El fascismo no es un vestigio del siglo pasado como la burguesía quiere que creamos. No es algo que mágicamente se evaporó, que EEUU combatió, o que como ya no estamos en el siglo XX y Mussolini ya fue asesinado quiere decir que a todo lo que reproduzca ideas y políticas fascistas ya no le podemos llamar por su nombre. Pues no, el fascismo está avanzando, y como izquierda combativa es nuestro deber denunciar este despliegue, no como una simple sucesión de malos gobiernos, de hechos aislados desafortunados, sino como la expresión más brutal de la crisis del sistema capitalista.

Porque sí, cuando la burguesía ya no puede con sus contradicciones y agota sus modelos de dominación basados en una “democracia” formal, recurre a formas de Estado abiertamente reaccionarias. Siempre lo han hecho de este modo y así continuarán haciéndolo; bajo este sistema no hay otra vía.

América Latina

Lo que estamos presenciando alrededor del mundo, y desde luego, en el caso de América Latina, es la construcción de regímenes totalitarios de ultraderecha con elementos bonapartistas, donde –siguiendo la fórmula de Donald Trump– figuras que se presentan como antiestablishment o "antisistema", son en realidad una herramienta más del propio sistema para preservarse.

En Argentina, el gobierno de Javier Milei es el experimento más avanzado. Con su proyecto “libertario y anarcocapitalista”, el cantante de la motosierra y títere del sionismo ha venido aplicando una serie de ajustes verdaderamente salvajes en contra la clase obrera, que desde luego sólo pueden imponerse mediante la represión y derribando las conquistas de la lucha organizada. Su ataque a lxs jubiladxs, a lxs estudiantes y universidades públicas, a las mujeres y sexodisidencias, a los sindicatos, a lxs comunistas, etc., es el ataque del capital financiero contra la clase trabajadora.

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" Con su proyecto “libertario y anarcocapitalista”, el cantante de la motosierra y títere del sionismo ha venido aplicando una serie de ajustes verdaderamente salvajes en contra la clase obrera. "

Tenemos también el ejemplo de Nayib Bukele en El Salvador, que con su discurso de "mano dura" logró sacar ventaja de la crisis de violencia y la decepción provocada por el FMLN, partido de izquierda que gobernó durante 10 años antes de su llegada. Bukele ha construido un estado de excepción permanente, militarizando la seguridad pública y la sociedad, cometiendo infinidad de violaciones a los derechos humanos bajo la excusa de la lucha contra el terrorismo –al estilo de Calderón en su simulada guerra contra el narcotráfico–, y con un discurso abiertamente religioso, antiaborto y en contra de las disidencias sexuales.

En Ecuador, Daniel Noboa impuso su reelección en abril de este año, militarizando el país y declarando estado de alerta máxima, es decir, instaurando toque de queda, suspendiendo derechos democráticos como los de reunión y libre tránsito; y ordenando al ejército, la policía y los servicios secretos, perseguir a quienes promuevan protestas. Vale la pena destacar que Noboa es un multimillonario heredero del imperio bananero Noboa Trading, una de las mayores exportadoras de plátano en el mundo, recientemente señalada por traficar cocaína hacia Europa en contenedores de plátano. 

Por otro lado tenemos a Dina Boluarte, destituida en octubre por el Congreso de Perú, y quién llegó a la presidencia gracias a un golpe de Estado organizado por la oligarquía peruana y el gobierno de Estados Unidos. Una golpista que sirviéndose del ejército, asesinó y reprimió brutalmente a quienes se manifestaron en contra de su usurpación. 

México

En México el avance del fascismo también es una realidad. Y es que a la derecha en todo el mundo le va quedando más claro que si quiere contender, necesita quitarse la máscara “progresista” y mostrarse por lo que realmente son. Hace tan solo unas semanas pudimos observar el relanzamiento del PAN, con un nuevo logo que  -con bastante imaginación- presumieron como “moderno”, y bajo un nuevo lema: “Patria, familia y libertad”, casi idéntico al “Dios, patria y familia” de los fascistas italianos. No es coincidencia ni exageración, es un mensaje político claro. 

Asimismo vemos la aparición de personajes como el empresario Ricardo Salinas Pliego, quien ha declarado que no descarta competir por la presidencia en 2030, y que sabemos que apostaría por la misma fórmula que Trump, es decir, presentarse como un agente antiestablishment, un “empresario exitoso” con el único interés de salvar a México. El 25 de octubre, este famoso deudor fiscal celebró su cumpleaños publicando en redes sociales el siguiente mensaje: “no están solos, no se dejen presionar por los comunistas que viven de lujo a costilla de robarnos [...], sigamos juntos [...], somos nosotros los buenos contra ellos los malos que tanto odian a los mexicanos”. Claro, igualito que Trump, Ricardo muy “antisistema”, por eso el anticomunismo y el nacionalismo como base de su discurso…

Lo sabemos, hoy la derecha en México está por los suelos y la idea de un gobierno de ultraderecha podría parecer muy lejana, pero lo que nos ha enseñado la historia de la lucha de clases es a nunca subestimar a nuestrxs adversarixs. No debemos repetir el error histórico de esperar a que el enemigo toque a nuestra puerta. Hay que recordar lo que pasó con Trump, que cuando recién lanzó su primera campaña presidencial, todo eran memes y risas por su pasado en los reality shows de la televisión, pero Trump logró capitalizar la decepción hacia el partido demócrata, situación que podría presentarse en nuestro país con el disgusto hacia Morena que crece poco a poco. Un descontento justificado porque Morena ha tenido una oportunidad histórica para ser un gobierno de la clase trabajadora y han decidido jugar a ser lxs doctorxs del capitalismo. 

Nuestra ofensiva

Lo que detuvo al fascismo en Alemania, Italia y en el Estado Español, no fue una orden desde arriba, ni la acción aislada de un gobierno, fue siempre y en todo momento la organización y la lucha de la clase obrera, cómo lo han sido las huelgas generales en Argentina o las movilizaciones de masas en Ecuador votando NO en el referendum o las manifestaciones de la generación Z en Perú.

Fue la indignación convertida en acción, el empuje que dio el movimiento obrero organizado en los frentes de fábrica, en los barrios, y desde luego, quienes dieron la vida en las barricadas.

Fueron las milicias obreras, las y los partisanos, los sindicatos de clase, los consejos y asambleas populares, los comités de resistencia. Fue la comprensión de que el fascismo representa la forma más brutal que adopta el capital en su fase de decadencia, cuando siente amenazado su dominio y necesita aplastar cualquier señal de emancipación.

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" Lo que detuvo al fascismo en Alemania, Italia y en el Estado Español, no fue una orden desde arriba, ni la acción aislada de un gobierno, fue siempre y en todo momento la organización y la lucha de la clase obrera, cómo lo han sido las huelgas generales en Argentina o las movilizaciones de masas en Ecuador. "

Necesitamos aprender de la experiencia de nuestra clase.

Organizarnos, construir y desarrollar el poder de base, los comités estudiantiles, las asambleas en nuestros barrios, los sindicatos combativos. Construir acciones en unidad, en frentes amplios y de lucha, entendiendo que el enemigo principal es uno solo. Nuestra tarea es levantar un programa socialista e internacionalista que nos permita volver a tomar el cielo por asalto. Porque el fascismo no es un destino inevitable.

¡Y tiemblen los fascistas, que América Latina será toda socialista!

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