La lucha de clases existe, vaya si existe

La crisis económica, y sus devastadoras consecuencias sociales, ha desatado una rebelión social sin precedentes. El orden establecido ha sido sacudido de tal forma, que pilares políticos que aparentaban mucha solidez hoy están en entredicho. El sistema bipartidista y su alternancia tranquila entre una derecha heredera del franquismo, hija legítima de una Transición política que dejó intacto el aparato del Estado de la dictadura, y una socialdemocracia que lejos de cuestionar el capitalismo ha sido fundamental para asegurar la estabilidad social, ha estallado por los aires. Y este estallido, como todas las grandes transformaciones políticas que registra la historia, refleja que el orden establecido se ha hecho insoportable para millones de trabajadores, jóvenes, desempleados, jubilados, precarios, que han decidido no ceder el gobierno de sus vidas a nadie más que a ellos mismos.
Echando la vista atrás, la escalada de huelgas generales y sectoriales, de luchas de barrio, de Mareas ciudadanas, de movilizaciones estudiantiles, jornaleras, mineras, de empleados públicos, manifestaciones, marchas y asambleas que han llenado las plazas, calles y ciudades de todo el Estado a lo largo de estos seis años, sólo se puede describir con admiración. ¡Qué impresionante demostración de fuerza de los trabajadores, de la juventud, de los desheredados, frente a la arrogancia de los grandes capitalistas y sus serviles mayordomos políticos! ¡Qué lejos quedan ya el escepticismo, el derrotismo, la falta de confianza que transmitían en las filas de la izquierda los burócratas acomodados! Millones de personas, a través de la acción directa, con su creatividad, con su originalidad, han puesto patas arriba un mundo que parecía imposible de conmover. El grito de Sí se puede, se ha convertido en el portaestandarte de una generación que no acepta la sumisión y la humillación, y que está decidida a dar lo mejor para transformar la sociedad.

Construir un Frente de la Izquierda que lucha, de manera democrática, de abajo a arriba

El varapalo sin paliativos que han recibido en las elecciones europeas el PP y los dirigentes del PSOE, lo mismo que la dimisión de Rubalcaba y la crisis sin salida de la socialdemocracia, o la abdicación de Juan Carlos I y la precipitada sucesión de la corona, son síntomas inequívocos del volcán que hierve bajo los pies de la clase dominante. El intento de la burguesía por retomar la iniciativa y buscar un nuevo impulso a través de la figura de Felipe VI, no ha resuelto el problema; peor aún, ha ventilado su falta de consistencia y de apoyo social. Las calles semidesiertas el día de la coronación del heredero, las tristes banderitas que se quedaron sin vender o que eran aceptadas como un souvenir por los turistas a los que se les regalaba, ponían el contrapunto al solemne acto celebrado en la Carrera de San Jerónimo ante las Cortes Generales. Allí, cientos de diputados y senadores del PP, del PSOE, de UPyD, se rompían las manos aplaudiendo a Felipe VI, quizá con el íntimo deseo de que las cosas permaneciesen para ellos como en los últimos 39 años. Pero no, la situación política ha cambiado dramáticamente.
Los acontecimientos han dejado muy claro el tremendo potencial que existe para levantar una alternativa socialista y anticapitalista de masas. ¡Y hay que aprovecharlo! Es la hora de construir un gran Frente de Izquierdas, que integre a Izquierda Unida, a Podemos, a los movimientos sociales, a la izquierda de las nacionalidades históricas. Una unidad de la izquierda, no para disolvernos en los mecanismos de las instituciones que están completamente alejadas de nuestros intereses, sino para representar a la mayoría explotada y defender un programa en su beneficio. Un Frente de Izquierdas que no se debe fraguar en despachos a espaldas de los trabajadores, de los jóvenes y de los militantes; ni convertirse en un instrumento para que aparatos esclerotizados, anquilosados y con prácticas burocráticas, repartan puestos, privilegios y designen candidatos sin credibilidad en las bases y en el movimiento.
Queremos un Frente de Izquierdas que recoja el sentir de la calle, de todos los que luchamos contra los recortes y hemos puesto en solfa a este gobierno de los empresarios. Un Frente de Izquierdas que sirva para recuperar principios y señas de identidad que han sido abandonadas a favor del arribismo, la corrupción y la integración en el sistema; que luche frontalmente contra las redes clientelares del poder, que rompa radicalmente con ese parlamentarismo que no nos representa y que actúa de correa de transmisión de los grandes bancos, de los mismos especuladores y ladrones que viven en el lujo obsceno en la cúspide del sistema.
Un Frente de Izquierdas que debe ser impulsado de abajo a arriba, de manera democrática y participativa, a través de asambleas y reuniones abiertas a toda la población, a todos los activistas sociales y de la izquierda, en los barrios, en los centros de estudio y universidades, en las plazas públicas, y que debe tener como divisa la lucha contra los recortes, contra las privatizaciones, contra los ataques a nuestros derechos democráticos. Un Frente de Izquierdas, que recoja el sentimiento de unidad que es una aspiración de millones, y que se comprometa con una serie de puntos básicos e irrenunciables, que la propia movilización social ha hecho suyos en estos años de batallas:
· Derecho a una vivienda digna: fin de los desahucios, por ley, y expropiación de los millones de casas que los bancos han robado, para crear un gran parque público de viviendas en alquiler social.
· Derogar la LOMCE. Defensa y mejora de la educación pública. Desde la escuela infantil hasta la universidad, enseñanza pública gratuita, de calidad, democrática y laica.
· Sanidad pública de calidad y para todos. Derogación de todos los decretos aprobados por el PP, y por el PSOE, que abren la puerta a la privatización sanitaria. Sanidad pública sin excluir a nadie, reintegrando todos los derechos sanitarios a nuestros hermanos de clase inmigrantes.
· Defensa intransigente de los derechos democráticos. Derogación de la reforma de la Ley del aborto, de la Ley Mordaza, de todos los ataques a la libertad de expresión, manifestación, y huelga.
· Los diputados y concejales de este Frente de Izquierdas deben cobrar como máximo el salario de un trabajador cualificado. Elegibilidad y revocabilidad inmediata de nuestros representantes.
· Derecho de autodeterminación para las nacionalidades históricas.
· Por el empleo digno con derechos. Derogar inmediatamente las reformas laborales que se han aprobado y las ETTs. Reducción de la jornada laboral a 35 horas sin reducción salarial. Subsidio indefinido para los desempleados. Reducción de la edad de jubilación a los 60 años.
· Nacionalización de la banca, de las eléctricas, de todos los monopolios que antes eran públicos y se privatizaron para beneficio de una minoría, y hacer esta nacionalización bajo control de los trabajadores para dedicar esos recursos a combatir el paro y elevar el bienestar de la mayoría


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