Gracias a la lucha incansable de cientos de años por millones de mujeres, ahora tienen el derecho a sentirse violentadas a causa de actos machistas, sin embargo, este reconocimiento es pleno sólo en el papel, haciendo quedar a las mujeres, tanto en su vida cotidiana como en las instancias de denuncia, totalmente indefensas.

Hasta hace poco más de medio siglo, los oficios de prostitución y artista escénica no se diferenciaban. Al pagar su boleto, el espectador obtenía el derecho de entretenerse con el espectáculo y con el cuerpo de las presentadoras (así como el patrón, al pagar un sueldo a sus empleadas se siente con el derecho de violentarlas sexualmente). Estas actitudes eran solapadas e incentivadas por el sistema capitalista, quien, mientras obtenga más ganancias, seguirá considerando al cuerpo de la mujer (y al trabajador) como mercancía, y al arte como mero entretenimiento.

Ahora, en algunos ámbitos sigue pasando lo mismo pero “sin la aprobación del sistema”. Hace unos años se ventiló que en el CEA de Televisa las estudiantes y futuras trabajadoras de esa empresa ligada íntimamente con el régimen del PRIAN, eran colocadas en un catálogo para ofrecerlas a importantes políticos y empresarios, y que los productores daban trabajo a las alumnas que tuvieran relaciones sexuales con ellos. A pesar de existir testimonios de víctimas y testigos oculares, no se han abierto carpetas de investigación, ni las autoridades se han pronunciado al respecto, todo quedó en artículos de revista sensacionalistas. El machismo institucional encabezado por las grandes esferas del poder, no sólo pervierte a la industria del arte de empresas privadas, sino también al arte dentro de las instituciones públicas y sus escuelas.

En el sistema educativo mexicano se ha replicado desde siempre la violencia estructural del sistema político, cultural, y económico, salvo algunas excepciones, muchos profesores y académicos fungen como capataces dueños del tiempo y la dignidad de sus subalternos. Desde hace algunos años las estudiantes del sistema medio superior y superior han alzado la voz para denunciar este tipo de atropellos, remarcando también las violencias machistas que sufren a diario dentro de sus centros educativos. A este nuevo empuje de la lucha feminista también se han unido las alumnas de las escuelas de arte del INBAL y la UNAM, en donde existen numerosos testimonios de abuso de poder y violencias machistas, pero sin instituciones que protejan a las víctimas, los nombres de los agresores flotan dentro del medio, sin llegar a repercusiones legales. Jorge Zúñiga, profesor de la Facultad de Música UNAM, y director de la academia Ad Libitum, ha sido señalado por varias alumnas como acosador y abusador sexual, y a pesar de convivir con menores de edad no se le ha investigado tal como lo indica el Protocolo Contra la Violencia de Género de la UNAM; Jorge Cózatl, director de la Academia de Música Antigua UNAM (AMA) y ex director del Coro de niños de Tepotzotlán, fue señalado por integrantes de la AMA de abuso de poder y acoso sexual.

Por último, en el ámbito laboral cabe mencionar las numerosas denuncias públicas en Me Too, donde varios iconos de las artes plásticas, escritores, poetas y músicos han sido denunciados de acosadores, abusadores y violadores. Así como también la reciente denuncia pública de la escritora Poniatowska hacia su violador, el también escritor Arreola.

Hasta ahora, el Estado no ha proporcionado soluciones reales al problema. La postura de las autoridades es exigir la denuncia legal a la víctima. No quieren entender que estas no se dan por si solas, son el resultado de largos procesos, en espacios seguros y de acompañamiento real a las víctimas. Aun si fuera así, los problemas seguirán hasta que el sistema capitalista patriarcal deje de proteger a los violentadores y juzgar a las víctimas, hasta que dejen de existir trabajos precarios que provoquen el miedo a denunciar, y hasta que la lógica de la explotación por más ganancias se desvanezca. Todo esto será posible con la lucha feminista, la organización socialista de las mujeres y una subsecuente concientización de toda la clase trabajadora.


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