No conformes con haber destruido en los últimos seis años 14.400 puestos de trabajo (actualmente hay 42.668 trabajadores), mantener una eventualidad del 20%, haber aumentado exponencialmente las cargas de trabajo, incumplir descaradamente la Ley Postal que nos obliga a llegar cinco días a la semana a todos los hogares (en las zonas rurales esto ya es auténtica ciencia ficción); en definitiva, no conformes con reventar un servicio postal público de calidad, tanto para el usuario como para el trabajador, ahora pretenden ni más ni menos que aplicarnos la reforma laboral a través de la supresión de la cláusula de ultraactividad. Esto significaría que en muy poco tiempo estaríamos sufriendo las miserables condiciones del convenio de entrega domiciliaria (salarios de 700 euros), como ya les ocurre a miles de compañeros del sector privado, o en su defecto, las del Estatuto de los Trabajadores, ¡en una empresa estatal!
Y tal envalentonamiento por parte del gobierno, por supuesto, va acompañado de muchos más ataques: el incremento de los descuentos por baja de enfermedad, una mayor movilidad funcional y geográfica eliminando las compensaciones económicas, la potenciación del contrato en prácticas y a tiempo parcial, una nueva ordenación del tiempo de trabajo con una distribución irregular de la jornada y potenciando la jornada partida, el recorte de los permisos retribuidos y unas cuantas lindezas más que se pueden resumir en el total desmantelamiento de las actuales condiciones laborales.
Evidentemente no podemos aceptar ni una sola de estas propuestas que parten de una empresa que se jacta de haber obtenido 65 millones de euros de beneficios en 2013 a costa de nuestros sacrificios y de nuestros puestos de trabajo. La respuesta ha de ser más contundente que su ataque. De momento, cuatro sindicatos: CCOO, UGT, Sindicato Libre y CSIF convocaron huelga el 27 de noviembre —con un seguimiento del 80% según CCOO, y una manifestación masiva en Madrid donde participamos unos 20.000 trabajadores, lo que refleja una clara voluntad de lucha— y otras dos jornadas de paro los días 22 y 23 de diciembre. Si con este calendario de movilizaciones el gobierno no abandona sus planes hay que radicalizar la lucha y convocar una huelga general de 48 horas en enero como paso previo a una huelga indefinida.

Radicalización de la lucha y participación democrática

Los trabajadores de Correos tenemos ante nosotros una posibilidad de oro para mejorar nuestras condiciones de vida y de asestar un golpe tremendo a un gobierno del PP más débil que nunca y a las puertas de unas elecciones. Gobierno que se mantiene en el poder por la inacción de la socialdemocracia y de las direcciones de CCOO y UGT. Nos avala el tamaño de nuestra plantilla, nuestra implantación en todo el territorio, el ser un sector estratégico con la capacidad de paralizar el país, el no tener prisa por firmar porque el artículo 6 de nuestro actual convenio hace que este siga en vigor hasta la firma de otro nuevo (aunque no será la Audiencia Nacional la que nos ampare sino nuestra lucha decidida en la calle).
Podemos y debemos convertirnos en un referente de lucha para todos los empleados públicos, porque nuestra lucha es la misma que la de los compañeros de la sanidad o de la educación: la defensa de unos servicios dignos y de calidad para toda la clase trabajadora. Ya está bien de retroceder, el actual panorama político nos es sumamente favorable, es hora de pasar a la ofensiva.
Pero no nos engañemos, el éxito en esta batalla reside también en la toma de decisiones democrática. Debemos exigir a nuestras direcciones sindicales que el rumbo de la movilización y la firma del nuevo convenio tienen que ser decididas democráticamente en asambleas de trabajadores. La historia más reciente nos demuestra que las últimas luchas obreras victoriosas lo han sido por la contundencia de la movilización y porque los trabajadores han tenido la última palabra: los trabajadores de la sanidad, los de la limpieza de Madrid o los de Coca-Cola; esos son los ejemplos a seguir.
Y no debemos de quedarnos en la firma de un buen convenio porque el origen de los ataques que estamos padeciendo se encuentra en la liberalización del sector postal. Mientras sigan existiendo compañeros en el sector privado cobrando sueldos miserables nuestras condiciones laborales estarán en peligro. Correos debe de recuperar el monopolio perdido a favor de los lobbies financieros y ser controlada por los trabajadores para acabar con la corrupción y la incompetencia en las empresas públicas; sólo así garantizaremos un servicio de calidad, digno y barato.
¡Nosotros trabajamos, nosotrosdecidimos!
¡Correos se salva luchando!


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