Formalmente el salario es el precio que los capitalistas pagan por la energía empleada por un obrero durante su jornada laboral. También formalmente este salario tendría que cubrir las necesidades básicas del obrero y su familia.
La constitución mexicana de 1917, redactada el marco de la revolución mexicana, se vio obligada a reconocer esta condición del salario en el artículo 123 el cual señala que "los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos".
Pero para la burguesía la aplicación de las leyes es selectiva, según de cual se trate y en qué condiciones históricas se encuentre. Por tanto desde hace décadas que el salario mínimo en nuestro país ha dejado de cubrir las necesidades básicas de los trabajadores. Para asegurar que esto pueda seguir siendo así el régimen ha establecido la llamada Comisión Nacional de Salarios Mínimos encargada de establecer año con año el “aumento” al salario mínimo. En dicha Comisión los sindicatos corporativos junto con una representación de los patrones y otra del gobierno, se encargan de avalar el deterioro en las condiciones de vida de todos los trabajadores del país.
Para este año se ha determinado que el “aumento” sea en promedio de 2 pesos con 59 centavos, pasando el salario mínimo promedio de $54.80 a $57.46. El aumento, de por sí insuficiente, no refleja toda la precariedad a la que están expuestas las familias obreras; la inflación que se espera para el 2010 será de 5%, con lo que el “aumento” quedará anulado. Por otro lado hay que considerar que el pronóstico de inflación se establece en base a los aumentos de precios en mercancías de consumo básico así como de lujo, que una familia proletaria por lo regular no adquiere. Por tanto si tomamos en cuenta la inflación en los productos básicos la realidad es más cruda; en este mes de diciembre el precio de la tortilla se incrementó hasta en un 75% en algunas regiones del país. El diesel (que ocupan más del 90% de automóviles de carga) costaba $7.3 por litro en enero del 2009, para diciembre se incrementó a $11.32 por litro, encareciéndose un 11.3%. Incluso antes de que el pírrico “aumento” de $2.59 entre en vigor ya nuestro poder adquisitivo se encuentra mermado.
La crisis económica se ha vuelto un pretexto más para la burguesía para no otorgar aumentos salariales reales, no obstante la crisis lejos de ser una justificación para los empresarios es un argumento para que los trabajadores salgamos a la lucha por lo que nos pertenece. La crisis económica no la hemos creado los trabajadores si no los burgueses, ellos son los que tienen que pagarla. Los trabajadores no debemos de bajar nuestras demandas, si no por el contrario defenderlas con más brío. ¡Por un salario mínimo de 9 mil pesos al mes, que aumente en proporción a la inflación!