Este título, esta enunciación, no tiene nada de silencioso o de discreto. Es una declaración enérgica y contundente del concepto de feminismo que desean que domine la escena política de uno de los movimientos más importantes, sino el más irruptivo de la última década.

Para las mujeres, que hemos sido obligadas a luchar, hablar de feminismo silencioso nos parece una contradicción, porque sólo ha sido a través de levantar la voz, y muy fuerte, como hemos arrebatado mucho o poco a este sistema.

Ha sido con mítines a las afueras de los reclusorios donde hemos recitado los nombres de nuestras hermanas y hemos conseguido sentencias ejemplares contra feminicidas y violadores recurrentes.

Ha sido a través de huelgas y protestas callejeras donde hemos hecho oír nuestra voz y hemos conseguido un poco de igualdad laboral y social.

Incluso, en la batalla por la democracia, de donde se dice provenir la autora de tal célebre título se ha hablado y se ha levantado la voz: “¡al diablo con las instituciones!” se decía, ¡No llego sola, llegamos todas! es la arenga más escuchada en los últimos meses desde la plaza más pequeña hasta el Zócalo de la Ciudad de México. Entonces ¿por qué exaltar esta forma y este método?

Un debate necesario

Nos parece que es una cuestión política, nos parece que es una contraposición al feminismo que miles de oprimidas defendemos, porque creemos que la única forma real y contundente para acabar con nuestra opresión es luchando contra este sistema y la forma de hacerlo es con la lucha combativa, organizada y movilizada en las calles.

Sí, claro que sí, es estigmatizar a las compañeras que, si bien no menospreciamos lo que se ha arrebatado este sexenio, no nos conformamos con la realidad actual. Beatriz Gutiérrez Müller, una mujer que tuvo el privilegio de ser lo que es, afirma que su libro es sobre todas las cosas un homenaje a las mujeres ignoradas: entonces ¿no lo dedica a nosotras, las mujeres que luchan? porque hemos sido nosotras ignoradas cada vez que nos hemos acercado al gobierno a exigir nuestras demandas pendientes, que mejor homenaje que otorgar justicia y garantías de no repetición.

Perdón Doctora Beatriz, usted dice haber visto todo el país y conocido a todas las mujeres, con las cuales dice identificarse. Nosotras, esas mujeres de a pie, le decimos, que no podemos identificarnos con usted, porque jamás podremos vivir lo que usted vive o vivió. Las mujeres que usted describe como serenas, calladas y que así ellas, de manera sigilosa, avanzan por la vida y en sus luchas, no es tan real esa aseveración. Las mujeres pobres a veces podemos ser sigilosas como táctica de lucha contra el opresor, como cuando hacemos trabajo clandestino y secreto, pero eso no tiene nada que ver con ser callada y usar como método de lucha el silencio per se.

Las mujeres que callan, casi siempre obligadas por la opresión, arden por dentro y luchan por sus vidas todos los días, la vida misma es la que nos orilla a luchar y levantar la voz por alguna demanda: contra el genocidio en Gaza, contra los feminicidios, contra las violaciones, por el trabajo digno, por el derecho al aborto, por la democracia. El sigilo y el silencio para las mujeres que luchamos es una táctica no una política.

De hecho, soportar las adversidades de manera silenciosa, cosa que admira la autora, es una de las formas de opresión de la que se sirve este sistema para mantenernos sumisas. Y esta afirmación no tiene nada que ver con interpretar o torcer la idea que las mujeres estamos oprimidas porque queremos ¡no!

Ser calladas y andar con sigilo no es don, no es algo nato de la mujer, no es una cualidad, es un comportamiento patriarcal que nos han inculcado para dominarnos, por eso, el hablar y expresar muchas veces es el acto más contestatario y de valentía que muchas de nosotras conocemos. Esta idea que, sin hacer aspavientos, sin decir, puedes cambiar el mundo, nos quieren convencer de una pasividad de una inmovilidad que solo sirve a unos cuantos.

Mucho nos tememos que algunas de las ideas expuestas hacen eco con algunos de los argumentos esgrimidos por la reacción derechista y clerical.

¡Nunca más!

Por eso una de nuestras consignas principales es: Nunca más contarán con la comodidad de nuestro silencio.

Porque eso, el silencio, como política general, es un privilegio. Usted nos dice que sin hacer ruido llegó a donde está y ha hecho lo que ha hecho sin mucho aspaviento, y no lo dudamos, pero ¿no se ha dado cuenta que es un privilegio de unas cuantas?

Usted nos dice que todo feminismo es válido, pues nosotras lo que vemos es que con su anunciamiento nos desacredita y sí, con toda la autoridad que usted tiene, tratan de convencer de cuál es el tipo de feminismo que se debe de impulsar y abrazar desde la óptica del “capitalismo humanista.”

Nosotras, con la piel quemada con ácido, con las heridas que la violencia sexual y física dejan, con las heridas psicológicas de la violencia, de la justicia machista y patriarcal le decimos: no hay capitalismo con rostro humano, no hay capitalismo humano, no hay otro camino para nosotras que resistir, luchar y, sí, alzar la voz.

Es un título estridente, es un título que detrás tiene poco de silencio y mucha determinación de ganar un sector del movimiento para el lado de la institucionalidad. No despreciamos la llegada de una mujer a ser presidenta, y más en un país tan machista como el nuestro, pero que lleguen mujeres privilegiadas a los puestos del Estado no significa que para el inmenso mundo de oprimidas también las cosas cambien.

Para nosotras romper el techo de cristal sería desprendernos de manera real y definitiva de las cadenas esclavizantes de los trabajos domésticos, de vivir sin miedo, de no tener vagones separados en el metro por miedo al acoso y al abuso sexual, de no quitarnos el pan de la boca para dárselos a nuestros hijxs, es no morir en la línea de producción, es no exigir un salario digno en el surco, es muchas cosas que en su vida se ha imaginado.

El plantear la continuidad de políticas capitalistas, sólo atenuando nuestra opresión y nuestra explotación no es para nada romper el techo de cristal para todas, no es ni siquiera abrir brecha para el resto de la oprimidas, es todo lo contrario, es perpetuar un sistema el cual también las mujeres que ya llegaron a cargos de poder ejerzan el patriarcado.

Organizarse y alzar la voz

La lucha feminista es tan importante que necesitan descafeinarla, necesitan cooptarla, necesitan ganar un sector al bando del Gobierno, hay una batalla abierta, hay una disputa ideológica de cuál es la forma más eficaz para cambiar radicalmente nuestras condiciones de vida, y esa batalla el feminismo socialista estamos dispuestas a la discusión y a la comprobación.

Bien afirma usted, que efectivamente tenemos un poder grande, un poder que de manera organizada es profundamente transformador. Ha sido ese poder quien ha llevado a AMLO y a Claudia Sheinbaum a ser mandatarixs de este país, tan saben que ese poder es gigante y poderoso que Morena se ha encargado de controlar la movilización y organización de la gente para dar paso al más descompuesto pragmatismo político.

Por eso desde la izquierda revolucionario no abandonamos la calle, por eso desde el feminismo anticapitalista y revolucionario creemos que ahora más que nunca debemos de levantar aún más la voz, no sólo para cuestionar los feminismos que desean minar nuestra conciencia, contener nuestro avance y desviarlo a la lucha parlamentaria únicamente, sino para que esta fuerza tan poderosa de verdad se use, que esta fuerza sea el motor no sólo de reformas progresistas sino también luche por una transformación de raíz, una transformación revolucionaria, una revolución socialista.

¡Calladita no me veo más bonita!

¡Somos las voces de las que ya tiene voz!

¡Ni un minuto de silencio, sino toda una vida de lucha!


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