Avui la democràcia és als carrers”

Exactamente igual que ocurrió en el referéndum del 1 de octubre de 2017, ayer 14 de octubre se volvieron a poner de manifiesto las raíces profundas sobre las que se levanta esta rebelión, que supone una ruptura completa con el régimen del 78, su monarquía, su judicatura, sus leyes y su opresión. Ya no hay vuelta atrás.

Las escenas de El Prat resumen a la perfección lo que ha ocurrido. Para enfrentar la represión y hacer realidad la república catalana no basta con declaraciones de intenciones, se requiere de la acción directa de las masas, que han impuesto por la vía de los hechos una huelga en uno de los puntos neurálgicos de Catalunya y del Estado español: el aeropuerto barcelonés ha cancelado más de cien vuelos y ha sido escenario de un episodio que sin duda pasará a la historia con miles de personas al grito de ¡Catalunya antifeixista!

Lo hemos hecho a pesar de los porrazos, de los heridos y los detenidos. Cuanta más represión, más gente acudía al aeropuerto, andando, en coche, en metro. Un ejemplo muy gráfico de lo que podemos lograr cuando los jóvenes y los trabajadores —quienes hacemos que funcione todo— decidimos que no funcione nada. Nada puede detener la fuerza de un pueblo organizado y decidido a luchar hasta el final.

Y es que los derechos solo se consiguen ejerciéndolos en la práctica. Mucho tienen que aprender algunos dirigentes que se dicen de izquierdas de la respuesta del pueblo catalán. Entre ellos Pablo Iglesias, que ayer agachaba la cabeza y prometía obediencia a la decisión de este tribunal franquista.

“Todo el mundo tendrá que respetar la ley y asumir la sentencia” decía, reproduciendo el argumentario de la derecha españolista que señala al pueblo catalán, y no al régimen del 78 y a los Gobiernos que nos niegan el derecho a decidir, como responsable de la situación. “A partir de hoy toca arremangarse y trabajar por reconstruir puentes entre una sociedad catalana dividida y entre parte de la sociedad catalana con la sociedad española. Recorrer, con sensibilidad e inteligencia política, el camino de la imprescindible reconciliación, sin excluir ninguna vía que pueda ayudar a ella” añadía. Y esto lo decía Pablo Iglesias, que no hace tanto hablaba de luchar contra la casta y asaltar los cielos, justo el día que la sentencia del Supremo confirmaba una declaración de guerra contra la democracia. Ayer Pablo Iglesias nos decía que aceptáramos la injusticia y la sumisión ante nuestros opresores, pero el pueblo de Catalunya no se ha sometido sino que lucha por conquistar su libertad.

Los estudiantes en primera línea contra la represión

Muchos elementos de lo ocurrido en esta jornada recuerdan al 1 de Octubre pero hay otros que se sitúan a un nivel superior. Con dos años de experiencia a nuestras espaldas las lecciones son claras: la única forma de lograr la república, de conquistar nuestros derechos democráticos es luchando por la transformación socialista de la sociedad. Y esto no se puede hacer en despachos, ni en parlamentos, ni con declaraciones de prensa. ¡Hay que hacerlo en la calle, en las fábricas, en los centros de estudio, en nuestros barrios!

Esa experiencia se reivindicaba en las movilizaciones de los estudiantes, que han respondido a la sentencia parando inmediatamente las clases y secundando el  llamamiento del Sindicat d´Estudiants y del SEPC. Concentraciones masivas en diferentes campus de la universidad y otras que venían de diferentes puntos de la ciudad han confluido en Plaça Catalunya en una protesta multitudinaria. “La nostra sentència, independència!” o “Li diuen democràcia i no ho és!” se coreaba.

La idea de que solo podemos depender de nuestras propias fuerzas y que necesitamos organizarlas con contundencia ponía la nota a las movilizaciones de la mañana. “Vaga general!” era la consigna más aplaudida, en referencia a la huelga estudiantil de 72 horas convocada por el Sindicat d´Estudiants a partir del miércoles y a la necesidad de que el conjunto de los trabajadores paralicen junto con la juventud toda Catalunya.

Extender el bloqueo de El Prat a toda Catalunya. Vaga general!

Si los dirigentes de los sindicatos de clase hubieran llamado ayer a la huelga como han hecho los estudiantes, la escena de El Prat se habría reproducido en todos los centros de trabajo y en los puntos neurálgicos de Catalunya: en el puerto de Barcelona, en los ferrocarriles y metros, en las empresas. Pero para hacer eso no podemos basarnos en “acciones sorpresa”. Debemos preparar, difundir y organizar un plan de lucha ascendente con acciones unificadas, empezando por la huelga general del próximo viernes 18. Hay que sacar las lecciones del referéndum del 1 de octubre. No fue el factor sorpresa lo que hizo posible el referéndum, sino la determinación y organización de la población que sabía dónde y cuándo acudir para responder a la represión. ¡Ese es el camino!

El entusiasmo y la confianza de las movilizaciones estudiantiles, de El Prat y de las multitudinarias protestas que han colapsado las calles y plazas de Catalunya contrasta vivamente con la actitud del Govern, que se limitaba a condenar la sentencia mientras los Mossos cargaban brutalmente contra los manifestantes pacíficos en el aeropuerto y en Via Laietana.

La jornada de ayer vuelve a poner de manifiesto la enorme fractura que hay entre los dirigentes del procés y la base del movimiento de liberación nacional, cada vez más radicalizada a la izquierda, que vence todos los obstáculos por hacer avanzar la lucha por la república catalana de los trabajadores y el pueblo. Los primeros temen la acción de las masas y su determinación por conquistar una república que acabe con la opresión nacional, la precariedad, el paro, los desahucios, el machismo y todas las lacras que provoca este sistema. Saben que una república capitalista que aplicase las políticas de austeridad contra la mayoría no sería tolerada por quienes hoy han salido con toda sus fuerzas a la movilización. Pero los segundos —la clase trabajadora y la juventud— hemos vuelto a demostrar que sí que hay fuerza y que no pararemos hasta conquistar por la vía de los hechos los derechos que el régimen del 78 nos niega.

¡Libertad presos políticos!

¡Por la república socialista catalana!

¡Todos y todas a las calles! ¡A la huelga general!


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