Tras ocho meses de protestas contra la construcción de un oleoducto que representaba una gravísima amenaza para sus condiciones de vida y para el medioamebiente, las comunidades indígenas sioux de Standing Rock (Dakota del Norte) celebraban el pasado domingo 4 de diciembre su victoria. Standing Rock se ha convertido ya para millones de jóvenes y trabajadores estadounidenses en un símbolo del poder de la lucha. Para la burguesía representa un aviso de lo que les espera.
La voluntad de lucha de de los indígenas sioux de Standing Rock despertó una ola de simpatía masiva en todo el país que ha movilizado a miles de activistas. Ello forzó finalmente al gobierno federal de Obama a bloquear la construcción del oleoducto, que representaba un proyecto importante: su costo se calcula en 3.8 mil millones de dólares, está construido ya en más de un 90 por ciento y tiene como objetivo transportar 470 mil barriles diarios de crudo desde tierras petroleras de Dakota del Norte a refinerías de Illinois.
El oleoducto pasa por tierras federales otorgadas a los Sioux mediante un tratado de 1851 que estos consideran sagradas. Con su construcción, dicho tratado sería incumplido. Además, tal como han denunciado los líderes de la Reserva Sioux de Standing Rock y distintas organizaciones ecologistas, el oleoducto amenazaría el acceso a agua potable no sólo de las comunidades aledañas sino de unas 17 millones de personas.
Represión brutal de la burguesía, apoyo masivo de la juventud y los movimientos sociales
Desde el inicio de su resistencia contra el proyecto del oleoducto los dirigentes indígenas insistieron en que esta lucha era parte de una lucha histórica más amplia. "Nos estamos cansando de ser empujados por 500 años. Ellos toman, toman, toman, y ya basta", comentó Lee Plenty Wolf al New York Times. Durante estos ocho meses de lucha, la tribu sioux de Standing Rock se ha convertido en voz y punto de referencia para todos los que combaten la rapacidad y sed de beneficios de las compañías petroleras, uniendo a cientos de tribus, organizaciones ambientalistas y activistas de izquierda que se han visto inspirados por su audaz posición en defensa de los derechos de los nativos y el medio ambiente.
Los activistas contra la construcción del oleoducto enfrentaron una violencia brutal por parte de la policía y de contratistas privados: uso de perros de ataque, balas de goma, spray de pimienta, gases lacrimógenos, cañones de agua disparados por debajo del congelamiento. Cientos de luchadores fueron arrestados y otros cientos más heridos. Durante todo ese tiempo la Administración Obama miró hacia otro lado, ignorando tanto las acciones de violencia como el impacto ambiental que el proyecto representaba.
Sin embargo, la lucha nunca se detuvo. Miles de indígenas sioux y de otros pueblos indígenas decidieron ocupar las tierras donde se iba a construir el oleoducto. Reflejando el ascenso de la movilización de masas que vive EEUU (un ascenso que los medios de comunicación intentan ocultar, pero que es lo que está detrás del enorme movimiento de apoyo que impulsó la candidatura de Bernie Sanders) el movimiento en apoyo a los sioux de Standing Rock se extendió como una mancha de aceite. La ocupación recibió el apoyo de más de 300 tribus y naciones indígenas, diversas agrupaciones ambientalistas, movimientos culturales y por los derechos civiles como Black Lives Matter y millares de activistas estudiantiles. (http://standwithstandingrock.net). Jóvenes, ambientalistas, activistas afroestadounidenses y latinos, artistas de izquierda como Jane Fonda, Neil Young o Mark Ruffalo y muchos otros han ayudado a mantener la ocupación desde el verano.
En un último intento por desactivar ésta, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y el gobierno estatal de Dakota del Norte intentaron utilizar las condiciones invernales severas que enfrentaban los ocupantes para ordenar su evacuación. Ello disparó enormemente la tensión. Los manifestantes se negaron a abandonar las tierras ocupadas. Ante la amenaza de nuevas y más brutales acciones de represión para desalojarles, con la excusa del mal tiempo, 2.100 veteranos de guerra (muchos de ellos con experiencia en Irak y Afganistán) acudieron desde distintos puntos del país en su apoyo, dispuestos a servir de "escudos humanos" y resistir el desalojo en los campamentos helados sioux. Kenny Nagy, veterano de la guerra de Vietnam, declaró a Los Angeles Times que "por fin vamos estar ayudando al pueblo de Estados Unidos en lugar de a las empresas" Elizabeth Torrence, veterana de Irak, comentó que los soldados juran "defender al pueblo estadounidense contra enemigos en el extranjero o en casa, y la manera en que están tratando al pueblo estadounidense, a gente desarmada, es inaceptable".
La voluntad de luchar hasta vencer de los indígenas y el impresionante apoyo y solidaridad que ha despertado su lucha en toda la sociedad estadounidense ha sido la clave para obligar al gobierno de Obama a paralizar la construcción del oleoducto. El líder de la tribu Sioux de Standing Rock agradeció su apoyo a todos los que participaron en esta resistencia, incluyendo a "la juventud tribal que iniciaron este movimiento… los millones alrededor del mundo que expresaron apoyo a nuestra causa… los miles que llegaron a los campamentos para apoyarnos". Como explicaba la concejala marxista de Seattle y dirigente de la organización Socialist Alternative (integrada en el Comité por una Internacional de Trabajadores –CIT-), quien ha apoyado decididamente esta lucha, “Standing Rock ha demostrado a toda una generación el poder de la acción de masas organizada, así como la necesidad vital de unir nuestros movimientos”.
La lucha continúa
La lucha de Standing Rock es un ejemplo más de que “si se puede”. Al mismo tiempo representa un llamado a los activistas a organizarse y unificar sus luchas contra el gobierno ultrareaccionario Donald Trump y el 1% de capitalistas parásitos que domina Estados Unidos. Tras la decisión gubernamental de bloquear la construcción del oleoducto, las empresas Energy Transfer Partners y Sunoco Logistics Partners publicaron una declaración en la que afirmaban estar "totalmente comprometidos” en que “este proyecto vital se lleve a cabo sin ningún cambio adicional". Esto podría indicar un posible desafío legal y planes para continuar con su construcción una vez sea investido Trump. Un portavoz de Trump dijo que apoyan la construcción del oleoducto. “Revisaremos la situación cuando estemos en la Casa Blanca y tomaremos la determinación apropiada". No solo es el tipo de proyectos que Trump propone para el país, en este caso tiene además un interés muy personal: es inversionista en la constructora del oleoducto, cuyo ejecutivo en jefe donó 170 mil dólares para su campaña.
Como insistía Kshama Sawant: “la lucha no ha terminado”. Para derrotar la agenda de las grandes empresas petroleras y de Wall Street “tendremos que construir movimientos poderosos y un nuevo partido del 99 por ciento, completamente libre de dinero e influencia corporativa. Debemos permanecer vigilantes, en Standing Rock y en los Estados Unidos, a medida que construimos nuestra resistencia contra la llegada de la Administración Trump y continuamos nuestras luchas por un mundo socialmente justo y sostenible”.