La era del capitalismo salvaje

La clase trabajadora sufre una ofensiva sin cuartel contra sus condiciones de vida. Da igual el signo político de los gobiernos: sean de derechas o se declaren socialdemócratas, aprueban “planes de austeridad” para recortar brutalmente los gastos sociales, elaboran contarreformas laborales, aumentan la edad de jubilación, reducen los salarios y privatizan servicios sociales esenciales, como la sanidad y la educación.

Lo hacen, según dicen, para equilibrar las finanzas públicas, contener el déficit y la deuda de los Estados, y animar así la recuperación de la economía. Incluso inventan “planes de rescate”, que ironía, para países que consideran insolventes. Pero toda esta terminología, manoseada hasta la saciedad, es, simple y llanamente, mentira. En realidad, la estrategia adoptada por los gobiernos —esos comités ejecutivos que velan por los intereses generales de la clase dominante como señaló Carlos Marx hace más de un siglo— tienen un solo fin: mantener y aumentar tanto como sea posible los sacrosantos beneficios del sector financiero y las grandes corporaciones capitalistas.

La democracia capitalista se ha desnudado y aparece con toda crudeza la verdad que esconde. Vivimos bajo una dictadura, la del gran capital financiero, los famosos “mercados” que deciden sobre la vida de miles de millones de personas ejerciendo su poder impunemente, sin someterse a elecciones ni a ningún control más que al de sus propios intereses. Pero este hecho innegable tiene otra cara. El equilibrio del sistema se está rompiendo en todos los planos. La senectud del capitalismo en esta fase de decadencia prepara las condiciones materiales, sociales, políticas y psicológicas para una nueva época de explosiones sociales y crisis revolucionarias. El movimiento de las masas árabes y latinoamericanas es sólo el preludio, un primer anticipo, de un fenómeno que se extenderá por Europa y los EEUU.

EEUU: dinamita en los cimientos de la sociedad

Tertulias televisivas, columnas periodísticas, el premio Nobel de la Paz… toda una maquinaría de propaganda presentaba a Obama como el enterrador de los desmanes económicos y militaristas de la administración Bush. Pero la realidad es que Obama adoptó desde el primer momento decisiones que ponían en claro la naturaleza de su política: decretó una gigantesca nacionalización de las pérdidas bancarias y salvó a las corporaciones capitalistas en dificultades a costa del presupuesto público. Esa inyección masiva de capital ha restituido la tasa de ganancias del sector financiero pero no ha supuesto un cambio fundamental en la dinámica recesiva de la economía norteamericana.1 El consumo privado de las familias sigue agónico aplastado por deudas multimillonarias y tasas de desempleo sin precedentes.

La persistencia de la recesión en los EEUU ha empujado al gran capital estadounidense a resituarse en la escena mundial. Los sonoros fracasos de las reuniones del G-20 y el abandono de cualquier salida coordinada entre las grandes potencias para hacer frente a una crisis desbocada, ha sancionado la vuelta a las devaluaciones competitivas y la guerra de divisas, enconando la lucha interimperialista por cada pedazo del mercado mundial. Un nuevo capítulo en el que la burguesía norteamericana ha decidido blandir su músculo y retar al resto de las potencias. Pero esta estrategia exterior es sólo la continuación de la auténtica guerra económica declarada contra los trabajadores y los sectores más desfavorecidos de la sociedad norteamericana.

Obama ha cedido en todos los terrenos a las pretensiones del Partido Republicano, que a su vez representa la línea estratégica de los capitalistas del país. El lema es simple: roba a los pobres, saquea las arcas públicas, y haz más ricos a los súper ricos. El acuerdo alcanzado por Obama con los líderes republicanos para recortar el gasto del presupuesto federal en 38.000 millones de dólares, y su anuncio de reducir el déficit presupuestario en cuatro billones de dólares para los próximos doce años no puede inducir a error. En un reciente artículo de Paul Krugman, el otrora seguidor del presidente estadounidense, se retrata el calado de estas medidas: “El precio de ese acuerdo, recordémoslo, fue una ampliación de dos años de las bajadas de impuestos de Bush, con un coste inmediato de 363.000 millones de dólares, y un coste posible que es mucho mayor (porque ahora parece cada vez más probable que esas irresponsables reducciones fiscales se hagan permanentes) (…) La propuesta presupuestaria de la Cámara que se dio a conocer la semana pasada —y que fue calificada de ‘audaz’ y ‘seria’ por toda la Gente Muy Seria de Washington— incluye recortes salvajes en Medicaid y otros programas que ayudan a los más necesitados, lo que entre otras cosas privaría a 34 millones de estadounidenses de seguro médico. Incluye un plan para privatizar y dejar sin fondos a Medicare que haría que muchos, si no la mayoría, de los mayores no pudiesen permitirse la asistencia sanitaria. Y también incluye un plan para reducir drásticamente los impuestos que pagan las grandes empresas y bajar el tipo aplicado a las rentas más altas hasta su nivel más bajo desde 1931. El Centro de Política Tributaria, un organismo no afiliado a ningún partido, calcula la pérdida de ingresos debida a estas bajadas de impuestos en 2,9 billones de dólares a lo largo de la próxima década” (“Obama ha desaparecido”, El País 15/04/2011).2

Los efectos de este saqueo no permitirán, por supuesto, acabar con la tasa oficial del 9% de desempleo, más de 14 millones de parados (20 millones si se empleasen las normas estadísticas europeas), los cientos de miles de desahucios, el cierre de escuelas y el deterioro de las infraestructuras sociales. Al contrario, lo que provocarán es un empobrecimiento mayor de la población trabajadora y, a corto plazo, un aumento exponencial de la polarización social, la radicalización política y la lucha de clases. Las grandes movilizaciones en Wisconsin, con manifestaciones de decenas de miles de trabajadores en Madison, la capital del Estado, son una advertencia de lo que ocurrirá en el futuro. Una previsión que algunos analistas confirman, incluso amplían. En un reciente artículo en The Wall Street Journal firmado por Paul B. Farell, que fue vicepresidente de Financial News Network y de Mercury Entertainment Corp., se plantea la cuestión en toda su dimensión. El título es toda una declaración: “O los archirricos empiezan a pagar impuestos o deberemos enfrentar una revolución”. Citamos sólo algunos pasajes, por razones de extensión: “Las revoluciones se construyen a lo largo del tiempo, una masa crítica, un punto de deflagración. Luego, se inflaman repentinamente, de manera impredecible. Mubarak, Gadafi, Ali, Assad, incluso los sauditas, también vivían en el espejismo de los súper ricos. Y lo venían haciendo desde hacía mucho tiempo. Pero ya vemos que eran vulnerables. Estaban maduros, como para una revolución. Ellos, también creían sinceramente que estaban protegidos por Dios, elegidos para la gran riqueza terrenal, disfrutando de sus grandes ejércitos. Entonces, de repente, de la nada, una nueva generación ‘educada, desempleada y frustrada’ se volvió en su contra, se rebeló, reclamando su parte de los beneficios económicos, las oportunidades, y provocando las revoluciones, en busca de retribución (…) En una columna del New York Times, Matthew Klein, un investigador de 24 años del Consejo de Asuntos Extranjeros establece un paralelo entre la tasa de desempleo del 25% entre los jóvenes revolucionarios de Egipto y el 21% de los jóvenes trabajadores de EEUU: ‘Los jóvenes serán los más afectados por los reajustes presupuestarios de los gobiernos. Aumentarán los impuestos sobre los trabajadores y recortarán el gasto en educación, mientras que los subsidios hipotecarios y los beneficios para las personas de edad seguirán siendo intocables, como lo son los recortes fiscales para los ricos. Más oportunidades perdidas. ¿Cuánto tiempo falta hasta que el resto de los países ricos estallen como Egipto?’ (…) En Tercer Mundo Estadounidense, Arianna Huffington advierte: ‘Washington se apresuró al rescatar a Wall Street, pero se olvidó del estadounidense de a pie... Uno de cada cinco estadounidenses está desempleado o subempleado. Una de cada nueve familias no puede hacer el pago mínimo de sus tarjetas de crédito. Una de cada ocho hipotecas está atrasada o en ejecución. Uno de cada ocho estadounidenses sobrevive con cupones de alimentos”.

Europa: la guerra de clases se concreta en los llamados “rescates”

Si en EEUU la estrategia de saqueo de la burguesía no deja lugar a dudas, en la “civilizada Europa” la aplicación de los planes de austeridad y los “rescates” a Grecia, Irlanda y Portugal son su quintaesencia. En mayo de 2010, cuando se aprobaron los planes de “rescate” de la economía griega por valor de 110.000 millones de euros, todos los gobiernos aplaudieron las medidas de ajuste como la única manera de evitar una catástrofe. Pero los resultados han sido un completo fiasco. La tasa de desempleo en Grecia ha pasado del 12,9% en el tercer trimestre de 2010 al 15,1% en enero de 2011, y el PIB sigue cayendo —un 1,4% en el cuarto trimestre de 2010—. Según el Banco de Grecia “el poder adquisitivo de los empleados del sector público ha retrocedido a niveles inferiores a los de 2003, mientras que en el conjunto de la economía el poder adquisitivo ha descendido en promedio a niveles inferiores a los de 2006”.

En el mes de febrero de 2011, el FMI, el Banco Mundial (BM) y el Banco Central Europeo (BCE), exigieron al gobierno de Papandreu la aceleración de los planes de “austeridad” con el objetivo de ingresar 50.000 millones de euros en 2015. Finalmente el gobierno del PASOK ha planteado en estos días un plan de urgencia para recortar el gasto en otros 23.000 millones de euros y conseguir el objetivo propuesto por el FMI, en medio de una nueva ofensiva de los “mercados” contra la deuda griega: los bonos griegos a diez años pagan intereses cercanos al 14% y a dos años tienen que pagar el ¡¡20%!! Al presentar el plan, Papandreu afirmó que las medidas adoptadas eran “una obligación patriótica”. En efecto, la socialdemocracia griega, como la española o la portuguesa, no regatean esfuerzos “patrióticos” para hacer el trabajo sucio a la burguesía; Papandreu ya ha anunciado la privatización, parcial o total, del sector público eléctrico, de las telecomunicaciones, loterías, aeropuertos, gas natural. Ya resuena intensamente el tintineo de las cajas en las grandes multinacionales gracias al “patriotismo” de Papandreu.

Gracias al “rescate” se han destruido decenas de miles de empleos públicos; se ha reducido drásticamente el poder adquisitivo de los trabajadores griegos y las pensiones se han recortado en torno a un 20% ¿De dónde va a venir la esperada reactivación de la economía para hacer frente al pago de la deuda? De hecho, la deuda no se reduce sino que aumenta exponencialmente: en 2011 alcanzará el 150% del PIB y no se descarta que llegue al 160% en 2013. En realidad, estamos asistiendo a un saqueo de los recursos de Grecia propio de una organización mafiosa: ¡Un 20% de intereses! para saldar unos préstamos que la banca europea, y sobre todo la alemana, ha concedido a Grecia con capitales que compra al BCE a tasas de interés del 1%. La situación ha llegado al punto de que una parte de la deuda griega puede ser impagable, una perspectiva que provoca el pánico de los gobiernos de la UE ante las consecuencias que tendría para el sector financiero europeo y las posibilidades de hundir aún más la economía de la UE.

Ajustes dolorosos y durante mucho tiempo”

La bajada a los infiernos del capitalismo griego ya ha provocado una auténtica explosión popular, con nueve huelgas generales organizadas en los dos últimos años. Pero la rebelión no ha terminado, ni mucho menos: para el próximo 11 de mayo la central GSEE, vinculada al PASOK, se ha visto obligada a convocar una nueva huelga general, tanto en el sector público como en el privado, contra las nuevas medidas de ajuste anunciadas por el Gobierno.

La crisis griega fue seguida por la irlandesa, cuyo sistema financiero fue nacionalizado con fondos públicos para cubrir un agujero de decenas de miles de millones de euros. Las recetas de ajuste fueron semejantes a las de Grecia, pero la deuda irlandesa sigue bajo ataque y pagando tipos de intereses a dos años que rozan el 10%. Ahora le ha tocado el turno a Portugal que repite el guión. Con una deuda pública que ya supera el 90% del PIB y una previsión de contracción del PIB para 2011 del 1,3%, las obligaciones de pagos de deuda para este año se sitúan en 80.000 millones de euros (casi la mitad del PIB luso). Esta es la cantidad que, en teoría, van a prestar a Portugal desde la UE y el FMI para pagar los intereses a los venerados “mercados”; pero como en Grecia o Irlanda no va a ser gratis. El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan, ha pronosticado un largo calvario para Portugal, con “ajustes presupuestarios dolorosos y durante mucho tiempo”.

¿Cuánto puede soportar la clase trabajadora portuguesa este robo a mano armada? La tasa de paro es superior al 11%, la temporalidad laboral es la mayor de Europa, y el número de pobres no deja de crecer: dos millones sobre una población de diez. La mitad de la fuerza laboral ingresa un promedio salarial en torno a los 700 euros, y el 85% de los pensionistas (1,5 millones de un total de 1,9) vive con menos de 360 euros. El jefe de gobierno portugués, el socialista José Sócrates, no tuvo más remedio que presentar su dimisión tras la derrota parlamentaria que le impidió aprobar un nuevo plan de recortes y que le forzó a solicitar el rescate. Pero la auténtica causa de la crisis política portuguesa no está en el parlamento, está en la calle, en las grandes movilizaciones y huelgas generales que han sacudido el país desde hace dos años, y que ha tenido su expresión más reciente en las manifestaciones de cientos de miles de jóvenes y trabajadores que llenaron las calles del país el 12 y 19 de marzo. La burguesía cifra sus esperanzas en que un nuevo gobierno, tras las elecciones de junio, pueda devolver la estabilidad al país. Ilusiones vanas. La Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP) ya ha manifestado su frontal oposición a nuevos recortes, y un nuevo gobierno, si es de la derecha con más motivo, puede enfrentar un escenario muy semejante al de Grecia o incluso peor. Las tradiciones de la clase obrera y la juventud lusa que no hace mucho protagonizaron una revolución, van a reverdecer en este contexto.

A pesar de este saqueo envuelto en el rimbombante nombre de “rescate”, de los planes de austeridad aprobados país tras país, los objetivos de los capitalistas europeos son todavía más ambiciosos. En la agenda de los próximos meses se debatirá el “pacto de competitividad” presentado por Sarkozy y Merkel, ahora rebautizado como “pacto por el euro”. Una nueva vuelta de tuerca que busca aumentar los beneficios empresariales a costa de los salarios a pesar de que en los últimos 25 años los salarios en Europa han crecido la mitad que la productividad y han perdido más de 11 puntos de participación en la distribución de la renta.

Haciendo el trabajo sucio a los capitalistas

En este torbellino, el debate sobre las posibilidades de un rescate de la economía española está completamente abierto. Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea, el sector financiero español posee un tercio (60.279 millones de euros) del total de la deuda portuguesa. A pesar de los constantes desmentidos del gobierno sobre un posible rescate, la deuda española sigue siendo acosada: el bono español a 10 años se paga al 5,69%, un récord que no se alcanzaba desde mayo de 2010. Las razones de esta tendencia imparable son las perspectivas de la economía real, empantanada en la recesión. Mientras el gobierno plantea para 2011 un crecimiento del 1,3%, el Banco de España y resto de los analistas lo sitúan en un 0,8%. Recientemente las previsiones oficiales de desempleo han sido revisadas: 2011 cerrará con una tasa del 19,8%. Por otro lado, la Formación Bruta de Capital Fijo, es decir la inversión productiva, cayó en 2010 el 7,6% y se espera otro descenso del 3,7% en este año. El sector financiero sigue arrastrando una tasa de morosidad que no deja de crecer, supera ya el 6%, y los créditos ligados al sector inmobiliario de dudoso cobro superan los 200.000 millones de euros.

Los dirigentes del PSOE se jactan de haber hecho bien los deberes. Tienen razón. Como Papandreu o Sócrates, Rodríguez Zapatero ha llevado a cabo un salvaje paquete de contrarreformas envuelto también en soflamas de “patriotismo”. Las medidas del gobierno cuentan con el apoyo entusiasta de los grandes capitalistas, pero con la oposición de la mayoría de la población. No es para menos. Cuando la media salarial ha crecido el año pasado un 1%, los beneficios de las empresas cotizadas en el Ibex han sido de 50.660 millones de euros en 2010, un 21,87% que en 2009. A la cabeza del ránking Telefónica, que ha obtenido los mayores beneficios anuales de la historia, 10.167 millones en 2010, un 30,8% más. Datos magníficos que han sido celebrados por el Consejo de Administración con un plan para despedir al 20% de la plantilla, más de 5.000 trabajadores. La segunda empresa con mejores resultados en 2010 fue el Banco Santander, 8.181 millones. Es lógico que Botín este satisfecho con el gobierno. El tercer lugar fue para Repsol, que ganó tres veces más que en 2010: 4.693 millones.

Construir una alternativa revolucionaria

La posibilidad de que la economía mundial continúe estancada en la recesión, o se hunda más, está en el orden del día. En un panorama altamente negativo las cosas se complican todavía más por la catástrofe económica que vive Japón después del terremoto de marzo,3 y el incremento de los precios de las materias primas, con el petróleo marcando sus máximos históricos desde 2008. La crisis orgánica de la deuda, que en los países avanzados romperá la barrera del 100% del PIB este año por primera vez desde la II Guerra Mundial, prepara un horizonte de recortes masivos y austeridad para muchos años.

La reacción de la población ante esta ofensiva sin cuartel está fuera de duda, a pesar de la actitud inaceptable de una parte considerable de las direcciones sindicales que, aceptando la lógica del capitalismo, han optado por el pacto social y la desmovilización. Una cosa está clara: cuanto más intenten taponar la vía de la lucha, más fuerte, explosivo y radical será el estallido. Con un ritmo u otro, las grandes movilizaciones y huelgas generales que han sacudido Portugal, Grecia, Francia, Gran Bretaña, Italia, se repetirán en los próximos meses y años. Y ese escenario también vale para el Estado español. Pero lograr además que esta reacción de la clase obrera tenga éxito, exige la construcción de una alternativa revolucionaria y anticapitalista en nuestros sindicatos y partidos de clase. Ahora es el momento de explicar con claridad que no estamos dispuestos a aceptar pagar el futuro de miseria y explotación que la burguesía nos tiene preparado, ahora es el momento de luchar por el socialismo.

• No a los planes de ajuste contra la clase obrera. Que la crisis la paguen los culpables: los capitalistas.

•  Ningún recorte en gastos sociales y en inversión pública. Incremento drástico de los impuestos a las grandes fortunas, a los beneficios empresariales y a la banca.

• Durante años las grandes empresas han tenido beneficios de escándalo, y ahora pretenden mantenerlos a nuestra costa. Ningún recorte salarial, ni a los empleados públicos ni a ningún trabajador.

• Cinco millones de parados ya son suficientes. No se necesitan más facilidades para despedir a trabajadores. No a la reforma laboral. Ninguna restricción a la negociación colectiva y los derechos sindicales. Reducción de la jornada laboral a 35 horas sin reducción salarial.

• Los parados no son responsables de la falta de trabajo. Subsidio de desempleo indefinido equivalente a un SMI de 1.100 euros hasta encontrar trabajo.

• No a la ampliación de la edad de jubilación. Jubilación a los 60 años con el 100% del salario con contratos de relevo, manteniendo la estabilidad en el empleo.

• Los recursos financieros tienen que estar al servicio de la economía productiva y no de la especulación. Nacionalización de la banca bajo el control democrático de los trabajadores y sus organizaciones.

• Confluencia de la lucha de los trabajadores de toda Europa con la preparación de una huelga general europea.

• Para salvar el empleo, nacionalización de todas las empresas en crisis bajo control obrero.

¡Únete a la Corriente Marxista Revolucionaria!

1. En 2010 las 25 principales empresas financieras de Wall Street ganaron 417.000 millones de dólares, marcando un nuevo récord histórico de beneficios.

2. Los mentores de esta política de recortes, en EEUU o en Europa, son los mismos que evaden impuestos con absoluta impudicia: Exxon Mobil obtuvo en los EEUU 19.000 millones de dólares de beneficios en 2009 pero no sólo no pagó impuestos federales sobre la renta, sino que recibió un reembolso de 156 millones de dólares del IRS (Servicio de Impuestos sobre la Renta). Lo mismo ocurrió con el Bank of América, que ganó 4.400 millones y obtuvo del IRS 1.900 millones. Es el mismo banco que sacó de la Reserva Federal y del Departamento del Tesoro casi 1 billón de dólares cuando fue “rescatado”. Citigroup, que logró en 2009 más de 4.000 millones de beneficios no pagó impuestos federales sobre la renta. Un año antes obtuvo un “rescate” de 2,5 billones de dólares. General Electric, con ganancias de 26.000 millones en Estados Unidos, recibió del IRS otros 4.100 millones.

3. Ver el artículo de María Castro en El Militante de abril de 2011: Catástrofe nuclear en Japón. Ni accidente nuclear ni “castigo divino”. La responsabilidad es del sistema capitalista.


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