La crisis se ha abierto también en el Partido Socialista Francés, que ya ha anunciado un congreso extraordinario. Durante la campaña se pudo ver la enorme división existente dentro del partido, con dos sectores bien diferenciados: por un lado el encabezado por el actual secretario general, François Hollande, defendiendo el “sí” y, por el otro, el de Laurent Fabius, que defendía el “no”, que de forma muy distorsionada se ha hecho eco del tremendo malestar social que hay en el país, sumido en una crisis económica y con un alto índice de paro. Según las encuestas, Fabius se convirtió en el gran vencedor de la noche.
Ahora ha llegado el turno de los “analistas” políticos, que intentan explicar este descalabro de la burguesía francesa recurriendo al “chovinismo francés” y, sobre todo, que no se trata de un “no” a la Constitución Europea sino que es un castigo a la política del gobierno de derechas francés. Todo para ocultar el fondo político de ese resultado e intentar evitar un efecto dominó en el resto de los países. Algo que no han conseguid, ya que en Holanda el “no” ha superado el 60%
El factor fundamental que explica en “no” en Francia es el estado de movilización generalizado en el que se encuentra la clase obrera de este país desde principios de año, tanto para hacer frente a los ataques del gobierno como para exigir mejoras salariales. Esa lucha no tiene nada que ver con el “chovinismo” y sí mucho que ver con el descontento que existe entre los trabajadores de toda Europa. El argumento de que los franceses han votado contra el gobierno y no contra la constitución y que, por lo tanto, “se han equivocado de urna” es una estupidez. En realidad el gobierno de Raffarin estaba poniendo en práctica lo que la constitución sanciona en su letra: privatizaciones, precarización, recorte de los gastos sociales, etc. Los trabajadores franceses han dicho “no” a todo eso.
El 80% de los trabajadores ha dicho ‘no’
Los sesudos analistas intentan hacer una similitud entre el “no” defendido por el fascista Frente Nacional y el “no” defendido por la izquierda, pero no es real porque mientras el FN ha defendido el “no” basándose en una política reaccionaria de oposición a la inmigración y a la entrada de Turquía en la UE, la izquierda y el sindicato CGT han defendido el “no” basándose en la política antiobrera y los ataques sociales que se están llevando a cabo en toda Europa en nombre de la UE.
El “no” ha sido un voto militante, procedente sobre todo de los trabajadores y los jóvenes. Según la encuesta publicada por Le Monde, el 80% de los “sectores populares” votaron “no”, el 59% del electorado del PSF votó en contra de la constitución, frente al 80% del electorado de los partidos de derechas que forman la coalición de gobierno que ha votado “sí”.
El referéndum estuvo precedido por una enorme movilización política, cientos de miles de personas participaron en los mítines y el último debate emitido por la televisión pública francesa contó con 8 millones de espectadores. Cuanto más debate había, más aumentaba el “no”. Tampoco se puede decir, como están haciendo los medios de comunicación burgueses, que los franceses estuvieran desinformados, en Francia se han vendido más ejemplares de la constitución que en todos los países de la UE juntos y los libros a favor del “no” ocupaban los primeros lugares en las listas de ventas.
Este resultado ha supuesto una gran conmoción para la clase capitalista europea —que se ha sentido abruptamente deslegitimada— y provocará un terremoto político en Francia y sus ondas sísmicas se dejarán sentir en una Europa en la que la crisis económica se viene a sumar a una profunda crisis política.