Vivimos tiempos difíciles, hay una guerra interimperialista en la que se pelea con furia la hegemonía mundial, tenemos una crisis económica prolongada, una pandemia sin precedentes en el último siglo y el cambio climático azota al mundo.
La mujer trabajadora en el centro de las agresiones
De este escenario apocalíptico los más afectados somos la clase trabajadora, especialmente para las mujeres y la comunidad sexodiversa.
Ha sido durante la guerra en Ucrania que, para nuestras iguales del otro lado del mundo, además de ser forzadas a abandonar sus hogares y convertirse en refugiadas, son esclavizadas por la trata de personas.
Y es también hacia nosotras que durante estos últimos años en México se nos mantiene en una brecha salarial del 19% menos respecto a los trabajadores hombres.
Por otro lado, la comunidad trans tiene la esperanza de vida más baja, 35 años, por causa de exclusión y discriminación laboral, educativa y de los servicios de salud.
Igualmente, hemos sido las que durante la pandemia vivimos un despido mayor, aún hay 4 millones que no logran recuperar un empleo, también fuimos las que tuvimos que pasarla encerradas con violentadores.
Por lo anterior, el papel de las mujeres de la clase trabajadora en la lucha social ha sido fundamental, cuando nos levantamos no hay quien nos detenga, y estos últimos años nos hemos revelado contra este escenario protagonizando movilizaciones multitudinarias y huelgas en todo el mundo. Por eso nos hemos convertido en el foco de ataques, para mantenernos calladas, sumisas y aisladas.
La UAM no es un caso aislado
El ilegal despido que han vivido nuestras compañeras de la UAM por denunciar violencia machista e institucional no es una casualidad, sino parte de este sistema patriarcal que se ejerce desde los puestos de poder, en este caso por la camarilla encabezada por Enrique José Garcini Elizondo, enquistada en la Contraloría General de la Rectoría de la UAM.
Nuestras compañeras fueron pisoteadas en su dignidad, calumniadas, perseguidas y acosadas, así es que, cuando ellas se resistieron a jugar el papel de capataces, a espiar y a levantar actas administrativas que injuriaban a sus demás compañeras y tuvieron la valentía de denunciar la violencia de la que fueron víctimas, fueron despedidas. Se trata de al menos 10 compañeras rescindidas bajo imputaciones fabricadas a modo.
Esto lo vemos en cada centro de trabajo, con compañeras y compañeros a los que se aplica un doble rasero, producto de una doble moral. Mientras las autoridades de la UAM se dan baños de feminismo con coloquios y foros, en el día a día, alumnas, profesoras y trabajadoras son violentadas con el solapamiento de las máximas autoridades incluyendo al propio Rector, José Antonio De los Reyes Heredia y al Abogado General, Juan Rodrigo Serrano Vásquez.
La figura de trabajador de confianza no debería existir, pues estos casos son vulnerables a los caprichos de sus superiores, por ello, nuestra lucha va más allá, en primer lugar, exigimos justicia para las compañeras rescindidas ilegalmente con la destitución inmediata de los agresores: Enrique José Garcini Elizondo, Mario de Jesús Rangel Barajas y Edgar Gil Vera, también exigimos la reparación del daño causado, en primera instancia, con la reinstalación de todas las agredidas, el pago de sus salarios caídos y atención psicológica digna y gratuita.
Además, daremos una lucha junto a cada trabajadora y trabajador honesto y combativo del SITUAM, que defienda un sindicalismo congruente con la lucha feminista, para garantizar la no repetición de las conductas arbitrarias, machistas y detener los despidos injustificados.
Las y los trabajadores de la UAM, independientemente de nuestro régimen de contratación, no debemos permitir distinciones entre nosotros, alimentadas a conveniencia de la patronal para dividirnos, es momento de dar una lucha conjunta para sindicalizar a toda la plantilla y fortalecer nuestra lucha y organización bajo un sindicalismo de clase, combativo y revolucionario.
¡Fuera violentadores y solapadores de las escuelas y centros de trabajo!