Hace un año, mientras miles acudíamos a las movilizaciones más grandes del 8 de marzo en la historia de México y participamos activamente en lo que sería la primera huelga feminista, no imaginábamos que la violencia, la explotación y la opresión que de por sí vivíamos escalaría tanto en apenas un año, haciendo así más necesario fortalecer y extender nuestra organización.

Hoy nos encontramos con más desempleo, menos acceso a la salud general y reproductiva, más vulnerables a la violencia en el hogar, con jornadas más extenuantes, emocionalmente más vulnerables, siendo madres, maestras y trabajadoras al mismo tiempo, con más feminicidios, etc. Todo como producto de la crisis sanitaria y económica que no estamos dispuestas a pagar.

Hoy tenemos más razones para movilizarnos: todas hemos vivido algún tipo de violencia, pero no todas la vivimos de igual forma e intensidad; somos las mujeres de las familias trabajadoras las que nos llevamos la peor parte.

Es indispensable enfrentar con urgencia y determinación esta situación empleando los métodos de lucha más efectivos y comprobados por años de movimiento obrero, campesino y juvenil, como la huelga. Nuestros derechos de manifestación han sido ganados con sangre y sudor por generaciones pasadas. La huelga no es la excepción, pero no se convoca sola; es preciso impulsarla mediante nuestros sindicatos y comités de trabajadores en las fábricas y centros de trabajo. Es lamentable que teniendo estas herramientas de lucha nos encontremos con argumentos dentro de la Coordinación 8 de marzo que se niegan a utilizarlas.

Pese a ser más necesaria la lucha y la huelga, se mantiene la reticencia a convocar por parte de los sindicatos

El pasado 2 de febrero se llevó a cabo la primera reunión ampliada de la Coordinación 8 de marzo. Desde Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria realizamos el llamado a convocar a huelga en los centros de trabajo y en las clases en línea este 8 de marzo. Diferentes sectores secundaron la propuesta; sin embargo, ante la pregunta concreta de si las compañeras sindicalistas llevarían la propuesta a sus espacios de debate y decisión, obtuvimos desde un completo silencio hasta una justificación que raya en un espíritu individualista totalmente contrario al papel de la lucha colectiva que  debe prevalecer en estos espacios como herencia del sindicalismo combativo.

¿Entonces para qué convocamos a estas reuniones? Una y otra vez se nos ha dicho que x o y organización no se puede comprometer a la convocatoria porque se necesita consultar, pero, ¿acaso nuestras organizaciones políticas, sindicales o feministas no nos mandan como delegadas con deliberación, criterio y determinación para decidir sobre algo que nos compete a todos? ¿Para qué tanto discurso de unidad y acciones coordinadas si a la mera hora unas hacen una cosa y otras otra? Esta lucha no puede ser individual: si bien todos podemos hacer esfuerzos por no reproducir el machismo, la verdadera fuerza para acabar con esta lacra y el patriarcado reproducidos por el capitalismo se encuentra en la lucha colectiva. Esta es la única manera de tener suficiente fuerza para acabar con un enemigo como el que enfrentamos, el cual tiene un aparato propagandístico, jurídico y político totalmente a su servicio que reproduce día y noche, sin descanso, políticas y prejuicios contra nosotras y nuestros compañeros.

Los sindicatos no pueden estar al margen de la lucha feminista de clase; es contradictorio negarse a plantear siquiera la convocatoria en los sindicatos a huelga este 8 de marzo, apelando al derecho individual de sus miembros a decidir si participan o no. Ésta es la semilla de la dispersión, división y debilitamiento de la lucha que la patronal intenta sembrar en cada intento que hacemos por organizarnos; es inconcebible que este tipo de argumentos sean reproducidos en voz de dirigentes sindicales.

¿Qué camino tomar?

La respuesta que necesitamos por parte de los sindicatos es un llamado serio en todas sus bases a declarar la huelga este 8 de marzo; la realización de una campaña de convencimiento sobre su necesidad; la distribución de carteles y volantes en asambleas y centros de trabajo para informar a cada miembro de la necesidad de ella; organización de asambleas que permitan elevar la conciencia sobre la problemática de la mujer y la necesidad de la lucha; en seguida, realizar votaciones democráticas sobre la propuesta. No tenemos ninguna duda de que por esta vía no sólo no se obliga a nadie a salir a luchar, todo lo contrario, miles de mujeres y hombres conscientes verán a sus sindicatos como ese instrumento que necesitan para mejorar sus vidas.

Sabemos también que el machismo que impera en la sociedad es capaz de colarse dentro de nuestras organizaciones de masas como los sindicatos, y que la única manera de revertir esto es precisamente empujando y estimulando firmemente la discusión, participación y acción de toda la base.

Es fundamental atraer a nuestros compañeros hacia nuestras reivindicaciones; no podemos convocar a una huelga sólo de mujeres, pues la opresión hacia nosotras no es un asunto de mujeres, así como no es un asunto individual. ¿De qué servirá convocar a una huelga si nuestros compañeros hacen nuestro trabajo y enmascaran el peso económico que tenemos en nuestros centros laborales? Por ejemplo, el 70% del personal de salubridad en el mundo son mujeres, también somos mayoría en el sector de limpieza y educación, etc. Sin duda nuestro peso en la sociedad es sustancial, pero no tendrá el mismo efecto si nuestros compañeros son enviados a cubrir nuestras tareas temporalmente. La solidaridad en la lucha feminista es fundamental, como lo es la solidaridad en cualquier otra batalla política; por eso este 8 de marzo llamamos una vez más: ¡Todas y todos a la huelga!

Desde Libres y Combativas empujaremos con todas nuestras fuerzas la convocatoria a huelga en los centros de trabajo y las escuelas ¡Ni un paso atrás!

 

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