En todos los rincones del país las mujeres trabajadoras están poniendo su sello a las luchas que protagonizan. Desde la guerra contra los megaproyectos de muerte en sus comunidades, formando autodefensas contra el narcotráfico, parando los ranchos para exigir el pago de salario hasta las huelgas por aumento salarial, contra los despidos y por democracia sindical, las vemos en primera línea y en cada faena.

En estas batallas durante este año de pandemia y precisamente por la barbarie que ha traído a nuestras vidas, diversas trabajadoras han usado la herramienta de la huelga para defenderse de la ofensiva de las patronales y del embate de la burguesía. Con o sin sindicato las trabajadoras se han puesto en marcha no sólo contra la violencia machista sino también contra los despidos, contra la precariedad laboral, contra el charrismo sindical, en defensa de sus contratos colectivos, han conformado nuevas organizaciones sindicales democráticas y combativas como el Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y Servicios SNITIS en Matamoros, Ciudad Juárez, Reynosa, etcétera, y las Mujeres Unidas en Defensa de Jornaleras e Indígenas (MUDJI) en el Valle de San Quintín. 

En México hay 15,785,000 madres trabajadoras, que representan 72.9% de la población femenina económicamente activa en el país, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de 2018. Muchas de nosotras ahora mismo nos encontramos en una situación de desempleo o disminución real de nuestro salario debido al cierre de nuestros centros de trabajo o a los recortes de personal, mientras millones somos arrojadas a la miseria y hambre, los empresarios y burgueses dueños de las empresas continúan amasando millones de dólares.

Es el caso de la huelga de Interjet donde los dueños de la aerolínea adeudan salarios y aguinaldos desde el año pasado a las y los trabajadores orillándolos a la huelga y ocupar la zona del aeropuerto de la Ciudad de México donde la empresa se desempeñaba. Un caso donde las mujeres están jugando un papel relevante y de dirección es la huelga de Notimex donde a más de un año de huelga los compañeros y compañeras en su mayoría siguen resistiendo a pesar de la campaña de ataques sistemáticos por desprestigiar su lucha.

También la batalla contra la precariedad laboral está siendo uno de nuestros estandartes. Es el caso de las compañeras obreras de las maquilas de la frontera norte y las compañeras jornaleras del Valle de San Quintín en Baja California. Las obreras y obreros del SNITIS el pasado 25 de enero llamaron a la huelga para exigir el aumento salarial que la patronal y los charros se han negado a otorgar, así como el bono anual que año con año por contrato les corresponde. Este llamado ha sido totalmente correcto demostrando que únicamente por la vía de la lucha los derechos se defienden y se conquista.     

Para las oprimidas el tema de conquistar una vivienda y un empleo digno no es ningún detalle y así lo muestran las compañeras otomíes que se han atrincherado en la sede del INPI ante la constante invisibilización de sus necesidades como pueblos indígenas dentro de las urbes.   

Estos son apenas unos ejemplos de las luchas que ahora mismo miles de mujeres de la clase trabajadora estamos protagonizando, pero hay muchas más. Las maestras, las trabajadoras del sector salud, las cajeras, las de limpieza y un sinfín de oprimidas, obreras, trabajadoras, asalariadas, en una palabra, las explotadas, somos la primera línea de combate contra el sistema que quiere sobrevivir su crisis a costa nuestra y de nuestra clase, es por eso el único camino sin duda es socialismo o barbarie.

 

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