La opresión sufrida por el colectivo trans, sistemática y brutal bajo el sistema capitalista, ha sido ocultada conscientemente por los defensores de la moral y el orden establecido. Incluso ahora, cuando existe una sensibilidad social creciente para defender los derechos trans, se escuchan barbaridades tránsfobas provenientes de la derecha más reaccionaria y, lamentablemente, también de sectores del feminismo acomodado e institucional.

Las personas trans tenemos una esperanza de vida de hasta 35 años (aproximadamente), en cuestiones de salud, estamos más expuestas al contagio de enfermedades como el VIH/SIDA, también somos un blanco de la aplicación de silicona industrial clandestina o aceite vegetal, y en el peor de los casos, nos enfrentamos a los crímenes de odio.

El ser humano es diverso, igual que la naturaleza de la que formamos parte, y no hay nada malo ni anormal en ello. Los informes científicos señalan que entre el 0,3 y el 0,5% de la población mundial no se siente identificada con el género que se le ha asignado al nacer en función de la apariencia de sus órganos genitales, lo que no es ninguna enfermedad. Y, sin embargo, ¿cuántas veces hemos oído que las personas trans son hombres encerrados en el cuerpo de una mujer o viceversa, y que necesitan de una operación para poder reconciliarse con su cuerpo? Hay personas trans que se hormonizan, otras que no, pero todas somos trans no porque lo hayamos elegido sino porque objetivamente lo somos, ¡dejen de patologizarnos!

Reconocer los derechos de las personas trans no es “borrar a las mujeres” ¡Basta de transfobia envuelta de falso feminismo!

Queremos ser lo que somos, y las personas trans tenemos los mismos derechos que cualquier otra persona. ¿O no es así? Si lo es, entonces ¿a qué viene tanta indignación moral, tanto desatino por parte de sectores del feminismo institucional contra el derecho de las personas trans a manifestar su condición en completa libertad?

Estos sectores lanzan el argumento de que este enfoque “borra a las mujeres y silencia nuestra opresión”. Pero no es así. Nuestra opresión la crea el sistema clasista del capitalismo, la desigualdad orgánica que perpetúa el régimen de libre mercado, y todos aquellos y aquellas que lo sostienen, directa o indirectamente. Intentar descalificar los derechos trans alegando que así se abre la puerta a que cualquier persona pueda declarar esa condición para perpetrar abusos contra las mujeres, es un completo disparate y muestra un enorme desprecio por la opresión que ha sufrido este colectivo.

La lógica de estos sectores feministas cuando hablan de hombres que se harán pasar por mujeres para lograr beneficios sexuales, recuerda demasiado a los argumentos reaccionarios que utiliza la derecha y la extrema derecha. El mito de las “denuncias falsas”, prácticamente inexistentes según las estadísticas oficiales, siempre está en la boca de estos elementos.

Lo peor de todo es que en los argumentos de este sector sigue insistiendo en tratar la transexualidad como una enfermedad, que ha de ser diagnosticada para que se reconozca, y las personas trans como enfermos que necesitan del Estado, de un juez o de un médico que decida por ellos si pueden o no ser hombre o mujer. Por supuesto, los menores trans que sufren agudamente la discriminación en su entorno más inmediato, no tienen ningún derecho a opinar.

Es increíble que tengamos que escuchar este tipo de ideas a estas alturas, y mucho más increíble que haya mujeres que se declaran feministas que vean un enemigo a batir en el colectivo trans.

La lucha continúa…

No podemos conformarnos con declaraciones de intenciones sobre leyes de identidad, ni tampoco que estas se conviertan en papel mojado. Nuestras vidas dependen de ello. Necesitamos una revolución que eche abajo este sistema injusto que solo provoca miseria y sufrimiento para la mayoría, y necesitamos unir las fuerzas de todos y todas los que lo padecemos. Las personas trans, las mujeres trabajadoras, la juventud y el conjunto de la clase trabajadora tenemos el objetivo común de acabar con la desigualdad y la injusticia. Y lo lograremos construyendo una sociedad socialista libre de cualquier tipo de opresión.

¡Aquí está la resistencia trans!

 

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