El 27 de agosto, al día siguiente de la formación del gobierno, en un acto en la Universidad de Verano de la patronal francesa (MEDEF) Valls se comprometía, entre grandes aplausos y loas por “su valor y su determinación” de los empresarios, a “actuar a favor de las empresas” y seguir adelante con las “reformas”, entre las que se encuentra el recorte del gasto público, la reducción del impuesto de Sociedades, la disminución los costes laborales o la reforma del código laboral.
En septiembre, la patronal, animada por el rumbo del gobierno, introdujo todavía más presión haciendo público su pliego petitorio: supresión de días festivos, eliminación de la semana de 35 horas, dar más poder para las empresas a la hora de establecer las condiciones laborales, reducción del salario mínimo, autorización del trabajo los domingos y generalización de los contratos por obra, hasta ahora limitado a la construcción.
El 1 de octubre el gobierno presentaba los presupuestos de 2015 con un recorte del gasto público sin precedentes: 21.000 millones de euros de los que 9.600 saldrán de la sanidad y las ayudas familiares2. A lo que habrá que sumar en 2016 y 2017 otro tajo de 14.500 millones cada año, mientras se rebajarán las cotizaciones sociales para las empresas por un valor de 40.000 millones de euros. Esta es la concreción de los 50.000 millones de recortes para los próximos tres años3 que establece el Pacto de Responsabilidad firmado por Gobierno y patronal a principios de año.

Pérdida de apoyo social y crisis en el PS

Hollande está haciendo el trabajo sucio que no pudo completar Sarkozy por la gigantesca contestación social a la que se enfrentó. La trayectoria del PS desde su llegada al gobierno corona el proceso de implicación de la socialdemocracia en la política de recortes —iniciada con el gobierno de Papandreu en Grecia y de Zapatero en el Estado español— y su completa sumisión a los dictados de la burguesía. Confirma que no hay posibilidad de ningún bloque capitalista antirrecortes opuesto al austericidio de Merkel ya que su política no obedece a un “error”, sino a una necesidad estratégica de la burguesía francesa y europea.
La popularidad de Hollande está por los suelos, en un 13%, y la de Valls ha caído en picado desde el 60% cuando fue nombrado primer ministro, al actual 35%. Es en este contexto de pérdida de apoyo social que se han producido diversos episodios de crisis en el PS. En abril, 11 diputados del PS se abstuvieron en la moción de confianza a Valls en la Asamblea Nacional y en septiembre, las abstenciones se elevaron a 32. Si los diputados del PS votaran en contra de los presupuestos y de otras contrarreformas, estas sólo se podrían  aprobar con el apoyo de la derecha. Aunque significativa, la oposición dentro del PS ha sido hasta ahora más testimonial que efectiva. Este verano se conformó la corriente Viva la Izquierda, pero carecen de una alternativa consecuente. Por ejemplo, una de las ministras “díscolas”, apartada del gobierno en la crisis de este verano dijo: “lo que pedíamos no era un cambio radical de la política, sino un reparto diferente del esfuerzo”. En otras palabras, recortes sí, pero más suavizados. Valls, al menos de momento, mantiene a raya al sector crítico del aparato, adviertiéndoles de que un bloqueo de la acción del gobierno llevaría a las elecciones anticipadas y, como señalan las encuestas, una probable victoria del Frente Nacional.
En las elecciones presidenciales de 2012, la caída de Sarkozy y el triunfo de Hollande, así como los excelentes resultados del Frente de Izquierdas (FdG)4, alcanzando el 11,1% de los votos, fueron producto de la impresionante movilización de masas que vivió Francia en 2010. En aquel contexto, las reuniones y mítines del FdG eran masivas y se respiraba un ambiente de ilusión. Esta formación estaba asociada a un cambio social profundo. Sin embargo, posteriormente, la preocupación fundamental de la dirección del PCF fue preservar sus pactos con el PS en las municipales de marzo de 2014, cuando el gobierno de Hollande ya se había desenmascarado completamente sacando el hacha de los recortes. Por su parte, el Partido de la Izquierda, la otra pata del frente, orientó sus alianzas hacia los Verdes, implicados también en el gobierno de Hollande, donde se han mantenido hasta abril. Todo esto tuvo como consecuencia que las ilusiones en el FdG se disiparan en parte, como se reflejó en las pasadas europeas de mayo (donde predominó una acusada desmovilización electoral en las zonas tradicionales de la izquierda, acentuada por la política de paz social practicada por los sindicatos) en las que obtuvo el 6,5%, sin ser capaces de capitalizar el enorme descontento social existente y el rechazo a la política de Hollande. Pero el descontento sigue su curso y una nueva explosión social se producirá tarde o temprano.

Se gesta una nueva explosión social

La ofensiva de Hollande contra la clase obrera se produce en un contexto de crisis profunda del capitalismo francés, con una economía completamente estancada (0% de de crecimiento del PIB en el primer semestre, caída del 2% de la inversión en el mismo periodo, la deuda pública en cifras récords, a punto de alcanzar el 100%, y un déficit público que se prevé del 4,4% al finalizar el año) y en una situación social en la que la desigualdad y la pobreza van en aumento (casi nueve millones de pobres, seis millones de desempleados, 3,8 millones con problemas de vivienda, mientras las 500 mayores fortunas incrementaron su patrimonio en un 50% en los dos últimos años, y un 300% en la última década). En los últimos meses ha habido algunas luchas importantes, la huelga de más de quince días del sector ferroviario contra la privatización del sector, el movimiento de los trabajadores sanitarios que, organizado desde abajo, consiguió movilizar coordinadamente a 80 hospitales en defensa de la sanidad pública y la de los pilotos de Air France que, tras quince días de huelga en septiembre, han conseguido paralizar un plan de precarización de sus condiciones laborales, teniendo un repercusión muy importante en todo el país. Son simplemente el anticipo de una inevitable y nueva entrada en escena de la clase obrera y la juventud francesa.

1. Trabajó en la Banca de Inversión Rothschild entre 2008 y 2011.
2. Entre otras cosas, se recorta a un tercio, de 923 a 308 euros, la cuantía recibida por hijo y se reduce a la mitad la baja de maternidad (de 3 años a 18 meses).
3. La distribución del recorte de 50.000 millones en el periodo 2015/17 sería de 20.000 millones en protección social, 19.000 en gastos del Estado y 11.000 en los de ayuntamientos.
4. Integrado por el PCF y el Partido de la Izquierda, una escisión del PS encabezada por Mélenchon.


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