La obra, que iba a costar alrededor de ocho millones de euros, suponía acabar con miles de plazas de aparcamiento gratuito para construir un parking subterráneo cuyas plazas costarían alrededor de 20.000 euros. Además, la remodelación de la calle restringiría el tráfico por la calle Vitoria provocando importantes problemas de circulación. Esta obra no partía de la necesidad de arreglar el barrio, sino que era un auténtico pelotazo especulativo que tenía como principal beneficiario a Antonio Miguel Méndez Pozo, un conocido cacique local que, además de una de las principales empresas de construcción burgalesas, controla también el periódico Diario de Burgos y que ya en 1992 fue condenado por delitos urbanísticos.
Mientras el Ayuntamiento intentaba sacar adelante esta obra faraónica, el barrio de Gamonal, con 70.000 habitantes, se degrada cada día más como consecuencia de los recortes del PP y la crisis capitalista. En la ciudad de Burgos hay 18.000 parados, y según un estudio de CCOO, alrededor del 40% de la población no tiene suficientes recursos para calentar la casa durante los meses de invierno. Uno de los problemas más sentidos por los vecinos es la falta de plazas en las escuelas infantiles del barrio. Burgos es la ciudad de Castilla y León con menos plazas públicas por habitante en el tramo 0-3 años (1 por cada 23 niños, frente a una media de 14). Arreglar dos de las últimas escuelas infantiles cerradas le costaría al Ayuntamiento en torno a 190.000 euros, en cambio desde el consistorio se pretendían gastar ocho millones de euros en la construcción del Bulevar.

Represión y criminalización, la respuesta del PP

Con esta situación en el barrio, la construcción del Bulevar fue la gota que colmó el vaso, provocando un estallido social. El Ayuntamiento, del PP, pasó de hacer oídos sordos a la protesta a la represión brutal cuando se encontró frente a la determinación de los vecinos de impedir físicamente la continuidad de las obras. La derecha convirtió el barrio de Gamonal en un estado policial. Las detenciones a los participantes en las manifestaciones y las brutales cargas policiales que se vieron esos días pretendían amedrentar a los vecinos del barrio. A la vez, el PP y sus medios de comunicación afines lanzaban una campaña de criminalización de la lucha caracterizando continuamente la protesta de “violenta” y dominada por “grupos antisistema” llegados de fuera. Era un intento desesperado de acabar con la enorme simpatía que este movimiento había desatado en todo el estado. Y fracasó. Hay una clara percepción social de que la verdadera violencia es la que ejerce el sistema con sus recortes, sus injusticias y la represión policial.
El alcalde, acorralado por la intensidad de la movilización, intentó una maniobra: paralizar las obras “provisionalmente” y “crear un grupo de trabajo para buscar un mayor consenso en torno al proyecto del bulevar”.  Eso fue la tarde del 14 de enero. Al día siguiente los vecinos respondieron con una manifestación de más de 8.000 personas exigiendo la paralización definitiva de las obras, que la policía se fuera del barrio, la puesta en libertad sin cargos de todos los detenidos, la dimisión del alcalde y un plan de mejoras para el barrio. Ante esta situación Javier Lacalle tuvo que desistir, retirando el proyecto. Después de esta victoria, los vecinos del barrio de Gamonal han decidido que la lucha debe continuar. Se mantienen las asambleas con cientos de vecinos y las manifestaciones para exigir que dimita el alcalde y que no se personen en las denuncias contra los detenidos ni el Ayuntamiento, ni los bancos que sufrieron daños.

Las claves del éxito: participación, organización y determinación

Un informe de la Policía Nacional, filtrado a la prensa, destacaba que la lucha de Gamonal no constituía “un ensayo revolucionario exportable al resto del territorio nacional”.  Sin embargo, el miedo del gobierno del PP a que esta lucha se extendiese a todo el estado se puso en evidencia con la fuerte presión que ejerció al alcalde de Burgos para que diese carpetazo definitivo al proyecto. Más allá de la interpretación en clave conspirativa del informe policial, su propia existencia confirma que la burguesía contempla seriamente la perspectiva de una rebelión social más general y que hay una directriz clara para que la policía se infiltre en los movimientos sociales con el fin de detectar a tiempo los “focos” de esta rebelión. Claro que la experiencia de Gamonal es “exportable”. Las muestras de solidaridad en el resto del estado fueron innumerables, se convocaron manifestaciones de solidaridad en decenas de ciudades con lemas como “todos somos Gamonal”... Lo fundamental es que esta lucha ha tenido un gran impacto en la conciencia de millones de personas. La propia Confederación Estatal de Asociaciones de Vecinos, que engloba a 3.500 asociaciones, lo reflejaba en su comunicado al defender “la necesidad no sólo de solidarizarse y aplaudir la actuación de Gamonal, sino también de tomarlo como ejemplo de cómo debemos seguir actuando en beneficio de los intereses de la ciudadanía”.
¿Cuál ha sido la clave de la victoria? No la quema de contenedores o la rotura de escaparates —como la derecha y sus medios dan a entender, y algunos grupúsculos sectarios que juegan a ser revolucionarios se creen—, sino la capacidad de organización de los vecinos, sus métodos democráticos de decisión con asambleas diarias, la acción directa basada en la participación masiva, el grado de conciencia y de determinación de la clase obrera y su juventud que son los que han puesto el sello en esta lucha… Sin todos estos factores no se hubiera podido paralizar las obras durante más de una semana, ni sostener un movimiento durante tanto tiempo, ni generar una simpatía tan fuerte. Las características tan positivas que ha tenido esta lucha tampoco caen del cielo, son producto de la experiencia acumulada en los últimos años,  por ejemplo, de recoger lo mejor del 15-M. Por ese mismo motivo, el espíritu revolucionario de los vecinos de Gamonal ya está presente en decenas de barrios de todo el estado. La victoria obtenida en Burgos refuerza la idea de que el camino de la lucha, de la participación y de la organización es el único que sirve y ha sentado un precedente que, sin duda, servirá de fuente de inspiración y marcará el punto de partida de futuras movilizaciones.


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