Este 25 de noviembre cumpliremos un año más de lucha en el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemorado el trabajo de las activistas hermanas Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 durante la dictadura de Rafael Trujillo Molina en República Dominicana. A 60 años, los países de América Latina tienen los índices más altos de feminicidio; México tiene el mayor número de casos, con 11 al día; y los países de Centroamérica los que tienen el mayor índice por cada 100,000 mujeres.
Han sido años de lucha para dignificar la vida de las mujeres trabajadoras y revertir la escalada de violencia contra nosotras. En el último período el movimiento de madres de víctimas de feminicidio, lograron en 2012 introducir este concepto en el Código Penal, también se ha aprobado la Ley Olimpia en todo el país, relacionada con la penalización de la Ley Ingrid y que fue impulsada en la CDMX por la apología de la violencia machista ejercida por los medios de comunicación después de que mujeres son asesinadas. Sin embargo, estas leyes no son suficientes, durante el mes de julio de 2020 las denuncias por violencia de género aumentaron un 7%, mientras que las llamadas al 911 por el mismo tema aumentaron un 4%. Es claro que el confinamiento con los agresores durante la pandemia es una condena para muchas de nosotras, lamentablemente el número de feminicidios tampoco disminuye, tan sólo hoy contamos 11 de nosotras menos.
Porque la violencia machista no para, no dejaremos las calles. Este 22 de noviembre nos movilizamos desde el Valle de San Quintín mujeres indígenas jornaleras que, debido a la falta de empleo en nuestros lugares de origen como Oaxaca y Guerrero, la migración forzada es la única opción para nosotras y nuestras familias, a pesar de vivir en condiciones de esclavitud moderna. Pese a las dificultades, en 2017 dimos una gran batalla por la defensa de nuestros derechos laborales.
También nos sumamos mujeres organizadas en Guaymas, Sonora, porque al igual que en todo el país, los casos de violencia doméstica, violencia sexual, desaparición forzada de mujeres y feminicidios no cesan, y todo esto agravado por un entorno de violencia provocada por el narcotráfico.
Desde Tampico y Tlaxcala también gritamos fuerte y claro que nos necesitamos vivas y libres, aquí la violencia de pareja y familiar ha incrementado de manera alarmante los últimos dos años y, seguramente, la situación seguirá así debido a que, con un descaro brutal, el gobierno mira a otro lado negando la necesidad de la alerta de género.
Resistimos y luchamos desde Guanajuato y el EDOMEX, los dos Estados del país donde existe mayor índice de violencia y feminicidios. Estados donde no solo se mata a las mujeres, sino que se criminaliza la protesta, donde es peor ser feminista que feminicida o narcotraficante. A estos Estados los une la violencia y la justicia machista. En ambos la alerta de género es un fantasma y, por supuesto, ni que esperar alguna otra medida efectiva.
La lucha de la clase trabajadora no es ajena a la lucha por una vida digna para la mujer trabajadora, debido a la dinámica de la división del trabajo y de la explotación en el sistema capitalista, las mujeres nos hemos visto obligadas a jugar el rol de la doble explotación: doméstica y laboral. En esta situación, las mujeres de las maquiladoras en el norte del país, quienes a inicios de 2019 junto con nuestros compañeros, dimos una batalla por la dignificación de nuestro salario en el Movimiento 20/32. Ahora continuamos organizándonos en el SNITIS, porque somos conscientes de la necesidad de la organización obrera. En septiembre de 2020 salimos a manifestarnos para exigir justicia por el caso de Berenice, una joven ingeniera que trabajaba en la zona maquiladora quien fue encontrada sin vida después de 3 días de desaparecida, éste es solo un ejemplo de la trágica situación de las mujeres de la clase trabajadora.
Desafortunadamente, este no es un acontecimiento aislado, el terrible caso de las muertas de Juárez comenzó con el crecimiento explosivo de la industria maquiladora, en la década de los 90, mientras miles de mujeres salían de sus casas al campo laboral, sin seguridad, sin alumbrado, con largas jornadas laborales, mientras crecía la presencia de bandas delictivas del narcotráfico y con ellas negocio de la trata de personas con fines de explotación sexual, terminando la mayoría de esos casos en feminicidios sin resolver. Estas son las condiciones que nos llenan de miedo, pero al mismo tiempo de coraje para luchar por justicia por todas ellas, porque queremos que no nos pase a nosotras ni a nuestras hijas, hermanas, amigas, madres, a ¡ni una más! ¡Las mujeres de la clase trabajadora no seguiremos poniendo las muertas!
Además de lo anterior ahora mismo nuestra compañera de lucha, nuestra asesora legal del SNITIS, la abogada laboralista Susana Prieto Terrazas, enfrenta una dura batalla legal en su contra que la amenazan de perder su liberad por delitos que jamás cometió. Mientras feminicidas y delincuentes de cuello blanco como los narcogobernadores de Chihuahua y Tamaulipas siguen en libertad y viviendo en la impunidad, a la compañera Susana se le persigue políticamente por defender los derechos laborales de las y los obreros maquiladores de la frontera norte. ¡De este tamaño es la descomposición del aparato de justicia de nuestro país! Es el mismo caso con la compañera Kenya Hernández, encarcelada por el feminicida Estado de México. Mientras sigue en los primeros lugares de crímenes contra la mujer, persigue a los luchadores sociales como Kenya, quien en el último periodo luchaba por la liberación de mujeres presas injustamente. Hoy, nuevamente al unísono, las jóvenes, trabajadores y trabajadoras gritamos en este mitin simultáneo en diferentes partes del país: ¡Susana libre, Ya! ¡Libertad inmediata para Kenya Hernández! ¡Ni una presa más por luchar!
Nos preparamos hacia un 25 de noviembre combativo y para la organización permanente, porque mientras no acabemos con el capitalismo, no acabará la violencia contra para las mujeres. Quienes salimos este 22 de noviembre pretendemos dar continuidad a la lucha que se expresó a través de las urnas el 1ro de julio de 2018, no aceptamos un gobierno que ha retirado el presupuesto a programas sociales para las mujeres trabajadoras, como guarderías y casas refugio, que se ha hecho de sus propias cifras para negar el aumento de la violencia machista, que ha desdeñando al movimiento feminista anteponiendo la infiltración de la derecha y su supuesto humanismo. Su falta de reconocimiento y acción ha permitido que los gobiernos de los Estados apliquen medidas represivas en manifestaciones feministas. Hacemos el llamado al gobierno de la 4T a que avance en la deuda que tiene con las mujeres de la clase trabajadora, que son violentadas hasta la muerte todos los días.
Es claro que no importan cuantas leyes se aprueben en favor de nosotras mientras no haya un trabajo consciente de un gobierno que se dice del pueblo para el pueblo que las haga cumplir, empezando por la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. La realidad, sin embargo, es que el machismo se reproduce desde las instituciones; ¡no más justicia machista! Queremos sentencias ejemplares para los agresores y enviar el mensaje claro de que nuestras vidas importan, sin embargo, ni siquiera esto ha podido asegurarnos el nuevo gobierno.
La lógica patriarcal está en toda la estructura social, por eso nos organizamos y luchamos por un programa feminista revolucionario que nos libere de esta opresión y podamos ser auténticamente libres para decidir sobre nuestros cuerpos, maternidad o profesión. Sin tener que ser violentadas o pagarlo con nuestras vidas.
Para eliminar la violencia machista de raíz combatimos al capitalismo, porque es el sistema económico que se ha valido del patriarcado para perpetuar los roles machistas y servirse del trabajo doméstico no remunerado para el cuidado de los hijos y los enfermos sin costo alguno para el Estado, pero sobre todo, para la regeneración y reproducción de la fuerza laboral, que es explotada todos los días en las empresas y centros de trabajo de la burguesía. No hay otro enemigo a vencer nada más que el capitalismo, no nos nublamos los ojos con falsos enemigos, por eso luchamos todos los días para evitar la infiltración de la derecha que sólo puede dañar al movimiento, provocando un alejamiento de nuestro objetivo. Solo con la aglutinación de todos los sectores oprimidos, humildes y explotados lograremos una verdadera liberación.
- No más violencia doméstica: Exigimos guarderías, comedores, lavanderías públicas y gratuitas, casas refugios dignos y suficientes para las mujeres trabajadoras y sus hijas e hijos.
- No más violencia económica: a trabajo igual, salario Salario mínimo de $300 al día para las y los jornaleros agrícolas. Derogación de la Reforma laboral y del outsourcing. Salarios dignos para la mujer trabajadora. Castigo ejemplar al acoso sexual laboral. Demandamos respeto a nuestro derecho a la organización y lucha. ¡Por un sindicalismo democrático, de base, combativo y que realmente defienda a las y los trabajadores!
- No más justicia machista: la justicia no debe ser sólo para quien pueda pagarla, las mujeres de los sectores oprimidos de clase trabajadora queremos acceso a la justicia, basta de impunidad y de invisibilizar la violencia machista, castigo ejemplar a tratantes de blancas, violadores, maltratadores físicos y feminicidas. Demandamos la investigación adecuada de cada mujer desaparecida, así como castigo a los Depuración inmediata de todas las instituciones del Estado.
- No más violencia psicológica: educación pública, científica, laica, de calidad, inclusiva y libre de violencia machista. Requerimos servicios de planificación familiar, públicos, gratuitos y de calidad. Acceso a la educación sexual integral y científica desde educación básica, así como a todos los métodos anticonceptivos de manera gratuita.
¡Porque no queremos ni una mujer violentada más, ni una mujer asesinada más, nos organizamos y luchamos porque nos queremos vivas, libres y combativas!
¡Este 25 de noviembre luchemos contra la violencia machista y capitalista: todas y todos a las calles!