Una nueva crisis de refugiados ha estallado tras el bombardeo de la ciudad de Iblid por las tropas de Bachir Al Assad, que causó la muerte 33 soldados turcos. En represalia, el presidente de Turquía, Erdogan abrió las fronteras con Grecia dando por roto el acuerdo firmado con la UE en 2016, animando a los refugiados a que viajaran hasta la frontera griega.

En el año 2016 la Unión Europea entregó 6 mil millones de euros a Turquía para que contuviera la crisis de los refugiados causada por la guerra en Siria, que dura ya más de diez años. En aquel momento, el vicepresidente de la UE Frans Timmermans, justificaba cínicamente este acuerdo señalando que aseguraba “mejores perspectivas para los sirios en Turquía”. La realidad es que la democrática UE dejaba en manos de Turquía realizar el trabajo sucio, sin tener ya que preocuparse por la vulneración de los derechos humanos de los refugiados o por las imágenes o críticas desde medios de comunicación y ONGs. Un negocio redondo para ambos, en el que los refugiados son tratados como ganado.

El Gobierno griego se ensaña con los refugiados… y recibe el apoyo de la oposición de Syriza

La Organización Internacional para las Migraciones afirma que en el lado turco del rio Evros se hacinan 130.000 refugiados. Las imágenes que están llegando desde la frontera con Grecia nos muestran el verdadero rostro de la “civilizada” UE. Niños afectados por los gases lacrimógenos que lanza la policía griega, disparos con munición real, con al menos un muerto, barcos griegos intentando hundir con palos lanchas llenas de refugiados, lo que ya ha costado la vida a un niño, o refugiados a los que les roban todas sus pertenencias y les dejan desnudos en tierra de nadie a temperaturas bajo cero. Además, junto a la policía griega actúan impunemente bandas fascistas y neonazis.
El gobierno de derechas de Nueva Democracia ha evitado pronunciarse sobre las acciones llevadas a cabo por estos grupos, que han llegado a quemar un centro de refugiados de ACNUR y golpeado a periodistas. Al mismo tiempo, ha tomado una decisión sin precedentes, suspender el derecho de asilo, algo ilegal de acuerdo a la legislación europea. Por otro lado, las condiciones en los campos de refugiados son infrahumanas, hacinados a la intemperie, sin comida ni agua, y con una gran cantidad de niños y niñas. Al mismo tiempo, Tsipras y Syriza, hoy en la oposición, han cerrado filas con el Gobierno, justificando el cierre de la frontera y el abandonos de miles de familias de refugiados a su suerte. ¡Esta es la consecuencia de aceptar la lógica capitalista!

Los Gobiernos europeos reproducen el discurso de la extrema derecha

Toda esta actuación, que en nada se diferencia de lo que reclaman los partidos de extrema derecha, ha recibido el pleno apoyo de la UE y de todos sus países miembros. La propia Angela Merkel, presentada como defensora de los refugiados, ahora ha planteado la necesidad de acabar con el reglamento de Dublín, por el que un refugiado puede pedir asilo en el primer país de la UE en el que entre. La Comisaria de Interior de la UE, Ylva Johansson, ha legitimado todas las medidas adoptadas por Grecia, incluido el cierre de la frontera y la suspensión del derecho de asilo. Esta medida ha sido muy bien recibida por el Ministro del Interior del Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, Grande-Marlaska, que ha mostrado “la plena solidaridad” de España con Grecia ante el aumento de la presión en la frontera con Turquía, enviando incluso efectivos policiales.
En 2018, en plena crisis del Aquarius, Pablo Iglesias defendía la reforma del reglamento de Dublín para que la defensa del refugiado fuera una cuestión de “dignidad política”. Aunque el grupo parlamentario de Unidas Podemos ha criticado que se aumente la altura de la valla de Melilla, la aplicación de la sentencia del TEDH que defiende las devoluciones en caliente, o ahora la reforma del derecho de asilo para hacerlo aún más restrictivo, Pablo Iglesias y sus ministros no se están oponiendo pública y contundentemente a esta actuación injustificable del Gobierno y de la UE. No se puede mirar a otro lado o criticar con la boca pequeña lo que está ocurriendo en Lesbos y en la frontera griega. Este tipo de lógica termina llevando en una dirección, asumir el discurso de la derecha y la extrema derecha, tal y como vemos hoy con el propio Tsipras.

La crisis de los refugiados impulsa el negocio de la trata

Esta terrible situación para las y los refugiados está suponiendo la desaparición de miles mujeres y niños a manos de las mafias de trata de personas, que aprovechan unas condiciones creadas por la UE y sus gobiernos. Según Europol, en 2016 habían desaparecido de los campos de refugiados al menos 10.000 niños. Un informe de 2014 de la Asociación para los Derechos Humanos y la Solidaridad con los Oprimidos (Mazlumder*) informa sobre matrimonios tempranos y forzados, poligamia, acoso sexual, tráfico de personas, prostitución y violaciones que quedan sin castigo. Según este informe los niños, y especialmente las niñas, son los que más lo sufren.

En todas las ciudades donde se han asentado refugiados sirios, la prostitución se ha incrementado. Mujeres jóvenes de entre 15 y 20 años son secuestradas y vendidas como prostitutas o esclavas sexuales, llegándose a dar casos de niñas de hasta 13 años. El tráfico de refugiados y sobre todo de refugiadas se ha convertido en una importante fuente de ingresos para las bandas criminales que operan junto a la frontera, en algunos casos relacionadas con grupos de extrema derecha. ¿Y donde esta aquí la democrática y civilizada UE y sus gobiernos? Se sabe lo que ocurre, se fomenta y se permite.

Solo la lucha unificada puede vencer al racismo y la xenofobia

Estos mismos gobiernos europeos, que no se cortan en hacer lucrativos negocios con las guerras imperialistas o con dictadores como Erdogan, criminalizan a las familias que huyen de la guerra y del horror creado por las propias potencia imperialistas. Por otro lado, reproduciendo el discurso de la extrema derecha, señalan que no hay recursos y que por eso no podemos dejar entrar a todo el mundo, pero dedican fabulosos recursos económicos a levantar vallas, a construir CIEs y campos de internamiento o a reforzar la represión del aparato del Estado. Lo último, el anuncio del Gobierno griego de invertir medio millón de euros en una barrera flotante de casi 3 kilómetros en la isla de Lesbos. ¡Si hay recursos, pero para sus guerras, sus negocios y para reprimir!

En este contexto, la isla de Lesbos vivió una huelga general masiva de dos días ante el intento del Gobierno de construir campos de concentración completamente cerrados y aislados para los refugiados. Aunque la extrema derecha se sumo demagógicamente, las huelgas y las movilizaciones tuvieron un carácter predominantemente de izquierdas y antirracista, forzando finalmente al Gobierno a retirar las fuerzas antidisturbios enviadas desde Atenas, y causando una derrota al Gobierno conservador. Por otro lado, en Atenas y otras ciudades se celebraron manifestaciones antifascistas masivas en solidaridad con los refugiados.

Este es el único camino para enfrentar la miseria a la que nos quieren condenar los capitalistas y los gobiernos a su servicio, la lucha conjunta antifascista y antirracista de la clase obrera nativa y extranjera. Los avances de la extrema derecha no caen del cielo, viéndose potenciados por el discurso y la práctica de los partidos conservadores tradicionales y de los partidos reformistas. Por eso es más importante que nunca levantar la bandera del internacionalismo, y combatir a sangre y fuego el veneno del racismo y de la xenofobia, utilizado para dividirnos y que los grandes capitalistas europeos, turcos o árabes puedan seguir haciendo negocios a nuestra costa.

Nativa o extranjera, ¡la misma clase obrera!

*https://www.mazlumder.org/webimage/files/The%20Report%20on%20Syrian%20Women%20Refugees(2).pdf


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