En julio de este mismo año, por fin fue aprobada la Ley Paola Buenrostro, que en lo general tipifica los transfeminicidios y los castiga con una pena de 35 a 70 años de prisión. Esta ley fue impulsada por la activista trans y defensora de los derechos humanos Kenia Cuevas, y nació del trágico transfeminicidio de su amiga Paola Buenrostro en 2016. Kenia ha luchado durante estos últimos años por la consumación y aprobación de esta ley, la cual no solo establece un castigo severo para los perpetradores, sino que también tipifica el transfeminicidio, que es, entre otras cosas, el asesinato violento de una mujer trans ya sea por motivos de odio, discriminación o transmisoginia.
Pero Kenia no ha estado sola, desde la lucha para impedir el triunfo electoral de la derecha hasta las enormes manifestaciones de la comunidad trans reclamando las deudas que este gobierno tiene con la comunidad, condenando los transfeminicidios, denunciando el asesinato de le magistrade, etc. Está experiencia nos demuestra una vez más que la justicia se arrebata con la lucha en las calles.
La ley Paola es un gran avance en la lucha por los derechos de las mujeres trans y un paso más en la búsqueda de los derechos de las personas en general. Sin embargo, el hecho de que haya una ley que, si el día de mañana me asesinan, nombre no solo mi asesinato, sino a mí misma de la manera correcta, no sé si es verdaderamente la victoria que yo y mis compañeras trans necesitamos o necesitábamos. No me malinterpreten; no es nada en contra de esta ley ni mucho menos en contra del trabajo de Kenia Cuevas. Es más, una cuestión de preguntarnos si esto es verdaderamente algo que vaya a mejorar nuestra calidad de vida o simplemente es un pequeño maquillaje encima de los actos corruptos que rigen las leyes en nuestro país.
Permítanme explicar por qué digo estas cosas. Como recordarán, en 2012 la tipificación del feminicidio a nivel nacional es un hecho, todo esto gracias a la lucha social y a la toma de calles por parte del movimiento feminista. Sin embargo, a partir de entonces, más que frenar la cifra tan alta de feminicidios que ya teníamos, parece que ha ido en aumento: de en su momento nueve feminicidios al día, ahora tenemos casi 13 feminicidios diarios en México. Entonces, me pregunto: ¿realmente está haciendo algo la tipificación de estos crímenes de odio, o es solo un intento desesperado de las autoridades por aparentar que verdaderamente les importan nuestros derechos cuando la realidad es más oscura de lo que parece?
La tipificación de un delito, nombrar las cosas por su nombre, es algo de suma importancia, no lo vamos a negar. Sin embargo, una cosa es que estemos "protegidas" por la ley y otra es que verdaderamente esta ley se aplique. Sin irnos tan lejos, el perpetrador del transfeminicidio de Paola Buenrostro sigue prófugo de la justicia, hoy en día, ocho años después de cometer el crimen. Pese a que la denuncia contra el asesino de Paola se realizó a los pocos días y se detuvo al perpetrador, entre vacíos legales y corrupción, se le dejó libre. Cuando por fin vuelve a ser buscado por la ley, simplemente se da a la fuga y, “nadie sabe dónde está”. Este es un ejemplo de cómo actúa el sistema de “injusticia” y tránsfobo.
La realidad es que vivimos en un país controlado por los misóginos y transfóbicos, donde los discursos y crímenes de odio son el pan de cada día para mujeres, mujeres trans, personas de la comunidad LGBT y otras minorías. Se supone que todos, todas y todes estamos protegidos bajo la ley de actos de discriminación y violencia de odio. Sin embargo, una cosa es lo que dice el papel y otra muy diferente es lo que sucede en la realidad. Al momento de denunciar, desde el ministerio público, se nos ponen trabas; ahí mismo te dicen: "Uy, no, ahí ni le van a hacer nada. Mejor no se meta en problemas", y cosas por el estilo. Así es el sistema de justicia. En el caso de que se llegue a un juicio penal, parece que a quien se intenta proteger es al perpetrador, no a la víctima.
Entonces, ¿qué nos queda a las personas que sufrimos alguna injusticia si, al momento de querer denunciar, se nos empiezan a poner trabas? Y si, en el caso de que llegue la denuncia a juicio, toca pasar por un proceso largo donde no solo vas a enfrentar más obstáculos por parte de los poderes, como el poder judicial o la fiscalía, sino que también podrías recibir amenazas de muerte y atentados contra tu vida.
¿Verdaderamente tenemos un país justo para todos, todas y todes, o la justicia está, sobre todo, al alcance de aquellos que pueden pagarla? Lo hemos visto en infinidad de casos, un ejemplo muy claro es la reciente liberación dee Mario Marín. justicia no es para la víctima, sino para quien pueda pagar buenos abogados o incluso jueces y fiscales. No sé ustedes, pero a mí, no me alcanza para que me toque un pedacito de justicia, habrá que salir a las calles para luchar por ella.
"¡No más maquillaje legal, exigimos justicia real!"