¡La lucha por el socialismo es la única alternativa para la clase obrera!

Los últimos acontecimientos en torno al Brexit han situado a Gran Bretaña ante una de las crisis políticas e institucionales más graves de su historia. El Primer Ministro tory Boris Johnson, avalado por la Reina, ha acordado la suspensión del Parlamento desde el 10 de septiembre hasta el 14 de octubre, impidiendo que el crítico proceso de negociaciones que se desarrollará antes del 31 de octubre, fecha límite para alcanzar un acuerdo con la UE, pueda verse afectado y cuestionado aún más.

La medida refleja la degradación del parlamentarismo no sólo en Gran Bretaña sino en numerosos países donde la democracia burguesa parecía asentada firmemente: se trata de una decisión autoritaria y bonapartista, que muestra la enorme sintonía de un sector de la clase dominante británica con los métodos y el programa de Trump y otros populistas de extrema derecha que están gobernando en países de Europa y América Latina.

La profundidad de la crisis del Brexit está directamente relacionada con la grave crisis social que vive Gran Bretaña desde hace décadas. La realidad para la clase trabajadora y la juventud ha sido el hundimiento de sus condiciones de vida, un crecimiento acelerado de la desigualdad, y un proceso generalizado de precarización de sus condiciones laborales, consecuencia de los constantes recortes del Estado de bienestar, especialmente intensos tras la vuelta de los tories al Gobierno en el año 2010. Según un estudio de la Joseph Rowntree Foundation de 2017, 8 millones de adultos, 4 millones de niños y 1,9 millones de pensionistas viven en la pobreza, un 20% de la población, mientras que 3,7 millones de trabajadores no ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Al mismo tiempo, en 2018, las multinacionales que cotizan en la Bolsa británica obtuvieron unos beneficios récord de 218.000 millones de libras, superando el anterior récord del año 2011.

Consecuencias imprevisibles de un Brexit sin acuerdo

La perspectiva de un Brexit sin acuerdo cobra fuerza alentando el pesimismo y la división entre la clase dominante tanto británica como europea. En un contexto de agravamiento de la guerra comercial entre EEUU y China, y de posible recesión económica, este desenlace además de asestar un golpe demoledor a la Unión Europea, sobre cuyo futuro pesa ya un gran interrogante, no resolverá nada.

Gran Bretaña ha sufrido una caída de su PIB del 0,2% en el último trimestre, y las perspectivas pueden ser igual de negativas para los próximos. Tal y como ha señalado David Blanchflower, miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, la salida de Gran Bretaña de la UE “no se podría producir en un momento peor”.

Un informe del propio Gobierno de Johnson ha revelado que un Brexit sin acuerdo supondría un colapso de las infraestructuras, con colas kilométricas de camiones estancados en los pasos fronterizos. Habría escasez de medicinas, ya que tres cuartas partes de las mismas son importadas desde Europa; de alimentos, ya que Gran Bretaña importa el 60% de sus alimentos, principalmente desde UE, y de combustible. Esto, sumado a la acelerada devaluación de la libra, implicará una subida vertiginosa de los precios, y una situación de grave recesión o incluso de depresión económica, pudiendo registrarse caídas del PIB de entre el 5 y el 8% en los años venideros.

La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria ya ha planteado que un Brexit sin acuerdo implicaría un agujero de 30.000 millones de libras en las finanzas públicas. Por otro lado, en la frontera irlandesa, uno de los principales puntos de fricción de cara a alcanzar un acuerdo, la vuelta de una frontera dura podría llevar a una situación de creciente conflictividad agudizando la división sectaria entre las comunidades protestantes y católicas. Y según el informe, este no es el peor de los escenarios, sino el más probable, básico y realista.

División entre la clase dominante: ¿Con EEUU o con Europa?

En un contexto agravamiento del conflicto interimperialista, principalmente entre China y EEUU en su lucha por la hegemonía mundial, un sector amplio de la burguesía británica busca permanecer en la UE, aunque sea en otras condiciones, mientras otros sectores, conscientes de las debilidades de la UE y de su papel subalterno en todas las esferas de las relaciones internacionales, tratan de alinearse con los EEUU y confían en las posibilidades que les ofrecerá un acuerdo de libre comercio con la burguesía estadounidense.

Es necesario entender que la crisis actual de Gran Bretaña forma parte de la dinámica global de enfrentamiento imperialista y crisis de sobreproducción. Europa como bloque económico y político está cada día más dividido y enfrenta dificultades crecientes bajo la hegemonía de una Alemania que acusa también los efectos de la recesión en la industria y el retroceso de sus exportaciones.

Por supuesto, la burguesía estadounidense también querrá sacar ventaja de un posible acuerdo con Gran Bretaña y acentuar su papel de vasallo. Según han desvelado diversos documentos internos de la administración Trump, este acuerdo de libre comercio implicaría abrir aún más el mercado británico al capital norteamericano, lo que en el sector de la alimentación conllevaría importantes restricciones a las exportaciones a la UE. Por otro lado, muchos servicios públicos, como el NHS (Servicio Nacional de Salud), se verían seriamente amenazados, ya que las grandes empresas norteamericanas, en alianza con las británicas, acelerarían los planes de privatización en marcha agravando la grave crisis social que padece el país.

Paradójicamente, Gran Bretaña saldría de la UE supuestamente para recuperar “su soberanía” frente a la UE, para convertirse prácticamente en una colonia norteamericana, algo que obviamente a un sector de los grandes capitalistas británicos les parece aceptable por más que recurran a la demagogia nacionalista.

¡No a la unidad nacional! ¡Si a la lucha de clases contra la austeridad, y por una Europa socialista!

En estos momentos decisivos, el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, en lugar de llamar a la movilización de masas y a la huelga general para tumbar al gobierno Tory como paso imprescindible para lograr un gobierno de la izquierda que rompa con la austeridad, se ha ofrecido como garante de la estabilidad capitalista e institucional.

Los blairistas del ala de derechas del Partido laborista han propuesto abiertamente un gobierno de Unidad Nacional. Y lo peor es que Corbyn está haciendo el juego a esta estrategia cuando a través de una carta pública1  ha propuesto a diputados torys contrarios al Brexit, liberales y verdes, todos partidos procapitalistas declarados, unirse y trabajar juntos para establecer un gobierno técnico de cara a convocar  elecciones y lograr un Brexit acordado o un nuevo referéndum. Está es una política completamente equivocada. Lo más llamativo es que a pesar de estos generosos ofrecimientos, la clase dominante británica sigue sin confiar en Corbyn: teme que su elección como Primer Ministro anime la lucha entre la clase obrera y la juventud en líneas anticapitalistas.

Corbyn fue aupado como líder del Partido Laborista con un programa a favor de reformas sociales radicales y reversión de los recortes, en el que se planteaba incluso la nacionalización de algunos sectores de la economía. Sin embargo, en unas circunstancias tan trascendentales, Corbyn lejos de basarse en esa movilización que le aupó como líder del laborismo, canalizando la frustración y deseos de cambios de millones de jóvenes y trabajadores contra el propio sistema capitalista y los responsables de la austeridad, decide reunirse con la Reina de cara a buscar una solución que salve la institucionalidad y la estabilidad burguesa.

El Brexit ha desvelado las limitaciones tanto del nacionalismo económico de la derecha populista y reaccionaria, como de la socialdemocracia tradicional y de aquellos sectores de la nueva izquierda reformista, como Corbyn, Tsipras o Pablo Iglesias, que no ven otra salida que la permanencia en la UE capitalista y su “reforma” democrática.

En el primer caso, la autarquía económica resulta completamente inviable y es simplemente una falacia. Un brexit capitalista, que respeta el orden que imponen los grandes monopolios en un momento de contracción mundial de la economía, será pagado con más despidos, más explotación, precariedad laboral y pérdida de derechos. Pero la opción de la permanencia en una UE que es un club al servicio de las multinacionales capitalistas, que día a día legisla y actúa contra la clase obrera, tal y como hemos podido ver de forma dramática en el caso de Grecia y del resto de países, no es ninguna opción “progresista”.

Sectores amplios de la clase obrera británica votaron a favor del Brexit como una forma de golpear al establishment europeo y su agenda antisocial, reflejando la profunda crisis del capitalismo británico. Fue un auténtico terremoto político que debería haber sido utilizado por Corbyn y sus colaboradores en el Partido Laborista y los sindicatos para lanzar una ofensiva política en todos los frentes y derrotar a los tories con la movilización de masas.

Pero la burocracia de “izquierdas” del laborismo y de los sindicatos no ha emprendido ninguna lucha en ese sentido, a pesar de la profunda división de los tories que se arrastran sumidos en una crisis sin precedentes.

Las lecciones de estos acontecimientos son evidentes. La alternativa debe pasar por una amplia movilización de la clase obrera y la juventud en defensa de un programa anticapitalista que resuelva los graves problemas sociales que padecen millones de trabajadores y trabajadoras británicas. Para ello, en primer lugar, hay que exigir a los dirigentes del TUC y de los principales sindicatos británicos la convocatoria de una huelga general masiva de cara a tumbar al reaccionario gobierno de Johnson, y para revertir todos los recortes y contrarreformas aprobadas por los conservadores desde su llegada al poder en el año 2010. Hay que obligar a los dirigentes sindicales a que abandonen su política de paz social que en la práctica ha sostenido a los moribundos gobiernos conservadores de Theresa May y ahora de Boris Johnson.

Una movilización de masas que levante un programa socialista para expropiar a los grandes monopolios capitalistas y nacionalizar la banca, bajo control democrático de los trabajadores, como la única forma efectiva de acabar con la pobreza y la exclusión social creciente, el desempleo y la precariedad, el racismo, la falta de vivienda pública, y asegure una sanidad y educación pública digna para toda la población. Ni dentro ni fuera de la UE hay solución. El Brexit demuestra que es necesario unificar la lucha contra la UE capitalista sobre la base de un programa revolucionario para conquistar una Europa socialista.

1. Carta completa de Corbyn en inglés: https://www.independent.co.uk/news/uk/politics/brexit-jeremy-corbyn-letter-in-full-mps-conservative-labour-stop-no-deal-a9081146.html (“Como eres uno de los 116 diputados conservadores o independientes que votaron contra un No Acuerdo ese día y no estás en la bancada gubernamental, te estoy escribiendo para ofrecerte trabajar juntos, de forma colegiada, en espíritu de colaboración entre partidos, para buscar una forma práctica de cara a evitar un No Acuerdo”)


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