La ola feminista continúa
La histórica movilización del 8M de este año en México es la mayor demostración del hartazgo contra la violencia machista. Refleja la necesidad de cambio de millones de oprimidas que están convencidas de la necesidad de erradicar la cultura patriarcal, las violaciones, desapariciones y feminicidios ―los cuales quedan impunes y se mandan el mensaje a los agresores de que pueden seguir cometiéndolos―. Cultura, por cierto, de la cual el capitalismo ha sacado tanta ventaja para someternos y explotarnos.
Durante la pandemia, las agresiones a mujeres se han intensificado al mismo tiempo la insensibilidad de las instituciones ante tales crímenes. El Gobierno Federal niega el problema como si, al hablar de moralidad y familia tradicional, se pudiera cambiar la estructura de sometimiento de las mujeres. A pesar de la contingencia sanitaria, decenas de mujeres se han manifestado para frenar la violencia y exigir el acceso a la justicia. Un ejemplo de ello fue el plantón en el Zócalo por parte de madres de víctimas de feminicidio y que tuvo que levantarse por la nula respuesta de AMLO y, entonces, dar prioridad a sus condiciones de salud.
No es que la violencia machista haya surgido con este gobierno, pero a dos años de implementarse la 4T, las víctimas seguimos luchando por justicia y por un cese a las agresiones y feminicidios. Fue así como la madre de una menor de cinco años, quien fue víctima de violación en 2017, tuvo que amarrarse a una silla en las instalaciones de la CNDH para que no la regresaran a San Luis Potosí y seguir esperando el proceso burocrático e ineficiente de la justicia machista.
Esta madre tuvo acompañamiento de varias colectivas, resultando en la toma de las instalaciones de la CNDH en el centro de la Ciudad de México el pasado 4 de septiembre. Exigen solución a ese caso concreto y a los 99% de casos de violaciones y los 97% de feminicidios que quedan en la impunidad, así como apoyo a víctimas de otros Estados que vienen a la CDMX a dar seguimiento a sus casos. Renombraron las instalaciones como “Casa Refugio”, reivindicando el Movimiento Okupa que se apropia de los inmuebles para ponerlos a disposición de las o los necesitados.
La justicia patriarcal perpetúa la violencia machista
A pesar de que la institución ahora es encabezada por Rosario Piedra ―quien se dice empática porque ella también es víctima de la desaparición de su hermano durante la Guerra Sucia― su papel se ha limitado a exhortar el cumplimiento del proceso burocrático: sin recomendaciones, verificaciones y sanciones ante prejuicios, omisiones y actitudes machistas de los ministerios públicos, policías de investigación, Fiscalías especializadas e Instituciones Estatales que, se supone, deben hacer valer nuestros derechos. Ante la poca respuesta de los ministerios públicos, las víctimas sentimos momentáneamente un alivio con la intervención de la CNDH para hacer valer nuestros derechos y evitar la revictimización al denunciar.
La norma en nuestros casos son investigaciones ineficientes y falta de atención psicológica oportuna. Por eso, constantemente exigimos que la Comisión se pronuncie, para que realmente se aplique la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y para que el presupuesto de programas de apoyo a la mujer trabajadora sea suficiente. Sin embargo, no recibimos ni una palabra al respecto y, mucho menos, hechos concretos que cambien la realidad sangrante.
Desde Libres y Combativas somos muy conscientes que no ganaremos nada en las instituciones sino lo ganamos primero en las calles. Como nosotras mismas lo pudimos vivir y comprobar con nuestra campaña #NoEstasSola, los años y meses recientes demuestran que sólo a través de la movilización, lucha y organización en las calles e integración de todos los sectores de los oprimidos a esta batalla serán resueltas nuestras demandas. Las tomas simbólicas en Puebla, Estado de México, Aguascalientes, Michoacán, Yucatán, por sólo poner unos ejemplos, en apoyo a la toma en CDMX resaltan la energía de la ola que llegó el 8M y la viabilidad de poder articular un movimiento nacional de todas las mujeres que estamos convencidas de luchar contra la justicia machista, el patriarcado y por la transformación radical de la sociedad ¡Usemos esa fuerza!
Por un feminismo combativo y de clase
Los niveles de impunidad llegan a ser tan altos porque, además de que la justicia es machista, también es clasista. A diferencia de las mujeres de la burguesía ―quienes pueden pagar abogados, detectives, MP, jueces― las mujeres de la clase trabajadora hemos aprendido que solo con la lucha organizada podemos tener una pizca de justicia. Por eso la Okupa CNDH mostró una luz en el camino para muchas mujeres ante una necesidad urgente que vivimos miles y la lamentable inacción de otros sectores de la lucha que han abandonado la movilización, pues se rehúsan al hacer y a la acción. Millones de mujeres oprimidas estamos dispuestas a luchar, estamos convencidas que otra vida es posible y estamos dispuestas a participar.
Desde Libres y Combativas insistimos en que nuestra fuerza está en las calles, que necesitamos retomar la iniciativa a la movilización, reivindicando métodos de lucha de la clase trabajadora, levantando un programa de lucha atractivo para esos millones de oprimidas, que permita integrarlas y que las hagan sentir parte de esta lucha y no todo lo contrario. Un movimiento combativo, democrático, unificado a nivel nacional y que logre reivindicaciones concretas da, no solo confianza, esperanza y ejemplo de que sí se puede, sino que también, nos coloca en una situación más favorable para continuar hasta vencer y realmente tirar el capitalismo patriarcal.
Hacemos un llamado a la organización permanente del movimiento con los métodos más combativos y democráticos. Llamamos a crear espacios asamblearios de debate para formarnos con las ideas y métodos del feminismo revolucionario, anticapitalista y de clase. Retomemos el legado de gigantes revolucionarias como Alejandra Kollontai, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Krúspskaya, Flora Tristán, Inessa Armand. Escuchemos lo que nos han enseñado en nuestro tiempo las madres de víctimas, como Norma Andrade e Irinea Buendía ―solo por mencionar una representación―, para tener claridad del por qué luchamos y hacia dónde vamos.
Las mujeres pobres, trabajadoras y jóvenes se han convertido en las protagonistas de las batallas presentes no sólo contra la violencia machista sino también de otras luchas contra este sistema. Continuemos la organización y formemos una organización política de forma independiente a la pequeña y gran burguesía y sus métodos que pretenden dividirnos a los oprimidos en términos de género y no de clase. La sociedad sí está divida pero entre explotadores y explotados. Llamamos a las mujeres de la clase trabajadora, amas de casa, empleadas, estudiantes, etc. a unirse a Libres y Combativas y construir la organización que nos ayude a acabar con el machismo mediante la transformación socialista de la sociedad. Solo transformando la sociedad en esas líneas podremos alcanzar la plena liberación y justicia para todas las víctimas.
¡Ni un feminicidio más!
¡Basta de justicia machista y clasista!
¡No más recortes a los programas y ayudas a las mujeres y a las víctimas!