La presente versión es un resumen del artículo publicado en la página de internet militante.org: México y la crisis financiera: ¡Que la crisis la paguen los banqueros y empresarios!
El plan “anticrisis” de Calderón es una estafa para los trabajadores ¡Que la crisis la paguen los banqueros y empresarios!
México y el mundo entero están padeciendo ya los efectos de la peor crisis económica en ochenta años. El epicentro ha sido EEUU donde a estas alturas, producto del colapso financiero y sus secuelas, ya ha sufrido pérdidas equivalentes a 1.4 billones de dólares. Los estragos de la actual situación ya son muy importantes para la economía yanqui y las diferentes medidas adoptadas por el gobierno de Bush, el cual gastó 900 mil millones de dólares en su sistema bursátil desde agosto del 2007 al 21 de septiembre pasado para tratar de revertir dicha problemática, sin tener resultados favorables. La fuerte sacudida económica, que se ha agudizado desde el pasado septiembre, está impactando negativamente al conjunto de las principales economías del mundo, pues además del imperialismo USA, el panorama de la Unión Europea dista de ser optimista pues se calcula que este año su economía sólo crecerá en un 0.6% contra el 2.9% alcanzado en 2007. En Asia las cosas también marchan mal para los dos gigantes de la región: por su parte Japón ya reportó durante abril-junio el peor trimestre de desarrollo de su PIB a lo largo de siete años al registrar un crecimiento durante esos meses del 0.7%. Y en el caso de China, tan sólo en la industria juguetera se estima que a lo largo de este año quebrarán 3 mil 631 fábricas, número que equivale ya al 52.7% de las empresas del ramo. El espurio Calderón y su gobierno, durante agosto y septiembre pasado, se mantuvieron firmes en la idea de que los efectos de la crisis financiera mundial no tendrían significativas repercusiones sobre México, sin embargo, bastó una ligera sacudida que llevó al peso a una cotización superior a las 14.31 unidades por dólar, ameritando ello la intervención del Estado a través del Banco de México (BM) subastando 8 mil 900 millones de dólares, para detener la devaluación del peso. Por otra parte el gobierno de Calderón ha asumido la deuda de empresas como Comercial Mexicana, por 2 mil millones de dólares. Tras estos acontecimientos, Calderón no tuvo más remedio que aceptar que la crisis mundial afectará a México, razón por la cual finalmente presentó su plan “anticrisis” denominado Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo (PICE) el cual no es otra cosa más que un nuevo asalto en despoblado para los trabajadores, tal como lo fue y lo sigue siendo el Fobaproa-IPAB.
Efectos de la crisis en México
Un informe del INEGI destaca que tan sólo en agosto pasado se registraron 900 cierres de empresas; incluso gigantes industriales como CEMEX y TELMEX, registraron pérdidas durante el tercer trimestre de este año en un 74% y 42.8% respectivamente. Por su parte, la industria automotriz ha visto caer su producción en un 4.7% a consecuencia de que las exportaciones, prácticamente dirigidas en su totalidad a los EEUU, se han recortado un 14.7% en lo que va del año. En el Estado de Aguascalientes ya se están desarrollando paros técnicos en la industria metalmecánica obligando a los obreros a recibir el 50% de sus salarios. En el sector financiero los inversores de la BMV han optando por otras latitudes en búsqueda de mejores utilidades, haciendo que el valor de siete de las 36 principales empresas que cotizan se reduzca drásticamente a menos de la mitad de su cotización en 2007 y que otras 17 de estas acciones registren “pérdidas en ascenso”. La BMV de enero a octubre suma pérdidas por 2.1 billones de pesos, 47% menos sobre las utilidades logradas en 2007. La crisis financiera ha profundizado y acelerado una tendencia que se ha venido desarrollando a lo largo de los últimos años, desde el 2001 el PIB creció únicamente 0.2% para después, en 2006, alcanzar los 4.8 puntos porcentuales y así para, durante el primer año del gobierno del fraude electoral, reducir su crecimiento al 3.3%. La producción industrial creció en todo 2006 en un 5%, un año después este índice sólo alcanzaría un raquítico 1.4%. Y para este año las cosas pintan peor pues entre enero y agosto la producción sólo logró desarrollarse el 0.6%. El decrépito capitalismo mexicano está ante la seria posibilidad de un colapso económico con dimensiones similares o superiores a la crisis de 1994-95, la cual sigue siendo considerada la peor de toda nuestra historia. La clase trabajadora ha tenido que cargar con la crisis. El IMSS durante julio y agosto pasados registró la pérdida de 22 mil plazas laborales; ya en este septiembre el índice de desempleo abierto alcanzó al 4.25 de la Población Económicamente Activa (PEA), siendo éste el registro más alto desde agosto del 2004. De acuerdo al propio empresariado, las condiciones dominantes permitirán que en el mejor de los casos en este 2008 sólo se generen 300 mil empleos, cantidad lejana a las 800 mil nuevas plazas fijadas como objetivo por el gobierno.
El fraude del Plan Anti-crisis
Calderón ha propuesto su tan mentado plan “anticrisis”, con el cual se busca repeler el impacto de la crisis financiera sobre México. La estrategia comprende el desarrollo de obras de infraestructura de parte del Estado por una cantidad equivalente a los 53 mil millones de pesos, la inversión de 12 mil millones de pesos para una nueva refinería de PEMEX, la desgravación de algunos impuestos, así como 90 mil millones de pesos de financiamiento para la iniciativa privada, esta última medida para poner a disposición del sector empresarial toda la “liquidez” (dinero) que sea necesaria y asegurar con ello el “no interrumpir la canalización de créditos”. Estas medidas a la par de la subasta de dólares para mantener la estabilidad en la paridad entre el peso y el dólar. La economía mexicana está fuertemente vinculada a la de los EEUU, y las enormes vicisitudes económicas del imperialismo yanqui inevitablemente arrastrarán a México. Durante la última década y media las exportaciones al mercado norteamericano han sido el principal motor de nuestra economía aportando más del 60% del PIB. En 2006 las exportaciones crecieron un 16.8%, un año después nada más lo hicieron al 3.2%. Y de acuerdo al BM, la perspectiva para este año es la de un crecimiento entre el 2.3 y el 2.4%. Para que esta tendencia cambie, se necesita que los EEUU experimenten una pronta e importante recuperación económica. La desaceleración de la industria yanqui también está afectando a las exportaciones por medio de la reducción de los ingresos de divisas por la venta petróleo. A la fecha la demanda por petróleo de parte los EEUU ha caído en dos millones de barriles diarios. Ello ha empujado los precios internacionales de este energético a su nivel más bajo desde el 3 de julio, día en que el precio reportó su máximo histórico llegando a los 145 dólares por barril en el caso del West Texas y los 131.24 dólares para la mezcla mexicana. El viernes 24 de octubre, el barril mexicano ya se cotizó en el mercado a 51.03 dólares, 80 dólares menos al precio del 3 de julio y 18.97 dólares por debajo de los 70 dólares por barril estimados por el gobierno para definir sus ingresos para las finanzas públicas del 2009. El petróleo significa la principal fuente de divisas para México y cubre el 40% del gasto público, ello quiere decir que la tendencia que están experimentando ya los precios internacionales de esta materia prima se está transformando en un durísimo revés para la economía nacional. Ante esta clase de dificultades Calderón conminó a los empresarios a valorar las virtudes de la devaluación del peso para fortalecer las exportaciones. Calderón piensa que es posible que se repita el milagro que hace algunos años condujo a México al ranking mundial de los países exportadores, ubicándose en el décimo lugar a finales de la década de los años 90. Sin embargo, no basta que el peso se abarate frente al dólar, para que las exportaciones se recuperen se requiere que el mercado de los EEUU esté en condiciones de mantener e incrementar su demanda, lo cual no ocurrirá. Otra fuente de divisas de la cual dependen millones de mexicanos, son las remesas. Al respecto, en el documento Perspectivas para la Revolución en México, debatido y aprobado en el XIII Congreso Nacional de la Tendencia Marxista Militante desarrollado en febrero del 2008, señalamos lo siguiente: “Entre 2003 y 2006 las remesas crecieron en un promedio anual del 19.1%, si bien en ese último año se logró un resultado aceptable, esos mismos meses ya marcan la tendencia a la baja que se vive hasta el día de hoy; durante el año pasado el ritmo de crecimiento de las remesas fue de la siguiente manera: 1er trimestre, 27.5%; 2do trimestre, 19.7%; 3er trimestre, 10.7%; 4to trimestre, 5.5%. Y ya en el caso del primer trimestre del 2007, el crecimiento apenas fue del 3.4%. Sobre esta última cifra un análisis del BM destaca que en realidad el crecimiento de este primer trimestre fue tan sólo del 0.6%”. Las remesas reportaron durante agosto una caída del 12.2% respecto al mismo mes del año pasado, significando un ingreso total para la economía nacional durante los primeros nueve meses del 2008 de 15 mil 553 millones de dólares, cantidad 4.2% inferior a la lograda en el mismo periodo del 2007.
La crisis apenas comienza
Sin embargo, lo peor aún está por venir, las medidas impulsadas por Bush a partir de la intervención del Estado con multimillonarias sumas de dólares sobre el sistema financiero son síntomas que anticipan el que esta crisis se profundizará aún más de lo que hemos visto hasta el momento, arrastrando a México. Ante esta realidad tan patente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha planteado una perspectiva de crecimiento para los EEUU de 1.6% en 2008 (porcentaje menor al del 2007 cuando se llegó al 2%) y de 0.1% en 2009. El FMI estima que en el año que entra, el conjunto de las economías industrializadas experimentarán un crecimiento del cero por ciento o negativo. Estos cálculos del FMI significan un pésimo augurio para la economía mexicana par la cual se estima que este año crezca, de acuerdo al BM, tan sólo entre 2.2 y 2.7%, porcentaje por debajo del 3.7% para el PIB que Calderón se fijó como objetivo para 2008. Calderón estima que en 2009 la economía nacional se desarrollará en un 1.8%. Aun así, incluso de lograrse ese 1.8% se trataría de un resultado pésimo pues se calcula que con ese ritmo la industria decrecerá un 1% en 2009. Dicho en otras palabras, bajo este panorama lo único que se puede esperar para el año entrante es la quiebra de más empresas y un número mayor de despidos. Los tormentosos 8, 9 y 10 de octubre demostraron la enorme fragilidad de la moneda nacional que ahora se ha devaluado y con ello la deuda externa del sector privado, ha pasado de 804 mil 680 millones hasta los 921 mil 100 millones de pesos. La devaluación encareció en más de 100 mil millones de pesos la deuda, siendo esta diferencia una cantidad que rebasa los 90 mil millones ofrecidos por el plan “anticrisis” de Calderón. Otro ejemplo de los efectos negativos de la devaluación, es el encarecimiento de las importaciones, las cuales se han elevado en un 40% entre septiembre y octubre. Esto tendrá un impacto inflacionario elevando los costes de operación y producción de la industria, además de abaratar los salarios reales de los trabajadores. Una expresión de la forma en que esta última problemática afectará a la clase trabajadora, son los aproximadamente 20 mil millones de dólares a que México se ve obligado a gastar cada año para importar alimentos. Pero el rosario de predicamentos de Calderón y su plan “anticrisis” ahí no termina, otra cruz que tendrá que cargar es la nada moderada fuga de capitales. A este respecto, en lo relacionado a mexicanos con cuentas de depósito en bancos extranjeros, particularmente de los EEUU, la suma acumulada al finalizar el 2007 ya era de los 82 mil 522 millones de dólares, para que a lo largo del primer semestre se agregarán a esta cantidad otros 11 mil 701 millones más. En total por ese medio han salido del país 94 mil 233 millones de dólares, cantidad superior a los poco más de 84 mil millones de dólares que integraban las reservas internacionales del BM antes del 8 de octubre. Es importante destacar la fuga de capitales pues se trata de una tendencia que inevitablemente va en contra sentido de las intenciones del plan “anticrisis” de Calderón, este fenómenos refleja de una manera nítida hasta dónde la burguesía tiene confianza en el destino de la economía mexicana y en la propia capacidad de Calderón para actuar y revertir o atenuar los problemas. Desafortunadamente para el presidente espurio este movimiento de capitales hacia destinos más seguros demuestra que la desconfianza entre la burguesía cada vez es mayor, resultando este estado de ánimo por sí mismo un estupendo termómetro para medir las posibilidades de la economía.
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
La verdad es que basta una mirada un poco detenida sobre una serie de factores para concluir que el panorama es enormemente sombrío y que el plan “anticrisis” es demasiado limitado para cumplir con su objetivo. Pero el tan mentado plan no para ahí, en lo que verdaderamente consiste es en trasferir capital a la burguesía a través de los fondos públicos. Resulta curioso que Calderón esté poniendo a disposición de la burguesía varios millones de pesos, de “liquidez” para que no se interrumpa el otorgamiento de créditos. Esa aseveración es absurda, si hay un sector que se ha visto especialmente beneficiado de la economía mexicana es la banca, la cual mantiene al país en una sequía de créditos desde hace ya más de una década. En la actualidad solamente el 18% de las empresas tiene acceso al crédito de la banca, mientras que aproximadamente el 60% de éstas tienen en sus proveedores a su única fuente de crédito. El escaso crédito otorgado por la banca, contrasta con sus ganancias producto de la especulación y el parasitismo, las cuales sumaron al concluir el primer semestre de este 2008 la estratosférica cifra de los 17 billones 485 mil millones de pesos, 27.3% más de lo logrado un año antes. Esa cantidad equivale a ¡¡¡una vez y medio el valor anual del PIB mexicano!!! De esa enorme fortuna los bancos solamente destinan el 10% al crédito. ¿Con tanto dinero en las bóvedas de los bancos es válido hablar de falta de “liquidez” para darle continuidad al crédito? Definitivamente hay dinero suficiente y está en manos del parasitario capital financiero, pero los banqueros no están dispuestos a “tomar riesgos” menos ahora que las turbulencias están sacudiendo al sistema financiero mundial. Para tomar riesgos existe el dinero del Estado el cual además, cada que es puesto al alcance de los banqueros, como ha sido el caso del Fobaproa-IPAB por ejemplo, se trasforma en jugosos negocios para los Barones del Dinero. Para esta clase de especuladores además han sido puestas a su servicio las reservas internacionales, las cuales son fondos que se acumulan en el BM como resultado de las transacciones mercantiles con el exterior. La necesidad de la burguesía por proteger sus fortunas y negocios ante la adversidad de la crisis, obligó una demanda desmedida de dólares por parte de ésta para sustituir una momeada débil como lo es el peso y poder también sacar provecho de paso a la inevitable devaluación de la moneda nacional. Con esta medida los especuladores forzaron una mayor oferta de divisa yanqui la cual vino del BM de México, el cual entre el 8 y 16 de octubre ya había subastado 10 mil 800 millones de dólares. Esa subasta ya significó el empelo de aproximadamente 10% de las reservas internacionales en apenas 72 horas. Para evaluar la magnitud del descalabro basta comparar la cantidad subastada durante esos días y las desarrolladas a lo largo de todo diciembre de 1994, mes en el que estalló la peor crisis económica de toda la historia de México: en aquel entonces durante todo ese mes el BM, para tratar de impedir el desplome del peso, subastó 6 mil 336 millones de dólares pues para el 20 de diciembre de ese año el valor del peso frente al dólar ya se había desplomado 15%. Las subastas de dólares del BM fueron incapaces de frenar ese fenómeno y la momeada nacional terminaría experimentando una devaluación del 83% a lo largo de 1995 y del 173.82% al concluir la administración de Ernesto Zedillo en el año 2000. Desafortunadamente para Calderón, las subastas del BM, que al 16 de octubre ya habían hecho que las reservas internacionales pasaran de 84 mil 116 millones a 74 mil 316 millones de dólares, no han logrado frenar el descenso del peso el cual a estas alturas ya ha perdido más del 40% de su valor frente al dólar. Eso a pesar de que la suma subastada entre el 8 y 16 de octubre pasados representa una cantidad de un tercio mayor a los dólares subastados a lo largo del fatídico diciembre de 1994. El problema es que conforme pasen las semanas y los meses y conforme la crisis económica del mundo y de México se extienda y profundice, a riesgo de que se presente un colapso estrepitoso del peso, Calderón tendrá que echar mano de más dólares para subastarlos creando una enorme presión y contradicción frente a otro hecho insoslayable: la merma de la actividad económica en el mundo y en particular en los EEUU crearán un ambiente en el que las diferentes fuentes de las que provienen los dólares para las reservas del BM desempeñarán este papel de manera cada vez más limitada, transformándose todo ello en una genuina bomba de tiempo para el peso, la economía nacional y Calderón. Todas las repercusiones de la crisis y las medidas que adopten tanto la burguesía como Calderón para tratar de contrarrestarla, necesariamente serán pagadas por los trabajadores. La burguesía necesita exprimir hasta la última gota de sangre a los trabajadores para salvar sus privilegios, en condiciones como éstas, las políticas de ataques impulsados por el gobierno de Calderón contra los intereses del pueblo trabajador les resultan de máxima prioridad a los banqueros y empresarios pues no tienen otro camino a seguir. De ahí su empeño por privatizar al petróleo y es sólo cuestión de tiempo para que actúen contra los derechos laborales sustentados en la Ley Federal del Trabajo.
La única salida a la crisis es acabar con el capitalismo
En condiciones de crisis económica, colapsarán aún más los niveles de vida y las condiciones laborales de la clase obrera. La crisis actual es un firme testimonio de que el capitalismo es un sistema que ha dejado de ser viable y que sólo genera problemas para la humanidad. Esta crisis financiera también demuestra que las ideas de los grandes pensadores del socialismo científico, Marx, Engels, Lenin y Trotsky, son más actuales que nunca. Como nunca antes en la historia del capitalismo los acontecimientos se han encargado de ratificar la certeza de cada uno de los postulados de estos grandes revolucionarios. La burguesía ha machacado a los trabajadores mexicanos durante décadas, los choques entre las clases han alcanzado en los últimos años niveles no vistos en décadas, siendo los de especial relevancia los acontecimientos revolucionarios del 2006; insurrección en Oaxaca y la fenomenal lucha contra el fraude electoral encabezada por López Obrador. Y los dos años subsecuentes también hemos visto estupendas reacciones de los trabajadores contra la funesta nueva Ley del ISSSTE, en defensa del petróleo y más recientemente contra la Alianza por la Calidad de la Educación impuesta por los charros del SNTE y la Secretaría de Educación Pública, por citar algún ejemplo. En los últimos años ahí donde se han lanzado ataques, siempre ha habido respuesta de parte de los trabajadores. Los marxistas no hacemos una relación mecánica entre el ciclo económico y la lucha de clases, la historia demuestra que no necesariamente una crisis económica tiene que lanzar a las masas a luchar a las calles contra sus opresores; incluso, en el caso contrario, la historia también está llena de ejemplos en los que los trabajadores hacen huelgas y movilizaciones de masas en momentos de auge económico. Ante ello, y ante la valoración de la trayectoria reciente y del estado actual de la lucha de clases en México, tenemos que destacar que en términos políticos no es lo mismo afrontar esta clase de crisis económicas cuando el proletariado se encuentra derrotado y desmoralizado a hacerlo en un momento de ascenso del movimiento de los trabajadores. En nuestro país este último es el caso, la lucha proletaria continúa en una etapa ascendente y aún no se experimenta una derrota dolorosa como para desmoralizar al movimiento. En este ambiente de crispación y polarización social, las secuelas de la crisis se trasformarán en un acicate más para la revolución y para nuevos y más profundos estallidos sociales. Esta nueva etapa de lucha caracterizada no sólo por una mayor polarización social, sino además por un capitalismo mostrándose con su rostro más descarnado y decrépito, estimulará ideas y conclusiones revolucionarias entre los trabajadores, favoreciendo de manera formidable el desarrollo del programa socialista en el movimiento. La clave para capitalizar esas inquietudes es que los marxistas se mantengan firmemente vinculados a los trabajadores y sus organizaciones exponiendo su programa e insistiendo en la necesidad de expropiar a los banqueros y empresarios como única solución ante la decadencia del capitalismo, además de agitar en torno a consignas como la unidad en la acción del movimiento obrero, por la huelga general y por el derrocamiento de Calderón. Los trabajadores no tenemos otra vía, la única manera de frenar los nocivos efectos de la catástrofe capitalista es eliminando junto al Estado burgués, a la propiedad privada sobre las principales palancas de la economía para ponerlas bajo el control de los trabajadores. 23 de octubre de 2008.