Ofensiva militar contra Donetsk y Slaviansk

El gobierno de Kiev ha continuado su ofensiva militar contra Donetsk y Slaviansk con el apoyo total de EEUU y la UE. Pero para estos combates no han podido contar con el ejército ucraniano, totalmente descompuesto. El gobierno paga 765 dólares a los pilotos por cada incursión aérea, muchos de ellos mercenarios extranjeros, y para la represión por tierra se basa en los grupos paramilitares fascistas, y mercenarios de empresas occidentales expertos en contrainsurgencia, enviados al Este donde amenazan, torturan y asesinan a la población civil con total impunidad. Un ejemplo es el Batallón Azov, conocido también como “hombres de negro”, integrado fundamentalmente por miembros de Sector Derecho y financiado por el oligarca Kolomoyskyi, el tercer hombre más rico del país. Este grupo fascista actúa sobre todo en la ciudad de Mariupol y sus alrededores, y sólo entre el 10 y 13 de mayo asesinó a 20 personas. 
La ofensiva militar del gobierno de Kiev y la guerra sucia de las bandas fascistas está provocando una matanza en el Este del país, ante el silencio cómplice de los medios de comunicación. Según la ONU, desde el 7 de mayo han muerto 356 personas, 257 de ellas civiles. Según el gobierno ruso este año más de 110.000 personas han huido de Ucrania a Rusia y 54.400 son desplazados internos. Según la ONU sólo la semana pasada huyeron del país 16.400 personas.

Un ultimátum camuflado como “plan de paz”

El 18 de junio, el presidente Poroshenko anunció un “alto el fuego unilateral” y un “plan de paz” que sólo son un eufemismo para encubrir un ultimátum a las dos repúblicas del Este. La “propuesta de paz” consta de quince puntos, y aunque formalmente incluye un confuso plan de “descentralización política” del poder, la convocatoria de elecciones, la creación de una zona de seguridad de 10 kilómetros entre Rusia y Ucrania o la amnistía en casos de delitos leves, en la práctica, como dejó claro el Ministro del Interior ucranio, sólo contempla “la rendición de los rebeldes del Este”. Y en cuanto al “alto el fuego unilateral”, sólo se aplica a las milicias populares porque al mismo tiempo que se anunciaba, el gobierno intensificaba los bombardeos y el asedio a Slaviansk. Denis Pushilin, presidente del Sóviet Supremo de la República Popular de Donetsk, resumía así las propuestas de Kiev: “Ellos dicen alto el fuego, nosotros entregamos las armas y después nos capturarán desarmados” (Dozhd TV, 18/6/14).
A pesar de las credenciales “democráticas” que los imperialistas occidentales otorgan al gobierno de Kiev, sus actos confirman sin discusión su ideología fascista. Qué son si no las declaraciones del ministro de Defensa del pasado 11 de junio a Channel 5 News defendiendo la necesidad de “filtrar” a la población del Donbass y separar a los que defiendan el separatismo. Para conseguir tal fin, el ministro propone construir “campos de filtración y el realojamiento de la población del sudeste”, es decir, campos de concentración. En la misma dirección, el primer ministro calificó a sus conciudadanos del Este de “subhumanos”, mientras se permite que los símbolos de la SS adornen la bandera del batallón de la Guardia Nacional del Ministerio de Asuntos Internos.

Firma del tratado de asociación con la UE

La otra cara de la intervención militar contra la insurrección en el este, es la progresión de los planes imperialistas para dominar la economía ucraniana. El 27 de junio el presidente ucraniano, junto con sus homólogos de Georgia y Moldavia, firmó el acuerdo de asociación con la UE. El acuerdo tendrá consecuencias harto beneficiosas para los monopolios occidentales, y representa un revés para los intereses de los capitalistas rusos. La asociación con la UE deja en suspenso el acuerdo de libre comercio que existía entre Rusia y estos tres países, y la respuesta de Putin no se ha hecho esperar: sólo unos días antes de la firma, y después de que el gobierno ucraniano incumpliera el pago de una parte de los 4.500 millones que adeuda a la multinacional energética rusa Gazprom, el gobierno ruso ordenó el corte del suministro de gas natural a Ucrania. Putin no sólo presiona al gobierno ucraniano, con esta medida también quiere responder a la UE ante futuras sanciones económicas, ya que una parte fundamental del gas natural que consume Europa pasa por territorio ucraniano.
A pesar de todos los discursos sobre los beneficios y “oportunidades de mercado” que este acuerdo tendrá para Ucrania, Moldavia y Georgia, la realidad es que la única parte beneficiada será la UE que dispondrá de nuevos mercados con millones de nuevos consumidores a los que podrá vender sus productos. En el caso del mercado ucraniano más del 90% de las mercancías europeas entrarán en él sin pagar ningún tipo de arancel, privilegio que no disfrutarán los productos ucranianos que se vendan a Europa.
Otro aspecto del acuerdo es la adaptación de la industria y economía local a los estándares de la UE y la aprobación de nuevas leyes comerciales, se calcula que esta medida acarreará sólo a Ucrania un coste superior a 104.000 millones de dólares. Si tenemos en cuenta que la Comisión Europea dice que gracias a este acuerdo los ingresos del Estado ucraniano se incrementarán en 1.200 millones de euros anuales y sus exportaciones a la UE aumentarán 1.000 millones anuales, el negocio no parece tan rentable como dicen. Más importante aún serán las consecuencias que tendrá para las condiciones de vida de la población que será la que sufrirá en sus propias carnes los efectos de las severas medidas de austeridad que la UE y el FMI exigen con la firma del acuerdo. Entre ellas el incremento del precio del gas que consumen las familias que ya subió más del 50% sólo en mayo y aumentará otro 40% el próximo mes; además de la congelación de los salarios y el despido de miles de funcionarios o la reducción salvaje del gasto social. Sobre estas bases, la rebelión popular en el este encontrará aliados en el occidente ucraniano.

La rebelión continúa

Los bombardeos y la represión del gobierno lejos de detener la rebelión del Este ha conseguido afianzar la determinación de luchar contra la “junta fascista” de Kiev. Nada más anunciarse el “alto el fuego”, miles de mineros salieron a las calles y dieron un ultimátum de 48 horas al gobierno para detener los bombardeos, sino se unirían en masa a las milicias. Dos días después el primer ministro de Donetsk anunciaba a ITAR News la creación de Divisiones de Mineros en las milicias populares y en las que ya se habían alistado más de 500 de ellos.
Con todo, la firma del acuerdo con la UE, junto a la estrategia de los imperialistas y la oligarquía ucraniana ha sido un rotundo fracaso. Y a pesar de que Putin y los capitalistas rusos buscan desesperadamente un acuerdo con el gobierno de Kiev, Washington y Berlín que les permita mantener una parte esencial de su influencia en el país, la irrupción de las masas en el este, su insurrección armada, ha trastocado todos los planes de las grandes potencia


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