En los últimos años hemos visto un mundo coloreado de mareas verdes y moradas, de jornadas de lucha con calles abarrotadas de mujeres organizadas dando muestra de que cada 8 de marzo es día de lucha por nuestros derechos políticos, laborales y sociales y que no hay nada que celebrar. Es el día Internacional de la Mujer Trabajadora que fue instituido en 1910 durante la II Conferencia de Mujeres Socialistas a propuesta de la marxista Clara Zetkin, en conmemoración a las obreras textiles huelguistas de Nueva York y de todas las mujeres que dieron su vida en la lucha contra la explotación capitalista.

Este día toma mayor relevancia en un periodo de crisis capitalista con demandas legítimas y tan vigentes como hace 100 años cuando la Revolución Rusa logró el derecho a decidir de las mujeres sobre la maternidad, con aborto legal, socialización de la crianza con guarderías, comedores populares, lavanderías públicas al alcance de todos, divorcios simplificados, etc., que permitieron que las mujeres tuvieran mayor independencia política, económica, social y hasta emocional. En México, América Latina y en todo el mundo las mujeres anhelamos esas grandes conquistas.

Actualmente las demandas fundamentales son: nuestro derecho a decidir por un aborto legal, seguro y gratuito a nivel nacional, pero lo que más nos llena de rabia es que no se cumpla nuestro derecho a una vida digna, libre de violencia de género que asesina a 9 de nosotras cada día, por lo que, nuestra consigna ha sido #NiUnaMás desde los casos sin resolver de las muertas de Juárez, además de cientos de mujeres víctimas de desaparición forzada para las redes de trata de personas. Esta es la coyuntura que nos mantiene organizadas, pero no olvidamos que la solución de fondo de esta violencia sólo se erradicará de raíz si combatimos al sistema capitalista.

Combatimos el machismo porque es la reproducción del sistema capitalista, es una forma de violentar a las mujeres del que se saca mucho provecho, haciéndose valer de prejuicios, estereotipos y moralismos que nos mantienen en roles de género para servir al marido, al sistema patriarcal y al patrón. Las mujeres somos las explotadas del hombre, como la clase trabajadora por la burguesía, pero al fin de cuentas, la misma clase trabajadora explotada.

Tan sólo en México “hay 15 millones 785 mil madres trabajadoras, que representan 72.9% de la población femenina económicamente activa en el país” (ENOE 2018) la mayoría de ellas en condiciones precarias, aún en estas condiciones y con la doble explotación, por el trabajo doméstico no remunerado, las mujeres nos vemos obligadas a salir a trabajar para contribuir a los gastos de la casa, teniendo que dejar a un lado también el cuidado de los niños, quienes muchas veces se quedan solos, ya que no tenemos acceso a guarderías o estancias.

La ola de violencia que azota a México desde inicios de este siglo se ha vinculado a la descomposición social y su núcleo, la familia. Se ha señalado a los padres como los responsables de que los niños y niñas no tengan los mejores ejemplos para ser personas “de bien”, de los agresores de mujeres y feminicidas se dice que fueron sus madres quienes los educaron como machos. Desde el movimiento feminista, Libres y Combativas, responsabilizamos al sistema capitalista pues desde sus instituciones no es capaz de ofrecer los medios para socializar la crianza y dar a las mujeres trabajadoras acceso a guarderías, comedores, estancias infantiles y escuelas de calidad para sus hijos.

Al mismo tiempo, los feminicidios no disminuyen y la violencia sexual en aumento mantiene el movimiento en las calles. En la primer semana de febrero han sido 16 escuelas de la UNAM en paro, la principal demanda son escuelas libres de acoso sexual y violencia machista en general. A pesar de los métodos de acción directa y un método poco democrático con los que no coincidimos, la demanda es justa y la respaldamos. Libres y Combativas hemos ha apoyado esa legítima lucha y seguimos dando la batalla y ponemos al feminismo revolucionario y socialista como una herramienta para avanzar en el movimiento.

La respuesta del gobierno y de autoridades escolares es insatisfactoria, por lo que el arrojó de las y los estudiantes es firme y va en aumento. Frente a las manifestaciones que hemos emprendido hemos conseguido la suficiente presión política para lograr la resolución de algunos casos. Sin embargo, no buscamos soluciones en lo particular, sino una depuración y transformación del sistema. La justicia machista es de las principales responsables de que la violencia de género esté tan enraizada en la estructura social, por culpar a la víctima antes de investigar, en lugar de castigar ejemplarmente a los agresores.

En las escuelas se reproduce ese machismo de igual forma e incluso a través de la actitud de los docentes acosadores quiénes tienen la responsabilidad social de formar a través de la educación a hombres y mujeres, en vez de formarlos conscientes de nuestro derecho a una vida digna libre de violencia, reproducen esta violencia desde los salones de clase.

Es por todo esto que desde Libres y Combativas luchamos ¡Contra el capitalismo y la violencia machista, porque nos queremos vivas, libres y combativas!


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