Desde Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria enviamos todo nuestro apoyo y nos sumamos a la jornada de lucha por la visibilidad trans este 30 y 31 de marzo. En un momento en que el fascismo y los discursos tránsfobos avanzan, es más importante que nunca demostrar desde las calles que no permitiremos ningún ataque ni ningún retroceso en nuestros derechos.
La opresión sufrida por el colectivo trans, sistemática y brutal bajo el sistema capitalista, ha sido ocultada conscientemente por los defensores de la moral y el orden establecido. Incluso ahora, cuando existe una sensibilidad social creciente para defender los derechos trans, se escuchan barbaridades tránsfobas provenientes de la derecha más reaccionaria y, lamentablemente, también de sectores del feminismo sectario, acomodado e institucional.
La ultraderecha nos declara la guerra
Con la llegada de formaciones de extrema derecha y neofascistas a los Gobiernos de muchos países, esta violencia se está recrudeciendo y agravando. La ofensiva contra nuestros hermanos y hermanas trans, igual que con las personas migrantes, persigue un objetivo crucial: buscar un chivo expiatorio, generar un discurso de odio, y tratar de dividir a la clase trabajadora.
Desde que el fascista de Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca, toda una serie de medidas legales, transfobicas y repugnantes, se han puesto en marcha. Desde el discurso inaugural y su “solo hay dos géneros”, hasta la prohibición de la participación de las mujeres trans en las categorías deportivas femeninas, la expulsión del acceso a la salud de las personas trans prohibiendo los tratamientos de reemplazo hormonal y cirugías de afirmación del género, la supresión de los planes DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) que utilizan fondos federales, hasta la eliminación de protecciones contra la discriminación en el ámbito de la educación. Todo esto precedido por un ataque sin precedentes en distintas partes del país, con 196 proyectos legislativos destinados a restringir los derechos de la población trans en 35 Estados.
Milei en Argentina, Orbán en Hungría, Meloni en Italia, Alternativa por Alemania, el PAN y todas las formaciones de extrema derecha en México… siguen la misma línea.
Aquí, Verástegui es el mayor representante de esa violencia contra los oprimidos y oprimidas. Los mismos que odian al movimiento feminista de clase, que nos dicen que la violencia machista no existe y todo el día hablan de “denuncias falsas”, son quienes promueven su ideología reaccionaria y retrógrada, la ideología de la clase dominante, marcada por su doble moral, por su modelo hipócrita de familia tradicional, por el reaccionario legado de la Iglesia, por la opresión de la mujer… Un ideario que a día de hoy sigue clamando contra el derecho al aborto, que señala a los gays y lesbianas como enfermos, o califica la lucha feminista como una “ideología de género”. Contra todo eso nos levantamos.
No hace falta que los Trumps lleguen al poder para que el ascenso de la extrema derecha en todo el mundo represente un crimen, la llegada de Trump al gobierno de EEUU ha agitado a todos los misoginos neofascistas y alentado todo tipo de crimenes de odio intensificando la violencia contra las mujeres trans y los transfeminicidios, como el caso de Lupe que nos consternó en pleno 8 de marzo.
Feminismo no es transfobia
Que los fascistas son nuestros enemigos declarados, lo sabemos. Sin embargo, es indignante tener que escuchar muchas de las posiciones transfobas desde las filas de una supuesta “izquierda”. Esas “ilustradas” que viven de las regalías de escritos “feministas” que tanto saben desde las aulas universitarias sobre los techos de cristal pero que poco saben cómo viven la mayoría de las mujeres trabajadoras, han compartido el mismo discurso que la derecha, por muy de izquierda que se digan, respecto a las personas trans, intentan invisibilizarlas, y fomentan la violencia contra uno de los colectivos más golpeados por el sistema capitalista patriarcal.
Ni las mujeres trans borran a las mujeres ni van a conseguir descafeinar nuestra lucha. Cada 8 de marzo demostramos que el feminismo de clase, el de verdad, el antifascista y revolucionario, no va a ser nunca una cárcel de opresión para nadie.
Y este 30 y 31 de marzo lo volveremos a gritar. Que el feminismo no es transfobia, que si se comparte el discurso de la derecha, en cualquier terreno, ni es feminista ni progresista y que solo uniendo la lucha de las personas trans al conjunto de la lucha de la clase obrera podremos blindar nuestros derechos. Porque ahora en EEUU están yendo por ellas, pero luego vendrán por las siguientes.
Luchar por una vida libre de opresión para las personas pasa por exigir una sanidad pública con recursos, atención psicológica digna, puestos de trabajo dignos para acabar con la pobreza y la marginalidad, acabar con la violencia extrema que supone la prostitución enfrentándose al negocio de los proxenetas, exigir al Gobierno que rompa todo vínculo con las instituciones evangelistas, depurar la policía, las fuerzas armadas y el aparato del Estado de los reaccionarios que nos agreden, y poner en marcha una asignatura de educación sexual integral e incluyente ya.
Contra el patriarcado que nos trata de imponer quienes debemos ser, contra el fascismo que es una amenaza enorme para la gran mayoría de la sociedad y contra el capitalismo que nos quiere sometidas, la lucha es el único camino.
¡La lucha es el único camino!
¡Ley integral trans y ley integral para las infancias trans en todo el país!
¡Ni un transfeminicidio más!