Los llamados de Calderón por evitar escenarios catastrofistas se parecen mucho a la tripulación del Titanic negándose a aceptar el hundimiento del barco, con la diferencia que México no es una embarcación de gran calado, sino una lancha sin motor atada al “Titanic gringo”. La economía de EUA sigue en una incontenible espiral descendente sin final a la vista.
En tres meses, a pesar de las “limosnas” millonarias que el conjunto de la población ha obsequiado a los más ricos (incluso economistas burgueses como el premio Nobel Paul Krugman han llamado este fenómeno “socialismo chatarra”), se contabilizan, desde diciembre del año pasado, 3.6 millones de personas que han perdido su empleo, las principales empresas automotrices están prácticamente en quiebra, junto con los principales bancos y casi todos los sectores industriales; miles de personas están siendo expulsadas de sus casas obligadas a vivir en estacionamientos. El periódico burgués Wall Street describió elocuentemente la situación de la siguiente manera: “es el infierno, y empeorará”. Mientras tanto el gobierno de Calderón sigue siendo orgánicamente incapaz de reconocer el impacto que indefectiblemente la crisis tiene y tendrá en la economía de México.
Obama empieza a mostrar el verdadero rostro de su gobierno detrás de esa máscara sonriente y amable, después de haber anunciado algunos cambios cosméticos de carácter propagandista (el cierre dentro de un año de la infame prisión en Guantánamo, declaraciones sobre el retiro de tropas en Irak, el tope de medio millón de dólares para las compensaciones de los altos ejecutivos, etc.) Obama plantea un nuevo plan de rescate para la burguesía por cerca de alrededor de 900 mil millones de dólares (su propuesta original era de 100 mil millones). Aún cuando la propaganda oficial señala que ese rescate será para promover el empleo, para la construcción de obras de infraestructura, para salud y educación es propaganda destinada para los incautos; es tan claro como el día, que ese rescate (que probablemente cuando este artículo vea la luz ya estará aprobado por las cámaras) será fundamentalmente para seguir absorbiendo deudas tóxicas de los grandes bancos, rescatar a las grandes industrias y a los más ricos; al mismo tiempo que se distrae la atención de las masas y se dirige su odio contra algunos ejecutivos y especuladores usados como cabeza de turco del capitalismo. El plan de Obama plantea una ley llamada Buy American que plantea dejar de comprar, entre otras cosas, productos manufacturados fuera de EUA; si bien ha sido matizada por las cámaras para que no aplique a los socios comerciales como México, es más que probable que en cuanto la crisis se profundice se apliquen políticas proteccionistas.
Sólo un caso clínico, como Calderón, incapaz de ver el abismo que se abre bajo sus pies, podría minimizar las implicaciones que esta crisis está teniendo y tendrá sobre la economía mexicana. Calderón se niega a ver la realidad porque la clase a la que representa es totalmente incapaz de hacer nada frente a la crisis; si la inyección de cerca de 900 mil millones de dólares y la anunciada inutilidad de los otros 800 mil por parte del gobierno estadounidense han sido y serán incapaces de detener la espiral descendente, menos aún puede hacer una economía totalmente débil, ligada colonialmente al ciclo estadounidense. Los discursos sobre el barco de gran calado y la solidez de la economía sólo pueden tener efecto sobre los más inocentes. Ahora mismo en nuestro país se han perdido de diciembre a la fecha más de medio millón de empleos, la producción automotriz ha colapsado más del 50%, la industria manufacturera está colapsando y todas las empresas e industrias continúan cercenando su planta laboral, continúa la más grade fuga de capitales desde finales del 94; además, la espiral inflacionaria es incontenible (con todo y las colosales ventas de dólares por parte del Banco de México). Si el 90 % de la exportaciones mexicanas son absorbidas por EUA, si EUA compra la mayoría de nuestro petróleo (principal fuente de divisas), si la segunda fuente de ingresos depende de la remesas, si la economía depende en buena medida de la inversión extranjera, es imposible que esta crisis se manifieste en un “catarrito” como ridículamente llegó a afirmar Carstens.
No obstante esta crisis acicateará la lucha de clases, la burguesía y sus partidos hablan ya del peligro de una explosión social; ya vemos que los grandes empresarios piden a gritos un rescate y condonación de impuestos y, al mismo tiempo, exigen más impuestos para la población y más contrareformas; esto es una receta acabada para un ascenso sin precedente del movimiento obrero, comenzando con las luchas sindicales (ya estamos viendo el inicio de este fenómeno). Si en el mismo corazón de EUA (Chicago) hemos visto a trabajadores tomando su fábrica, ya veremos, sin duda, ese fenómeno en nuestro país. La tarea de los trabajadores y sus organizaciones es el impulso de una huelga general por la caída de este gobierno inútil e incapaz y la formación de un gobierno obrero que expropie a los parásitos que han provocado esta crisis (por más que el gobierno se empecine en afirmar que la crisis viene de fuera, la burguesía y su gobierno mexicanos no son más que la sucursal local del imperialismo). Cortemos de raíz la causa de las crisis liquidando el obsoleto sistema capitalista.