Para muchos comentaristas la magnífica huelga del sector público, el pasado 17 de julio, en la que participaron un millón de trabajadores, fue como un trueno que cae desde un cielo claro. Página tras página, emisora tras emisora, todos querían convenPara muchos comentaristas la magnífica huelga del sector público, el pasado 17 de julio, en la que participaron un millón de trabajadores, fue como un trueno que cae desde un cielo claro. Página tras página, emisora tras emisora, todos querían convencernos de que esta huelga era una aberración, algo anómalo. El hecho de que el Metro de Londres parase al día siguiente de la huelga tampoco tenía ninguna relación. También nos decían que el giro a la izquierda de algunos sindicatos no guardaba relación alguna. La primera huelga nacional en veinte años de trabajadores de correos y bomberos tampoco estaba relacionada. Nos aseguraban que no se trataba de un regreso a los "días malos" de los años setenta, después de todo, los sindicatos son ahora organizaciones sociales y no organizaciones obreras militantes, etc.

Si el caso hubiera sido el de un solo sindicato, o de una sola huelga, entonces podría tratarse de un accidente, un acontecimiento aislado, una cuestión de personalidades o circunstancias especiales. Sin embargo, los triunfos electorales de la izquierda no se han limitado a un sindicato, se han extendido a todos aquéllos donde se han celebrado elecciones. No fue sólo una huelga por un aumento salarial determinado, aunque cada penique ganado tiene mucho valor. Se trataba de arrancar concesiones al gobierno y con una acción militante. Los dirigentes sindicales ahora dicen que lo conseguido ha sido gracias a su habilidad negociadora. Debemos recordar que antes del paro Blair anunció que no intervendría y los empresarios manifestaron que no darían más dinero. Brian Baldwin, presidente del equipo negociador de los empresarios, dijo el día antes de la huelga: "No hay una buena razón para que los empresarios mejoren su razonable oferta". Un millón de trabajadores le dieron la "buena razón" que buscaba.

Contra los bajos salarios

Fue una acción contra los bajos salarios. Consiguieron en 24 horas más que en cinco años de negociaciones. Los trabajadores dijeron que ya tenían suficiente. Fue la primera huelga nacional de su clase en veinte años, la primera huelga conjunta de trabajadores industriales manuales y no manuales, la primera huelga de mujeres trabajadoras en la historia británica, como dijo el periódico londinense, Evening Standard, la lucha industrial más grande desde la huelga general de 1926.

Por supuesto, en primer lugar, la huelga estuvo provocada por los escandalosos niveles salariales en los gobiernos locales. El Departamento de Investigación Laboral ha publicado unas cifras donde demuestra que los trabajadores de los gobiernos locales ganan menos que el salario medio que tenían en 1979.

No es casualidad que la huelga coincidiera con el giro a la izquierda en los sindicatos o con otras huelgas. Todas estas luchas forman parte de un mismo proceso, son una muestra del cambio tan profundo que se está produciendo en el seno de la sociedad.

Los trabajadores no pueden resolver sus problemas en el frente político y por eso, una vez más, han vuelto al frente industrial. El número de huelgas ha crecido y otras no se han llegado a realizar por el papel de los dirigentes sindicales. Pero han empezado a producirse cambios dentro de los sindicatos, las nuevas direcciones sindicales están más radicalizadas. Este cambio también se va a extender al resto de organizaciones.

Pasar al frente político

La lucha en el frente industrial por la defensa de los empleos, mejores salarios y condiciones laborales, es algo vital, pero también forma parte de una tarea mayor a la que nos enfrentamos. El conflicto necesita también expresarse en el frente político. La lucha se debe trasladar al Partido Laborista.

Blair y sus seguidores han planteado una vez más la idea de un fondo estatal para los partidos políticos. Están desesperados por romper el lazo existente entre el partido y los sindicatos, antes de que este ambiente les alcance . Al principio algunos activistas apoyaban la disolución de este vínculo, pero ahora opinan lo contrario. En una encuesta la gran mayoría de los votantes laboristas expresaban su oposición a romper estos lazos históricos. El 64% de los votantes laboristas se oponían a la ruptura, el 53% de los votantes tories estaba a favor. Vemos como Blair y los tories están de acuerdo, mientras que la mayoría de los trabajadores quieren defender esos lazos y esto se expresará en las elecciones.

Los sindicatos son la clave para arrancar al Partido Laborista de las garras de los blairistas. La lucha por transformar los sindicatos y el Partido Laborista son una parte integral de la lucha para cambiar la sociedad. Al final, sólo rompiendo con el capitalismo y llevando adelante la transformación socialista de la sociedad se podrán resolver para siempre los problemas que afectan a todos los trabajadores.


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