A lo largo de la última década el salario de la clase obrera mexicana se ha desplomado a tal grado que ahora es uno de los más bajos del mundo. Según un informe del Fondo Monetario Internacional, publicado en noviembre pasado, la brecha entre los salarios industriales que se pagan en México y China se ha reducido dramáticamente: “En 2003, el salario promedio en México medido en dólares, era seis veces más elevado del que se pagaba en China, mientras que en 2011 los salarios en México sólo fueron superiores en un 40%”. Por su parte la Organización Internacional del Trabajo sitúa al salario mexicano cómo uno de los que menos han crecido en Latinoamérica, ya que entre el año 2000 y 2010 en dicha región éstos se incrementaron en promedio un 42.1%, en México el incremento sólo fue de apenas 5%. Con esos resultados la Universidad Obrera de México estima que nuestro país se ubicó como el tercer país que menos incrementó sus salarios mínimos, a diferencia de lo ocurrido en Argentina donde el incrementó fue 221%, en Brasil 82%, en Bolivia 19% y en Venezuela un 13%.
En la medida en que la burguesía no han encontrado una oposición contundente a su política pauperizante de la clase obrera, han profundizado esta tendencia; así, la más reciente información de la empresa calificadora Merry Linch, dada a conocer en abril, estima que la mano de obra mexicana ahora es más barata que la de china ¡en un 19.6%! Pero no hay tiempo para celebrar tan tremenda hazaña, no se nos olvide que el esfuerzo capitalista no tiene límites, todavía falta que se apliquen, una a una, las nuevas cláusulas de la Ley Federal del Trabajo. No hay tiempo para festejar, aún hay mucho trabajo, sudor, miseria, hambre y pobreza por delante, en éste el mejor de los mundos posibles para los capitalistas.
Menos salarios, mayor productividad: más rabia contra el capital
A partir de la entrada de China a la Organización Mundial de Comercio en 2001, está desplazó a México cómo el país con más exportaciones hacia EUA, ello sirvió como un fuerte acicate para la burguesía Mexicana, la cual hacía depender en un 20% el PIB del país de las exportaciones a EUA, de ahí que la batalla que se estableciera contra la clase obrera fuera a muerte, la pregunta era ¿quién preserva su posición?, los trabajadores con sus salarios o la burguesía con su posición económica mundial.
En la medida en que los capitalistas han logrado abatir los niveles de vida de la clase obrera mexicana también han logrado reposicionar las exportaciones provenientes de México hacia los EUA. En particular han sido las exportaciones ligadas a la industria automotriz y a las comunicaciones las que desde 2005 han crecido anualmente en promedio un 18%, lo cual es más significativo si consideramos que estos sectores abarcan el 76% del total de las exportaciones manufactureras. Si bien en 2009 las exportaciones totales y a EUA en particular se desplomaron un 24.3%, el año siguiente se recuperaron casi en la misma medida; creciendo 23.8% hacia los EUA y un 24.3% en total, en 2011 las exportaciones totales dieron un nuevo paso al frente con un avance del 11.9% y en 2012 volvieron a crecer un 12.2%. El componente fundamental en el incremento de las exportaciones han sido productos manufacturados dirigidos a EUA, por ejemplo, de un total de 26 sectores manufactureros que contabilizan las importaciones norteamericanas, en el periodo 2001-2004 México retrocedió en 13 de ellos, por el contrario entre 2010 y 2012 México tuvo un incremento en 20 de éstos sectores, que al mismo tiempo representaron el 80% de las exportaciones manufactureras.
Pero el “secreto” no ha estado únicamente en la contención y depreciación de los salarios en México, a la par de ello se ha incrementado exponencialmente la presión sobre los nervios y músculos de la clase obrera, se le ha explotado más, en términos burgueses se le ha hecho “más competitiva”. Basta ver la gráfica publicada en el citado informe del FMI, la cual describe con frialdad la terrible realidad de la clase obrera, mientras la línea punteada señala la productividad en asenso vertiginoso, la línea contigua señala los costos laborales cayendo miserablemente. En el espacio que año con año se abre más entre el aumento de la productividad y la caída de los costos laborales caben todas las miserias de la clase trabajadora; siempre crecientes, pero también en este espacio cada vez más amplio se extiende con fuerza el coraje y la rabia para combatir al capital.
Una competencia donde no tenemos nada que ganar
El grado al que se ha llevado la explotación de la fuerza de trabajo en México revela el carácter de la burguesía nacional y el imperialismo, los cuales basan su fuente de ganancias en sobrepasar permanentemente el nivel máximo de explotación de la fuerza de trabajo y en la medida en que avanzan en este terreno es que activan la inversión productiva: máquinas, herramientas y equipo para la producción. Así por ejemplo argumentaba la Secretaría de Economía, en el Programa Nacional Estratégico para la Industria Automotriz, las “ventajas" de la inversión en México, al contar “con mano de obra experimentada y bajos costos laborales. En las plantas más eficientes de México estos costos llegan a ser hasta un cuarto del costo laboral en Estados Unidos". Además de costos bajos también se señalaba la abundancia de mano de obra calificada, ya que en México “destaca la graduación de 100 mil técnicos e ingenieros por año, cifra superior a los egresados de Alemania y Brasil”. Únicamente después de ofertar salarios miserables es que las transnacionales se han decidido a invertir y a lo largo de 2012 se ratificaron y anunciaron nuevas inversiones por parte de Ford, Audi, GM, Honda, Mazda, Daimler trucks, Nissan, esta última, por ejemplo, construirá una nueva planta en Aguascalientes, una vez construida y puesta a funcionar junto con la planta que actualmente tiene en Morelos, Nissan espera que su producción sea de un automóvil ¡casi cada 30 segundos! Según datos publicados en The Economist.
Un ejemplo que termina de ilustrar las motivaciones reales de las transnacionales al invertir en México, es el hecho de que “Según los propios industriales de la maquila, sólo 3.3% de lo que sale de sus seis mil fábricas es ingrediente mexicano… El contenido nacional promedio de lo que exportamos es apenas siete por ciento.” Más adelante el columnista de Excélsior, Julio Feaesler señala “Nuestros intercambios internacionales son una irónica paradoja de aumentos en la exportación de manufacturas y obligados aumentos en la importación de los bienes intermedios para fabricarlas”. Así tenemos que el valor y destino de las importaciones-exportaciones siempre es casi idéntico pero en sentido contrario. Las fábricas más importantes establecidas en México importan fundamentalmente de los EUA, aquí utilizan la fuerza de trabajo que pagan a un costo bajísimo, luego llevan de regreso sus productos al mercado estadounidense, donde compiten con los productos chinos, la meta al llegar al mercado es saber quién puede ofrecer los productos más baratos, quién logró pagar menos salarios, quién logró explotar más a los trabajadores; el imperialismo Chino o el Yanqui. Esta es una competencia donde los trabajadores no tenemos nada que ganar.
La lucha de clases es la lucha por la plusvalía
Las presiones que se ciernen sobre la clase obrera y sus organizaciones no son menores, el imperialismo y la burguesía autóctona se juegan su posición en el mercado; la primera como gendarme del capitalismo mundial y la otra como una de sus mascotas favoritas la cual recibe premios y castigos según su comportamiento y docilidad. La clase obrera no se juega algo menor, es su existencia misma la que ha sido degradada con brutalidad y lo peor es que esta tendencia continúa. Bajo éstas condiciones no hay lugar para la estabilidad económica, política y social, el deseo de los dirigentes sindicales reformistas de que tarde o temprano se podrá regresar décadas atrás al llamado “estado de bienestar” es un sueño guajiro que únicamente ha servido para justificar la inacción, la postración ante los ataques de los capitalistas. En esta época de crisis orgánica del capitalismo el “viejo sindicalismo” que busca pactos por arriba es totalmente inviable, la más mínima de las concesiones tendrá que arrebatarse a los capitalistas con acciones que pongan en peligro real su dominación. El discurso acartonado de cada revisión salarial e incluso las amenazas verbales; “ahora si habrá una huelga general”, han demostrado su total impotencia. La clase obrera tiene la necesidad apremiante de defender su existencia misma, su salario, para ello tiene que reorganizarse, particularmente dentro de sus sindicatos, haciendo de ellos auténticas organizaciones de defensa de un nivel de vida digno para la clase obrera, esta es su primer tarea: ¡Aumento salarial de emergencia del 100%! Si los actuales dirigentes no están dispuestos a enarbolar seriamente esta demanda es válido preguntarse, ¿y entonces, cuál es su función? Es preciso que dentro de la base sindical surja una nueva generación de sindicalistas jóvenes y veteranos dispuestos a defender sus intereses más básicos, como cualquier otra obra no se hará en un día, pero tiene que comenzarse de inmediato, tenemos que ponerle un alto rotundo a los ataques del capital. Únete a Militante y forma una corriente combativa, democrática y socialista dentro de tu sindicato.
Fecha: 23 abril 2013
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