Por lo general, se ha producido un fuerte castigo a los partidos de gobierno, de derechas o socialdemócratas, todos ellos implicados en políticas de recortes. Otra tendencia fundamental ha sido la polarización política a izquierda y derecha, cuyos máximos exponentes han sido la victoria de Syriza en Grecia y la del Frente Nacional en Francia. La prensa burguesa, de forma completamente interesada, apenas ha señalado la histórica victoria de la izquierda griega, dando el protagonismo absoluto al avance de la ultraderecha en Francia, Gran Bretaña y otros países. La intención, obviamente, es propagar la falsa idea de que hay un giro social reaccionario en Europa, desmoralizar a la clase obrera y restarla confianza en sus propias fuerzas.

Syriza y la crisis del capitalismo

En los últimos años, las miradas de millones han estado puestas en Grecia. La pertinaz resistencia de los trabajadores y jóvenes griegos frente a los salvajes planes de recortes impuestos por la UE y la burguesía griega, junto a una movilización masiva y permanente que ha desembocado en una crisis política de carácter revolucionario, han sido una gran fuente de inspiración. Como consecuencia de este ascenso tremendo en la lucha de clases se ha producido un acontecimiento político que tiene un grandísimo calado: por primera vez en la historia reciente de Europa, un partido a la izquierda de la socialdemocracia ha ganado unas elecciones de carácter general, reflejando el apoyo de un amplio sector de las masas a una ruptura revolucionaria con el sistema capitalista.
No es casualidad que Grecia haya sido el país en el que la participación haya aumentado más (5,5 puntos respecto a 2009). Syriza ha sido el partido más votado, con el 26,6%, superando en casi cuatro puntos a la derecha de Nueva Democracia (ND). Con los votos del KKE, 6,07%, la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia obtiene casi el 33% mientras que el PASOK, socio de ND en el gobierno se desploma hasta el 8% (frente al 36,65% obtenido en 2009). El nuevo partido socialdemócrata, El Río (6,6%), creado para la ocasión, no consigue recoger el voto perdido del PASOK.
Los excelentes resultados de Syriza se han visto reforzados por su victoria en Ática, donde se ha hecho con el gobierno de la región más importante del país y que concentra más de un tercio de la población2. Más relevante es esta victoria si tenemos en cuenta el  hecho de que, en la segunda vuelta, Sy-riza competía con un candidato apoyado tanto por el PASOK como por ND, mientras que el KKE, cuya dirección mantiene una posición extremadamente sectaria, no pedía el voto para ningún partido.

La crisis de la socialdemocracia y el espacio para una alternativa socialista revolucionaria

De cara a las próximas elecciones generales en Grecia, la victoria de Syriza refuerza la expectativa de que se puede derrotar a la derecha griega y constituir un gobierno de los trabajadores que no sólo se enfrente a los recortes, sino que de pasos hacia la transformación socialista de la sociedad.  Si este cambio se produjera, el impacto en el resto de países sería tremendo. La conexión entre el giro a la izquierda electoral que se ha producido en Grecia y el que se ha producido en el Estado español es la movilización y participación activa de las masas, aunque obviamente a un nivel superior en Grecia, por el momento.
El hecho de que otras candidaturas a la izquierda de la socialdemocracia3 no haya experimentado en otros países un incremento tan acusado como en Grecia o en el Estado español se debe a varios motivos. Es innegable que, por lo general, la lucha de clases y la polarización política se han incrementado; pero la expresión en el plano electoral de estas tendencias de fondo no tiene por qué ser idéntica ni simultánea en todos los países, debido a diferencias de ritmo en los acontecimientos sociales u otros factores de carácter político subjetivo, como la trayectoria e imagen de las formaciones que se presentan. En el caso de Francia, por ejemplo, el Frente de Izquierdas (Front de Gauche, FdG), integrado por el PCF y el Partido de la Izquierda (una escisión del PS encabezada por Mélenchon) ha obtenido el 6,5% de los votos (6% en 2009), lejos del 10% que esta misma formación se había marcado como objetivo. De hecho, en 2012, en la primera vuelta de las presidenciales, con una participación electoral superior en más de 30 puntos respecto al pasado 25 de mayo, obtuvo un 11,1%.
valls_y_hollandeLa caída de Sarkozy y el triunfo de Hollande, así como los excelentes resultados del FdG, eran producto de la impresionante movilización de masas que vivió Francia en 2010. En aquel contexto, las reuniones y mítines del FdG eran masivas y se respiraba un ambiente de ilusión. Esta formación estaba asociada a un cambio social profundo. Sin embargo, la orientación posterior de la dirección del PCF, con sus pactos con el PS en las municipales de marzo de 2014, cuando el gobierno de Hollande ya se había desenmascarado completamente sacando el hacha de los recortes, hizo que estas ilusiones se disiparan en parte. No mejoraba mucho las cosas el hecho de que el Partido de la Izquierda, la otra pata del frente, orientara sus alianzas hacia los Verdes, implicados también en el gobierno de Hollande.

El crecimiento de la ultraderecha

¿Resaltar la victoria de la izquierda en Grecia como acontecimiento político más importante de las elecciones europeas significa subestimar el apoyo obtenido por formaciones de ultraderecha? En absoluto. En la propia Grecia, el desarrollo de partidos fascistas como Aurora Dorada (AD), que ha obtenido medio millón de votos, el 9,38%, en las elecciones del 25-M, es una seria advertencia4. Este grupo, con vínculos orgánicos con el aparato estatal burgués y con la clase dominante, y que se nutre de la descomposición social provocada por el propio sistema, está siendo utilizado como batallón de choque contra los sectores más organizados y avanzados de la izquierda.
El Frente Nacional (FN) en Francia, siendo también un partido de ultraderecha, tiene ciertas diferencias respecto a AD, cuidando no aparecer con un perfil nazi. El FN, sin abandonar su ideario abiertamente racista, ha puesto el énfasis fundamental de la campaña —por supuesto de forma demagógica— en la “defensa del Estado de bienestar y en las cuestiones sociales”5, en la crítica a la burocracia de la UE, en denunciar el “horror neoliberal que ha construido tanto la izquierda como la derecha”, en caracterizar a los partidos tradiciones (UMP, PS) como “marionetas en manos de la UE”, en reivindicarse “antisistema”, etc… Todo eso, aderezado de una retórica nacionalista (el lema de campaña ha sido “No a Bruselas, sí a Francia”), exigiendo más proteccionismo, la salida del euro, etc. (una orientación semejante, esta última, a la que ha tenido UKIP6 en Gran Bretaña).
le_pen_saludoEn todo caso, que el discurso de Marine Le Pen (que realmente no cuestiona el capitalismo) haya conectado con un sentimiento de odio hacia el sistema, que está socialmente muy extendido y que afecta incluso a las capas políticamente más atrasadas de la sociedad, no significa que se pueda banalizar su éxito. Esa formación igualmente representa un peligro para la clase obrera. Ahora bien, lo que sería un error es sacar la conclusión de que su éxito electoral en estas elecciones significa que la clase obrera es débil, que está derrotada, que hay una contrarrevolución triunfante en Francia y Gran Bretaña y que el fascismo está a la vuelta de la esquina. En todos los países de Europa, la fuerza de la clase obrera, su capacidad de lucha y de organización es muy superior a las fuerzas que, hoy por hoy, pueda agrupar la ultraderecha.

Situación volátil

Magnificar la victoria de las formaciones de la ultraderecha en algunos países, que tienen un componente coyuntural muy importante, es una forma de arrojar arena a los ojos del movimiento obrero. En Francia en 2012 se produjo un gran vuelco electoral a la izquierda —producto de una movilización social impresionante— que barrió a la derecha y tumbó a Sarkozy. En esta ocasión, sin embargo, ha predominado la desmovilización electoral por parte de la izquierda, producto de la frustración de las expectativas de cambio que el gobierno del PSF, y los dirigentes sindicales franceses enredados en una política de pactos con la patronal, se han encargado de extender. El auge de la ultraderecha es producto de la enorme polarización social, pero también una denuncia brutal de la decadencia de la socialdemocracia.
Las elecciones son una foto fija en un contexto extremadamente cambiante. La situación es muy volátil y la confrontación social, las grandes movilizaciones de masas, y su traducción política, tarde o temprano, se pondrá de nuevo al orden del día en Francia, en Alemania, en Gran Bretaña o en Italia.

1. En 1979 fue del 38%, en 1984 del 41%, en 1989 del 42%, en 1994 del 43%, en 1999 del 50,5%, en 2004 del 54,5%, en 2009 del 57%.
2. Las elecciones europeas en Grecia coincidieron con la segunda vuelta de las municipales y regionales.
3. En Alemania, Die Linke ha obtenido el 7,4% del voto (7,5% en 2009); en Francia, el Frente de Izquierdas, el 6,5% (6% en 2009); en Portugal, donde ha ganado el PS y la derecha ha perdido el 40% de sus votos con una abstención histórica (65,6%), aunque el PCP ha conseguido mejorar sus resultados, con el 12,67% (10,64% en 2009), el otro partido a la izquierda de la socialdemocracia, el Bloco de Esquerdas ha pasado del 10,72 al 4,6%.
4. AD ha tenido un incremento de 86.148 respecto a las generales de 2012 (2,46 puntos). El apoyo a esta formación abiertamente fascista es una confirmación de la extrema polarización que vive el país. No obstante, no deja de ser significativo que recoja un mínimo porcentaje del voto que pierde el resto de formaciones de derechas (ND pierde 585.946, Griegos Independientes 275.149 y Laos, de extrema derecha, también disminuye su apoyo).
5. Incluyendo reivindicaciones como el aumento salarial de 200 euros para los franceses con un sueldo inferior a 1.500 euros, bajada del 5% de las tarifas del gas, electricidad y trenes, revalorización de los pensiones por encima de la inflación, la imposición de un impuesto especial sobre las grandes corporaciones del gas y el petróleo, la nacionalización parcial de la banca y el control de los movimientos especulativos y financieros.
6. El UKIP con el 27,49% de los votos ha ganado las elecciones en Gran Bretaña (abstención del 64%), aumentando casi 11 puntos respecto a las de 2009. Los conservadores y liberales han sufrido un enorme batacazo (una caída conjunta de más de 10 puntos). Hay que señalar también que el BNP, partido neonazi, que en 2009 obtuvo el 6,04% del voto, el 25 de mayo cayó al 1,11%. Es decir, el conjunto de la derecha pierde más porcentaje de voto de lo que aumenta el UKIP.


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