Hace un mes, la Alianza Universitaria por la Alimentación Digna publicó la respuesta de la Unidad de Transparencia de la UNAM a una solicitud de información en la que se pedía la transparencia de las ganancias de las cafeterías de distintas escuelas de la UNAM, así como el pago que estas realizaban a la universidad, la contraprestación anual. Los datos presentados reafirman lo que sabía el movimiento por los comedores subsidiados desde un principio: la UNAM prioriza el lucro sobre el derecho a la alimentación, y es parte medular del jugoso negocio de las concesiones que generan millones al año, que tan sólo en las cafeterías ubicadas al interior de sus escuelas le reportan más de 15 millones de pesos al año.
Cuando cobró fuerza el movimiento por comedores en la universidad, las y los estudiantes dijimos fuerte y alto ¡Fuera concesiones, queremos comedores! Compañerxs de facultades y prepas denunciaron los altos costos de las “cafeterías” y “barras de alimentos”, etc. Sin embargo, no muchos mencionaron de qué forma la casta dorada universitaria era parte de un negocio redondo en el que sí, el concesionario gana pero la universidad también lo hace.
Tras la publicación de estos datos he escuchado a compañerxs estudiantes, algunxs activistas, docentes y trabajadores fuera de la universidad, decir “¿Por tan poco dinero la universidad vende su alimentación?” Sin embargo, compañerxs, debemos evitar pensar como lo harían los capitalistas universitarios, en cómo la UNAM podría maximizar sus ganancias. Nuestra crítica debe dirigirse al origen de la problemática: la alimentación es un derecho, no un negocio; no debería generarse ni un peso para los bolsillos de las autoridades o de los empresarios dueños de las concesiones.
La revelación de estos datos también desmontó otro mito creciente entre las y los universitarios, “los concesionarios no tienen la culpa de los altos precios, ellos son víctimas del Patronato Universitario que les cobra miles por la concesión por lo que tienen que subir sus precios para poder pagarle a la UNAM, ellos viven al día” nada más falso compañerxs, la gran mayoría de los concesionarios son personas que desde hace décadas se dedican a proveer el servicio de “venta de alimentos” a la UNAM e inclusive al gobierno. Por ejemplo, el dueño de la concesión de la cafetería de Prepa 6, Sergio Lujano, entre 2008 y 2018, obtuvo contratos por 3.8 millones de pesos en servicios de comedor para instituciones públicas. ¿Es posible seguir hablando de que son pequeños empresarios víctimas del Patronato Universitario? No lo creemos. La empresa Gastronómica 50y30, S.A. de C.V. es dueña de al menos cuatro cafeterías, dos de las cuales son de las tres más caras de todas las escuelas de la UNAM ¿Seguiremos pensando que son pequeños empresarios cuando se trata de empresas que monopolizan el negocio de la alimentación en la universidad? Y esta no es la única empresa cuyo nombre figura en la tabla, también encontramos a Grupo Mondainz 8, S.A. de C.V., Allende Supply, S.A. de C.V., Operadora de Barras, S.A. de C.V., Súper Tiendas de Conveniencias, S.A. de C.V. y Grupo Graf de Franquicias S.A. de C.V.
Ni los empresarios, burgueses enquistados en la universidad protegidos por las autoridades, ni las propias autoridades universitarias actúan por buena voluntad. Los privados no seguirían en el negocio si este no fuera rentable. Tan solo pensemos en lo siguiente: si el dueño de una cafetería puede pagar a la UNAM medio millón al año, ¿A cuánto deben ascender sus ganancias netas para que sea redituable?
Pero tampoco somos ingenuos, sabemos que estas ganancias, aunque gigantes, no son la principal fuente generadora de ingresos de la casta dorada. Estas son las cifras de uno de los tantos negocios que tienen las élites dentro de la universidad, ello no le resta gravedad a la lamentable y escandalosa situación, pero hay que tenerlo presente para dimensionar el negocio en el que han convertido las autoridades a una universidad que debe estar al servicio del pueblo de México: donde nosotros vemos un derecho que debe ser garantizado, la casta dorada ve un mercado y potenciales clientes.
La UNAM como juez y parte del negocio de la comida
No faltan elementos para probar que la UNAM monetiza con un derecho humano cuando debería garantizar la alimentación de su comunidad. Deja desprotegidos a estudiantes, trabajadores, docentes, frente a los abusivos negocios de las cafeterías y barras de alimentos que ofrecen poca y mala comida a muy altos precios, situación inaudita en una universidad pública. Sin embargo, mientras las y los estudiantes denunciamos dicha situación, no sólo las autoridades universitarias se hacen de los oídos sordos, sino también el resto de instancias que deberían velar por nosotros. Amparadas en la autonomía de la universidad, por un lado la Rectoría ignora y tacha de ataque toda crítica proveniente de instituciones y poderes externos a la universidad, y por otro, el poder ejecutivo federal es incapaz de pronunciarse firmemente y tomar medidas ante esta situación, pues de hacerlo, argumenta, podría vulnerar la autonomía universitaria.
La autonomía entonces sólo sirve para proteger negocios: el negocio del rector con sus compinches de la Junta de Gobierno y de las mafias académicas, y por supuesto, el negocio con la ya muy consolidada burguesía universitaria que mercantiliza nuestro derecho a la alimentación y que está amparada por el marco jurídico de la universidad. Lo cual no sólo no impide sino que favorece la proliferación de los negocios que lucran con nuestros derechos.
La UNAM fija las concesiones pero oculta las ganancias de los concesionarios, alegando que "no están obligados a informar", lo que le permite actuar como regulador y beneficiario simultáneamente; esto ocurre ante todo el mundo pero muchas personas prefieren mirar a otro lado. Además, la universidad no sólo no transparenta las ganancias de las cafeterías, tampoco informa en qué destina las ganancias que le reportan puntual y periódicamente las concesiones, pero, igualmente escudándose en la autonomía todo mundo guarda silencio ante la total opacidad que reina en la UNAM. Mientras tanto, la Rectoría seguirá respondiendo con una negativa ante la demanda de comedores subsidiados, pues cumplirla implica perder su negocio; los comedores no pagan una contraprestación anual, no son concesiones privadas sino un servicio otorgado por la misma universidad lo que los convierte en una iniciativa totalmente ajena a la lógica de lucro con la que operan las autoridades universitarias.
Lamentablemente, la alimentación no es el único derecho o servicio privatizado dentro de la universidad, es tan sólo uno de los eslabones de la privatización encubierta promovida desde hace décadas por la casta dorada universitaria. La UNAM llevará a cabo desde el próximo semestre cobros irregulares para la inscripción en posgrados de casi $500, cobra las guías para los extraordinarios hasta en más de $80, cobra más de $100 por la entrada a exposiciones en museos que le pertenecen a la universidad como el Palacio de la Escuela de Medicina, obliga a los estudiantes a absorber costos por la realización de prácticas de campo, subcontrata a privados para otorgar servicios de la universidad que deberían ser garantizados sin necesidad de recurrir a estos (incluyendo el servicio de alimentación).
El impulso de estas políticas así como el retroceso en proyectos progresistas y la modificación de los planes de estudio para seguir con mandatos neoliberales, han acercado a la UNAM al cumplimiento de la utopía capitalista y neoliberal que, además, el movimiento hasta ahora no hemos logrado detener s. Si bien la huelga de 1999 frenó una medida importante de privatización de la educación pública, el modelo de privatización persiste y se ha instalado con cautela en la universidad.
Es así como la autonombrada “máxima casa de estudios” ha convertido la alimentación en una herramienta de exclusión con la que niega a los hijxs de familias trabajadoras el derecho humano y constitucional a la educación, al ser la falta de recursos para útiles, comida o pasajes, una de las principales causas de deserción escolar en México.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior, realizada en el año 2011, muestran que el 36.4% de las y los estudiantes que dejan sus estudios lo hacen por falta de dinero en sus hogares para cubrir los gastos en útiles, pasajes o inscripción, siendo esta la principal causa de deserción en el nivel bachillerato, escenario similar se replica a nivel licenciatura y no es de extrañarse pues actualmente en México el 33.9% de la población (más de 44 millones de personas) no puede adquirir la canasta básica con los ingresos laborales de su hogar.
La paulatina privatización de la UNAM, uno de cuyos síntomas más visibles es el modelo de cafeterías concesionadas, ha sido posible por la falta de democracia en la universidad. Para lxs estudiantes hijxs de la clase trabajadora la lucha se convierte en una necesidad cuando las universidades públicas pierden su gratuidad poniéndonos barreras para acceder a la educación.
La lucha por comedores subsidiados es una lucha por la defensa de la gratuidad de la educación, en la que no podemos retroceder, y a la par de que impulsamos esta demanda, debemos levantar la consigna por la democratización de la UNAM, incluido su presupuesto. Sólo cuando las riendas de la universidad estén en manos de estudiantes, académicxs y trabajadores, la universidad abandonará el modelo lucrativo capitalista y se convertirá en garante de nuestros derechos. Mientras tanto, no debemos cesar en nuestra exigencia hacia las autoridades, ya que sólo los movimientos de masas presionarán a las autoridades y las obligarán a impulsar medidas en favor de las mayorías y en contra de sus intereses económicos. ¿Cuando se instalen comedores subsidiados se acabará la lucha? No compañerxs, nuestra lucha marchará con un rumbo fijo y no parará hasta que la universidad esté en nuestras manos.
¡La UNAM no es un negocio privado, basta de lucrar con el hambre estudiantil!
¡Si la comida es negocio, la educación es privilegio!
¡Con hambre no estudiamos, comedores ya!
Referencias
Palomares, M. D. N. (2023). Análisis del abandono escolar en el Bachillerato de la UNAM. Revista SENDA de Orientación y Atención Educativa, Segunda época, Número 7, septiembre – diciembre 2023.
DOI: https://www.orienta.unam.mx/senda/7/art3/
Villanueva, D. (28 de mayo del 2025). Cae pobreza laboral al 33.9%, el nivel más bajo desde que hay registro. La Jornada. https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/05/28/economia/cae-pobreza-laboral-al-339-el-nivel-mas-bajo-desde-que-hay-registro